Raúl Francisco Dávalos Garcés, hijo con los mismos nombres de su padre, Raúl Francisco Dávalos de la Calle -otrora primer y decano torero de Riobamba Ecuador-, solo que este se hizo célebre con su primer nombre y su hijo, quizás abrigando la ilusión de cuando creciera fuera torero, y por ende con un nombre más sugestivo desde chiquitito, le empezamos a llamar "Paco".
Paco tuvo una corta pero intensa vida, nació el 6 de octubre de 1955, meses después de que su padre se había hecho matador de toros, en la feria de abril, los dos sucesos acaecidos en la ciudad de Riobamba.
Por los misterios del destino murió muy joven como su progenitor e igualmente en un trágico mes de febrero, y en accidente automovilístico, después de haber asistido a una corrida de toros en la Feria de la fiesta de las flores y las frutas de Ambato. Triste Carnaval de 1990. El día de su fallecimiento no iba manejando, fue con unos amigos y de regreso de Baños ocurrió el accidente. Tuvo un hijo en su primer matrimonio llamado Ransses Dávalos Poveda y tres hijos en su segundo matrimonio con Janette Herrera Balarezo: Raúl Francisco, María Verónica y Christian Alejandro Dávalos Herrera
Paco sin duda pudo ser torero, porque afición, valor y planta no le faltaron, pero fue aficionado práctico, actuó en un sinnúmero de festivales formales. El que más recuerdo en la vieja plaza de rastro de Cachapamba –adecuada muy coquetamente para el festejo- pero sobre todo por haber logrado una faena escalofriante a una vaca grande, astifina y toreada del Rocío, ejemplar que todavía me acuerdo de nombre Manzanilla quizá por su pelo castaño salpicado de mi ganadería, la cual había vendido un año antes a uno de los tantos ganaderos de Mocha, que no se complican para lidiar reses con tales antecedentes.
Quizá la muerte prematura de su padre marco su vida, huérfano a muy corta edad se desorientó en el entorno íntimo que necesita esta vocación. Si el hombre es fruto del paisaje, el torero tiene que fortalecer su atavismo, viendo, sintiendo y viviendo este mundo que como bien se ha denominado es el Planeta de los Toros.
Prueba de este espíritu fue su otra actividad, la que tuvo más importancia por los logros alcanzados, primero compitiendo en moto-cross y luego en los más importantes circuitos de coches de hasta 1200 cc.
Y como se vive se muere, el no fue la excepción y dejó su piel y su vida regresando de Baños, en el imponente encañonado de la carretera en donde se juntan los ríos Chambo y Patate, cuyas corrientes se llevaron su espíritu ya en el Pastaza, pero no su recuerdo de este intrépido muchacho que pudo haber dado mucho mas de si, en la velocidad, en la vida y en el toreo.
Fuente:
Investigación del historiógrafo ecuatoriano Francisco Quevedo S. con crónica original del torero de alternativa Rodrigo Viteri de la Calle, hermano de madre del también primer espada Raúl Dávalos de la Calle, padre de "Paco Dávalos".