Domingo Dominguín ( el que recibe al centro) sorteando. San Fermin´50 (© Inge Morath Foundation)
Cortesía del Sitio Web: A paso de Banderillas/ http://www.feriadeltoro.net
Refiere el Sevillano Diario ABC del 22 de noviembre de 1977, que << hace un par de años (se refieren al año de 1975), en Guayaquil Ecuador, se pegó un tiro en la cabeza Domingo (Dominguín), un gran señor del mundo de los toros, todo un intelectual, seguramente el torero con más amor por la cultura que ha existido después de Ignacio Sánchez Mejías. "
El 13 de julio de 2008, el eximio cronista Benjamín H. Montanari, escribe una brillante editorial para el diario “El Almería”, titulada: “Los Dominguín, sangre almeriense”, donde refiere que la bellísima pelotari gitana, natural de Tíjola, Gracia Lucas Lorente, casó con un torero de nombre Domingo González apodado “Dominguín”. De ellos nacieron cinco hijos, “Los González Lucas”. A los varones les pusieron el nombre de: Domingo, Pepe y Luis Miguel, estirpe de la saga Dominguín. Antonio Ordóñez se casó con Carmen Dominguín, hermana de los tres toreros, siendo Domingo el apoderado de su cuñado. Domingo murió en el año 1975 en Guayaquil, en Ecuador. Dicen que por las relaciones con una periodista colombiana que le forzó a pegarse un tiro en el corazón. Otros más cercanos refieren que lo mataron por su relación con la ex-mujer del gobernador del Valle del Cauca. -Nadie se pega dos tiros en el pecho-. Así se las juegan por allá.
En la hemeroteca del 30 de junio de 2007 del Diario Tribuna de Salamanca (Editorial de don Paco Cañamero) refiere sobre la llegada de Domingo “Dominguín” al Ecuador, donde se instaló en la finca ganadera de Santa Mónica, al lado de Cayambe, la hermosa ciudad que es la tierra de las flores, la música y la nieve, donde permaneció como eficaz mayoral e improvisado picador de muchos toreros españoles cuando actuaban en Ecuador o Cayambe. Había transcurrido una década desde que emigró, cuando un genial taurino español se fue a vivir allí. Se trataba de Domingo Dominguín (hermano de Luis Miguel y suegro de Curro Vázquez) cuando rompió con todo se marchó a esa tierra donde fundó la ganadería de ‘Aracataca’ y llevó como hombre de confianza (con todos los poderes) al salmantino Manolo Cerezo. Pocos años duró la relación entre Cerezo y Domingo “Dominguín”, pues un día que toreaba su yerno Curro Vázquez, en Cayambe, Manolo acompañó a Curro como hombre de confianza dejando a su suegro en el hotel, con la disculpa que enseguida iría para allá, pero nunca llegó a la plaza y al regresar de la corrida, Curro y Cerezo, desazonados, encontraron el cuerpo de Domingo Dominguín, que se había pegado un tiro en la cabeza.
Refiere don Rafael Gómez Lozano (Dientefino) haber leído que DOMINGO GONZÁLEZ LUCAS (DOMINGUÍN) nace en Madrid, España el 10 de junio de 1920.
El guionista y director de cine Joaquín Jordá cuenta:
«La historia de los Dominguín da para varios libros. Tres hermanos, a cual más distinto. Tres críos toledanos que comienzan a torear en la primera posguerra, en los años más duros. Una cuadrilla de niños toreros explotados por su padre, padre y patrón, hasta que se independizan.» Yo fui amigo íntimo de Domingo, el mayor. Domingo era comunista y Luis Miguel era un asiduo de El Pardo y las cacerías de Franco, pero respaldaba a su hermano en todo, porque estaba fascinado por él. Domingo decía que entró en el PC por las injusticias que había vivido de pequeño y por el recuerdo de la Guerra Civil. Y por excentricidad, y por ganas de llevar la contraria. En una entrevista en Dígame le preguntaron por sus santos de cabecera y dijo: "San Marx, san Lenin y san Stalin". Luis Miguel tenía audiencia directa con Carrero Blanco, que más de una vez le hizo alguna advertencia sobre Domingo. En una cacería, Franco le preguntó: "Dígame, Dominguín, ¿quién es el comunista de los tres?". Y Luis Miguel le contesta: "Los tres, mi general, los tres". Tras su ruptura con el partido, Domingo acabó en Suramérica, pasando armas para la guerrilla venezolana. Hubo una delación y se suicidó, entre otras cosas, para que no le pillaran. En cuanto a Pepe, nunca llegó a ser un mito público, como Luis Miguel, ni un mito secreto, como Domingo. Estaba muy enamorado de su mujer, la actriz María Rosa Salgado, y siempre se mantuvo en un segundo plano, centrado en su vida familiar.
»Como torero, Domingo era castellano en el peor sentido de la palabra: un estoqueador certero y directo, sin vuelos. Pepe era un buen banderillero, y Luis Miguel era un completo, pero al principio tuvo que pechar con la hostilidad de los aficionados, que le acusaban de haber llevado a la muerte a Manolete en aquel famoso mano a mano que acabó con su cogida: el torero joven, descollante, enfrentado al torero mayor, al que le fallan las fuerzas. Otro mito clásico, ¿no? Y también, probablemente, una exageración. Pero desde principios de siglo, los toros en España habían sido un mundo de enfrentamientos acérrimos, de estar con uno o con otro: una cadena que enfrentaba a Joselito con Belmonte, a Manolete con Arruza, a Dominguín con Manolete, y, a finales de los cincuenta, a Ordóñez con Dominguín en aquel "verano peligroso" que relató Hemingway. Historias españolas. Españolísimas».
Pere Portabella: «El mundo de los Dominguín era absolutamente violento. Era un clan, un clan con sentimiento de tribu. Había un vínculo fortísimo entre los tres hermanos: Domingo, Luis Miguel y Pepe. El vínculo de la lucha por la vida, de la supervivencia. Poco a poco fueron contándome cosas de su infancia y adolescencia. Cosas terribles, escalofriantes. Venían de la pobreza más absoluta y fueron explotados por su padre, el viejo Dominguín, que era un torero mediocre y descubrió que en sus hijos tenía un filón. Pero nadie podía faltar a su padre en su presencia. Ni a nadie de la familia. Eran ellos contra el mundo. Parecían italianos de película. Más que eso: personajes de western. Yo me los imaginaba perfectamente entre los pioneros americanos, mitad héroes mitad canallas, capaces de llevarse por delante lo que hiciera falta para defender aquel territorio que les había costado tanto conquistar.
»Un día estaba yo con el trío en la Cervecería Alemana, su sede. La madre, la señora Gracia, un personaje que daría para un libro entero, vivía muy cerca de allí. Estamos sentados en una mesa Domingo, Luis Miguel, Pepe y yo. Hablando y riendo, tomando finos. Entonces veo que Luis Miguel le hace un pequeño gesto con la cabeza a Pepe. Un gesto casi imperceptible. Acaban de entrar en la cervecería los tres Lozano. El clan de los Lozano. Era una familia rival, de toreros y empresarios. Domingo también era empresario y había una lucha muy fuerte por el control de las plazas de toros. Él tenía tres plazas: la de Vistalegre, la de Cuenca y la de Pontevedra.
»Luis Miguel hace ese gesto y Pepe se levanta y va hacia ellos. Pepe era el más fuerte de los tres, una bestia. Fue directo hacia el jefe de los Lozano y sin mediar palabra le soltó un puñetazo que, literalmente, le rompió la cara. Le partió la mandíbula, lo dejó tirado en el suelo. No era un puñetazo de advertencia. Era un puñetazo para poner fin a algo. Un puñetazo definitivo. La gente comenzó a gritar, hubo el consabido alboroto… Los otros dos Lozano recogieron al caído y, sin decir nada, se retiraron. Yo me quedé helado. Le pregunté a Luis Miguel. "Nada, no te preocupes, asuntos nuestros. Cosas del toro". Volvió Pepe y siguieron hablando y bebiendo como si no hubiera pasado nada. Asunto zanjado, fuera lo que fuera.
»Yo he conocido a muchas personas en mi vida. Unos cuantos valientes y muchísimos cobardes, pero los Dominguín eran de otro palo. Estaban más allá de la valentía. No tenían miedo a nada ni a nadie porque no sabían lo que era el miedo. Desde pequeños habían ido a por todas, y en algún momento debieron decidir, si es que eso se decide, que a ellos no iba a toserles nadie. Se encaraban con quien hiciera falta. Cualquiera hubiera podido pensar que era pura chulería, puro machismo. No. En una pelea se ve inmediatamente quién es el chulo. El chulo es el que se pavonea, el que amenaza, el que habla demasiado. Ellos no hablaban. Entraban por derecho.
»Otra vez estábamos en un bar y alguien empezó a hablar mal de Luis Miguel sin darse cuenta de que Domingo y yo estábamos al lado, en la barra. Domingo fue hacia aquel tipo y le bastó con mirarle. No le amenazó, simplemente se encaró con él. No he vuelto a ver una mirada como aquella en toda mi vida. Y el otro, que era un gigante y podía haberle matado, se deshizo en excusas y arrió velas.
»Había un fatalismo muy español detrás de todo aquello. Domingo se suicidó y no le extrañó a nadie, a nadie que le conociera. Hablaba del suicidio con absoluta tranquilidad. "A partir de cierta edad hay que quitarse de en medio", decía. Y así lo hizo. Cuando consideró que su vida estaba acabada, que ya no valía la pena vivirla, se pegó un tiro.
»Quizás Luis Miguel podía parecer el más chulo de los tres. Era el más guapo, el más triunfador, el que había llegado más lejos. Pero también iba más allá de la chulería. Cuando decía que era el número uno, cuando lo proclamaba levantando el dedo en las corridas, era un convencimiento absoluto. Era la constatación de un hecho, y punto».
Fuente:
http://loqueyotediga.net/files/CapituloVI.htm
Cita el acreditado cronista coetáneo, don Héctor Budar que: Domingo González Lucas, nombre de pila de este torero que fue conocido en el planeta taurino como Domingo Dominguín, nombre y apodo que heredó de su padre Domingo González Mateos, matador de toros, que a su retiro fue apoderado, empresario e importante hombre de negocios taurinos y padre del mencionado Domingo, Pepe, y Luis Miguel quienes fueron conocidos como los “Dominguín”, los tres matadores de toros. El referido domingo hijo, nació en la ciudad de Madrid el 10 de Junio de 1920, aunque creció en el ambiente de toros y toreros, su primer deseo fue el estudio de una carrera profesional, cuando su padre aún toreaba y alternaba sus actividades con las de empresario, confiándole a su hijo algunos proyectos de su empresa, porque el joven se fue adentrando a esa atmosfera de la que fue cobrando pasión. Así que guardó los libros y con 19 años se viste por primera vez de torero, haciendo su debut en el año de 1939 en la plaza de Linares, el primero de septiembre de 1940 se presenta en Madrid alternando con su hermano Pepe y Mariano Rodríguez con novillos de Arturo Sánchez Cobaleda. Tomó la alternativa en Barcelona el 7 de junio de 1942 con el apadrinamiento de Joaquín Rodríguez “Cagancho” y el testimonio de Emiliano de la Casa, “Morenito de Talavera” con toros de Domingo Ortega. Confirma su alternativa catalana en Madrid el 25 de junio del mismo año, cediéndole los trastos Nicanor Villata, nuevamente testimoniando el acto “Morenito de Talavera” se lidiaron tres toros de Charro, dos de Marzal y uno de Villagodio. Domingo no fue un torero arrollador, pero si un gran conocedor de toros, su mejor cualidad era el oficio con la espada. La falta de atractivo le impedía tener mayor rodaje profesional, más bien entraba en los carteles que su padre organizaba acompañando a sus hermanos, Pepe y Luis Miguel. Domingo en el corto tiempo que actuó como matador de toros, fue duramente castigado. Los percances o quizá porque u idea no era ser torero, fue perdiendo interés y se inclinó con mayor atención a los negocios de la empresa promotora desarrollando un gran talento en el apoderamiento de sus hermanos, cuando Luis Miguel era la gran figura proclamándose "El Número Uno". Sus negocios tuvieron gran arraigo sobre rodo en Sudamérica donde organizaba las más importantes ferias de Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador. Este torero si bien no fue un gran profesional que se le recuerde por sus virtudes en los ruedos, en cambio su inteligencia, su habilidad y su capacidad para manejar el gran aparato empresarial internacional queda de manifiesto en la administración que sus hermanos Luis Miguel compró la plaza de Quito, Ecuador por lo que Domingo decidió radicarse en esa ciudad para organizar las corridas de ese país. El 13 de octubre de 1975 al concluir una serie de corridas en el puerto de Guayaquil se quitó la vida en esa ciudad, los motivos que lo orillaron a tomar esa drástica decisión fueron con él a la tumba. Su determinación fue un acto bien meditado, pues todo lo dispuso en su testamento, incluyendo ser enterrado en la localidad de Cayambe, en las cercanías de una finca de su propiedad donde tenía proyectado fundar una ganadería de toros de Lidia.