Los toros dan y quitan

RODRIGO DÍAZ DE VIVAR << EL CID CAMPEADOR >> 1043-1099

RODRIGO DÍAZ DE VIVAR  << EL CID CAMPEADOR >>  1043-1099

El Cid Campeador lanceando otro toro (1816)
Obra del ilustre pintor hispano universal
Don Francisco de Goya y Lucientes 

Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campeador”, nació en Vivar, provincia de Burgos, España, entre los años 1040 al 43. Caballero castellano, era hijo de Diego Laínez, descendiente de Laín Calvo, quedó huérfano a tierna edad y fue educado junto al infante Sancho, hijo del rey Fernando I de Castilla y León, quien, al acceder al trono castellano, lo nombró alférez real  en 1065-  Hacia 1066, el prestigio de Rodrigo Díaz se vio notablemente incrementado a raíz de su victoria en el combate singular que mantuvo con el caballero navarro Jimeno Garcés, para dirimir el dominio de unos castillos fronterizos que se disputaban los monarcas de Castilla y Navarra; el triunfo le valió el sobrenombre de Campeador. Como jefe de las tropas reales, Rodrigo participó en la guerra que enfrentó a Sancho II de Castilla con su hermano Alfonso VI de León, quien, derrotado en las batallas de Llantada (1068) y Golpejera (1072), se vio obligado a buscar refugio junto con su hermano García, en la corte musulmana de Toledo. El destino, sin embargo, quiso que Sancho II muriera en 1072, cuando intentaba tomar Zamora, con lo que Alfonso VI se convirtió en soberano de Castilla y León. (Otras fuentes refieren que uno de los soldados favoritos de Urraca (hermana de los pleitistas) asesina a Sancho y Alfonso regresó de su exilio para auto coronarse como Rey, por lo que Rodrigo Díaz tuvo que servir a Alfonso VI). El nuevo monarca no sólo no manifestó resentimiento hacia el Campeador, sino que, consciente de la valía de sus servicios, lo honró concediéndole la mano de su sobrina, doña Jimena, con quien casó en julio de 1074. No obstante, unos años después, en 1081, una inoportuna expedición a tierras toledanas sin el premiso real, que puso en grave peligro las negociaciones emprendidas por Alfonso VI para obtener la emblemática ciudad de Toledo, provocó su destierro de Castilla y la confiscación de todas sus posesiones. Rodrigo, abandona Castilla y se pone a las órdenes de Al-Mutamin, jefe musulmán de Zaragoza, donde llegó incluso y controvertidamente ahora, a luchar contra los cristianos, ocasionando derrotas al Conde de Barcelona y a las tropas de Aragón. En viendo Alfonso VI que las cosas se torcían demasiado, se retractó de sus actos y llamó a “El Cid” para que volviera del exilio y le ayudase en las luchas contra los almorávides del norte de África, empero Rodrigo optó por continuar con su ejército mixto de moros y cristianos, tomando Valencia en el año 1094, donde gobernó esta ciudad hasta que murió en un ataque de los almorávides en el año de 1099. Cuenta la leyenda, que los almorávides al conocer la noticia de la muerte de “El Cid”, esperaban la rendición de Valencia sin luchar. Sin embrago, las puertas de la ciudad se abrieron, y el cadáver del caballero apareció a lomos de Babieca (su afamado corcel), causando tal espanto en los musulmanes, que estos huyeron despavoridos, siendo este relato,  una leyenda que quizá no tenga un fundamento real. Doña Jimena, su viuda y sucesora, con la ayuda del conde Ramón Berenguer III de Barcelona, casado con su hija María en 1098, consiguió defender la ciudad hasta el año 1101, en que cayó en poder de los almorávides.
Fuente:
José Manuel Breval
http://historiageneral.com/

Existe una gran controversia entre los cronistas taurinos, sobre si Don Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campeador”, fue el primer alanceador de toros castellano tomando en consideración los dibujos y grabados de Goya del Cid Campeador “lanceando un toro” y la Mojiganga del Cid para fiestas del Señor (siglo XVII) en que aparece el Cid triunfando como torero. Testimonio éste anterior a la “Fiesta de toros en Madrid”, de Nicolás Fernández de Moratín, cuya relación con Goya ha venido estudiando la crítica. Fernández de Moratín, afirma que El Cid lanceó a un toro, que había causado el pánico entre los caballeros moros que estaban en aquella fiesta. Ello pudo suceder hacia 1040.

La hazaña, tal vez, creada por la imaginación del poeta: El Cid nunca lanceó toros, se dedicó a lancear moros. En contradicción con lo de Fernández Moratín está lo afirmado por tres buenos historiógrafos: Don Ramón Menéndez Pidal, don Pascual Millán y el Conde de las Navas (Don Juan Gualberto López Valdemoro). En toda la época de la reconquista hubo fiestas de toros, aunque El Cid no haya tomado activa participación en la brega. Alfonso El Sabio dio una infamante ley para los toreros. Lo que ya indica la tendencia de hacer de la Tauromaquia ejercicio propiedad de la nobleza en aquellas lejanas épocas, porque la ley era para los hombres que traicioneramente hieran o maten a las fieras, después que los  caballeros hayan luchado con ellas.
Fuente:
José María Díez Borque
http://revistas.ucm.es/ghi/02146452/articulos/ANHA0808120375A.PDF