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La madre del menor, desconsolada junto al padre.
Cortesía del Diario La Opinión de Murcia
Un niño de origen ecuatoriano de 14 meses de edad, murió al ocaso de la tarde del 9 de junio de 2011, al caer de las gradas de una plaza de toros portátil instalada en las inmediaciones del campo municipal de la Hoya en Jumilla (una municipalidad española del norte de la región de Murcia). El menor estaba en las rodillas de su padre y se precipitó al vacío cuando éste, en forma involuntaria, se sobresaltó por la cogida que sufrió el novillero Antonio Puerta. Tan pronto el niño cayó al piso de la grada, se coló por el hueco entre butacas, cayendo al vacío desde una altura de más de 5 metros, lo que le causó un mortal traumatismo craneoencefálico. El hecho acaeció sobre las 19.00 horas, cuando el Teléfono de Emergencias 112, recibió una llamada alertando de la caída. El inocente fue atendido por personal de una ambulancia del Ayuntamiento de Jumilla presente en el lugar, que solicitó a su vez la presencia de una ambulancia medicalizada por la gravedad de las heridas que presentaba. Al lugar acudió una Unidad Médica de Emergencias (UME), cuyos facultativos trataron de reanimarlo durante 45 minutos, aunque finalmente tuvieron que certificar su muerte.
Resulta indudable la concatenación que existe entre todos los actores de la Fiesta, incluidos por supuesto los espectadores, a quienes no debiera permitírseles el llevar menores, tanto por las razones intrínsecas a ser un espectáculo para adultos, donde acaecen derramamientos de sangre, como por exponerles a situaciones de verdadero peligro, como pueden ser: el resultar heridos por un toro que invada los tendidos, o caer entre las aberturas de éstos (como fue el caso), o el resultar maltrecho en un tumulto, o en gresca generalizada, o el resultar herido por volatería de espadines, o rehiletes desprendidos, o por la caída de armazones o soportales de las plazas, y por otras muchas calamidades que pueden presentarse en las plazas de toros. Entonces indubitablemente esta recomendación debiera aplicarse, no solo para las plazas de toros o los espectáculos que en ellas se realicen, sino para todo recinto de confinamiento multitudinario, en prevención de desgracias.
En esta tragedia que nos ocupa, lo primero a cuestionar es ¿que andaba haciendo un inocente de 14 meses trepado en una plaza portátil, en vez de estar con su madre o abuela en casa? Porque sucede hoy en día (no se piense que estoy afectado de misoginia), que hay mujeres tan paseadoras, que no dejan respirar a sus parejas, ni que anden por ahí alejados del aparejo del yugo como bueyes descaminados, sino que en contrario, se les adhieren como lapas, y asisten a todos sus divertimientos (aunque éstos no sean propios para la familia). También conviene preguntarnos, el ¿porqué la autoridad competente en Jumilla y los organizadores de este festejo permitieron el ingreso de niño tan pequeño en una plaza portátil tan peligrosa?... Luego aquí todos y nadie fueron culpables de que éste Ángel caído en la desventura del “ahí se va” de los mayores, se haya regresado al Cielo, dejándonos en un mar de remordimientos y de cosas por hacer que debieron estar previstas.
Comento lo anterior, porque al parecer, cuando voluntarios de Cruz Roja transmitieron la triste noticia del fallecimiento a los padres del menor, la madre, ecuatoriana de unos cuarenta años de edad, montó en cólera, dirigiéndole unas palabras de reproche por lo sucedido a su marido, quien rompió a llorar sin saber qué responderle. Pienso que la culpa no es del padre (que se estremeció en forma involuntaria por la cogida del novillero), ni acaso de la acongojada madre (que en su búsqueda torcida para zanjar los araños de su conciencia, le echa la culpa al marido); sino que la culpa es de todos, por la indolencia de pensar siempre “que nada pasa” si hacemos ésta u otra necedad, pues seguido llevamos a los niños a donde no debemos, y a donde no debieran permitirnos entrar con ellos. Los asistentes a la corrida no fueron informados en su momento del accidente y de sus fatales consecuencias, por lo que el festival taurino continuó como si nada hubiese ocurrido, hasta que finalizado el festejo, se percataron, por si solos de la tragedia, al ver en el exterior de la plaza a los servicios de emergencias, mientras que los sayones de la Guardia Civil acotaron el lugar del suceso precintándolo, para evitar el acceso, e iniciar las pesquisas del caso “después de atole”, cuando ya nada puede remediarse, y cuando toda diligencia baladí no es otra cosa que circo y parafernalia para ocultar a la ciudadanía, su carencia de sesos y medidas de prevención. El cuerpo sin vida del pequeño fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Murcia, donde se le practicaría la inútil autopsia de ley, pues resulta obvio que falleció del descomunal porrazo. Total, a ver que resulta de provecho de este trágico acontecer y nos sirva de enseñanza amarga, para que no se vuelvan a repetir tan lamentables acontecimientos en esta plaza de marras, que debieron incendiar de paso, para que todos estuvieran parejos en infortunios; aunque es de suponer, que los organizadores del festejo, ya les hayan soltado a los padres del menor, un puñado de pesetas, para gastos funerarios, y para sus boletos de regreso al Ecuador, en el vuelo más próximo que les consigan, y así echar tierra y cal al asunto para que no les arruine la fiesta y los bolsillos.
Deseo que a estos afligidos padres no los mal aconseje el abogado de Bin Laden, y no se “ajusten” con los dueños de la plaza con algún arreglo económico que les ayude, porque en contrario, y siendo extranjeros, y “residentes” en Murcia, hasta consiguen encarcelarlos por homicidio culposo, o por traer o no traer sus pasaportes en regla, o por pegar de gritos afuera de la plaza, o por generar desempleo… En fin, la vida sigue, con su rosario de errores, por lo que hasta Antonio Puerta, el novillero herido, debiera, en prevención, conseguirse un amparo judicial, por cosa de haberse dejado coger por el morlaco y causar el sobresalto al padre; luego también, por su torpeza inobjetable, seguro le fincan cargos (y le quitan mediante una onerosa multa el salario de sangre de la corrida) por ser la “mecha que detonó el incidente”, que aquí y en toda parte, la industria colectiva es “pasar la papa caliente” y “asaltar” a quien se deje, no que ahí estaba el valeroso novillero Puerta, muy sonriente e inocente de todo, arriba de la UME saludando a los transeúntes, sin saber que podría ser, el causante indirecto de la muerte del menor, porque de haberlo sabido, deja la risa, se tapona la herida con dedos y manos y no para de correr hasta llegar a Cehegín a esconderse en casa, porque esas pesetas que se ganó en Jumilla, casi le cuestan la vida.
Lo que pudiera aliviarle de presión, al pobre, es que con él también se equivocaron, ya que el diagnóstico preliminar de la cogida, que en un principio se precisó y operó “como una herida por asta de toro con una trayectoria de 10 a 15 centímetros que rompe la fascia muscular y que va por detrás de los vasos femorales, con contusión arterial a nivel del ligamento inguinal (a la salida de los vasos femorales hacia la pierna)”, resultó rapado, por lo incompleto, ya que al trasladarlo al Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, se le descubrió una “nueva” trayectoria de unos 12 centímetros, así como trombosis y rotura de la arteria femoral, por lo que tuvo que ser intervenido nuevamente para repararle con un parche y al parecer ya recupera flujos con buen resultado, pero todavía con pronostico reservado, no sea que le aparezcan más daños que aún no detecten los incapaces; por lo que le conviene al de Cehegín, apretar los ojos bien fuerte (para parecer privado o con afasia) por una o varias semanas, hasta que los de la plaza de marras se arreglen con los hermanos ecuatorianos en desgracia, y salir indemne de esta otra tragedia de consecuencias mortales; no importa que los aficionados le nombren en adelante “el Niño del Sueño” o “el Niño de los Sustos”, por los sobresaltos tan frecuentes que causa en sus devotos cada vez que le coge un toro, pues aún no se recuperaban del espanto de sus pasadas cogidas, una de ellas acaecida el 25 de septiembre de 2010, en la Plaza de Toros de Mula, y la otra, de finales de marzo de 2011, en Cehegín, en la que el toro le empitonó por la parte interna del muslo derecho, rompiéndole la bolsa escrotal, lo que le dejó con un testículo fuera, y como siga de agujetero de toros, por su toreo temerario, puede que no tenga el aguante y los arrestos del excelso maestro sevillano “Diego Puerta”, que soportó 50 cornadas como una sola, sin que su valor mermara. Duro compromiso para el de Cehegín el llevar tan glorioso apellido a cuestas, pero se esta fajando como los machos, que aún con medio huevo fuera y el otro remendado, le esta haciendo la lucha en serio a su espinosa profesión de torero. Que Dios premie su honrado esfuerzo y le depare tardes de gloria.
Antonio Puerta saluda desde el interior de la UVI móvil tras su cogida en la corrida donde estaba acartelado con el diestro Francisco Montiel y la rejoneadora Noelia Mota, quienes lidiaban reses de la ganadería de Nazario Ibáñez.
http://www.elecodejumilla.es/2011/06/el-novillero-antonio-puerta-sufrio-una-cogida-sin-consecuencias/
Fuentes necrológicas:
http://www.laopiniondemurcia.es/municipios/2011/06/10/muere-nino-14-meses-plaza-toros-portatil/329423.html
http://www.elecodejumilla.es/category/actualidad/
http://www.larazon.es/noticia/2594-un-nino-de-un-ano-muere-al-caer-de-las-gradas-de-una-plaza-de-toros-portatil
http://www.abc.es/20110610/cultura-toros/abcm-novillero-antonio-puerta-sufre-201106102127.html
Videoteca:
http://www.7rm.es/servlet/rtrm.servlets.ServletLink2?METHOD=DETALLENOTICIA&sit=c,6&id=35307