Los toros dan y quitan

DIÓGENES FERRAND LÓPEZ 1880 - 1929

DIÓGENES FERRAND LÓPEZ     1880  -  1929

Diógenes Ferrand en 1889
https://familiadejulioferrandcouchoud.wordpress.com

En el "Resumen Pitonudo de 1929" de Carlos Vela (Jerezano) y José Rivera (Parrando) citan en el apartado de "Efemérides del Año-Mes de Abril", página 333, Día 14.- En Madrid, el notable escritor taurino Diógenes Ferrand asesina a su esposa Teresa Paz Díaz (a puñaladas) y se suicida después (usando el mismo cuchillo).
Fuente:
Don Rafael Gómez Lozano

El portal en Internet del medio informativo "Cambio Digital" refiere en una editorial de nombre "Efemérides del Periodismo Mexicano: Diógenes Ferrand", publicado el 17 de abril de 2013, cita: Diógenes Ferrand, periodista, crítico teatral y abogado español que era colaborador de varias publicaciones mexicanas, falleció el 17 de abril de 1929 en circunstancias trágicas: mató a su esposa, la mexicana María Teresa Paz Díaz (otros autores citan que era originaria de Cimarrones, Cuba), y luego se suicidó en Madrid, España, donde a la sazón residían. Ferrand anduvo por toda América y estuvo en México dos o tres veces, desde la época del porfirismo, al que criticó en ciertos artículos que le encargaban los periódicos de la oposición. Formaba parte del grupo de Mario Votira, Fernández Benedico, El chamaco Longoria, Pepe Elizondo, Rafael Medina y otros jóvenes periodistas de la época. Escribía con facilidad sobre teatro, toros, deportes y viajes. Como los artículos no producían suficiente dinero, Ferrand solía ampararse en las empresas teatrales, que representaba con éxito, llegando a ser gerente del Fábregas. Había estrenado alguna cosa en los escenarios. Apto, luchador e inquieto, desplegaba gran actividad en sus variados cometidos. Estuvo en Brasil, Argentina y Cuba, pero mostro cierta predilección por México, donde residió bastantes años. En un viaje a Pachuca, Ferrand conoció a la señorita María Teresa Paz Díaz, de honorable familia de intelectuales, de la que se enamoró, casándose con ella en México. Se dice que María Teresa Paz era una mujer verdaderamente bella. En México colaboró en La Risa (1911) y, desde Madrid, en Castillos y Leones (1920-1922). También fue corresponsal de El Universal Ilustrado en España (1923). En El Nacional fundó una sección especial llamada “Chismorreo Teatral”; para El Universal escribía “Toros y Deportes”. El diario madrileño "La libertad" del 18 de abril de 1929, así como otros cotidianos de la capital española, publicaron con amplios detalles la tragedia conyugal, que fue muy lamentada en los centros literarios, periodísticos y teatrales, donde Ferrand era conocido y estimado. Se puso énfasis en que la señora María Teresa Paz era muy inteligente, que realizó una entrevista periodística a Luis Freg (el torero) y que dio muestras de aptitud para las letras. Diógenes Ferrand había nacido en Galicia. Su padre era un profesionista francés y su madre era española. En la información publicada aquí por Excélsior, el 18 de abril de 1929, se manifestaba: “Los datos recogidos hasta la fecha coinciden en expresar que en los últimos tiempos Ferrand, cuyo carácter pacífico era bien conocido de todos, padecía una grave enfermedad mental, al mismo tiempo que una profunda consunción. Dicen los periódicos que su desequilibrio debe haber sido la causa del doble crimen”.
Fuente:
http://www.cambiodigital.com.mx/mosno.php?nota=141304#.Vj54WPkveUk

Otras fuentes:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1929/04/17/037.html
https://familiadejulioferrandcouchoud.wordpress.com/2014/11/23/entrega-5a-estaba-pendiente-la-familia-de-julio-ferrand/

Diario El Sol
Miércoles 17 de abril de 1929
Año XIII No 3658
Anoche, a las ocho, se descubrió en la calle de Don Ramón de la Cruz, núm. 62, piso segundo derecha, un espantoso crimen y suicidio, del que fueron víctimas don Diógenes Ferrán López, de cincuenta y dos años, casado, natural de Sevilla, y conocido corresponsal de varios periódicos de Méjico, entre ellos de "Toros y Deportes" y del "Universal Taurino", y su esposa, doña María Teresa Paz, de treinta y nueve años, bellísima mujer de conducta intachable. A la hora anteriormente indicada llegó a la referida casa doña Margarita Pantigas, amiga de la señora de Ferrand. Llamó repetidamente a la puerta, y viendo que no contestaban, bajó a la portería a informarse de si los señores del segundo habían salido. Extrañó a la portera que los inquilinos no contestaran, puesto que ella suponía que debían hallarse dentro, toda vez que siempre que salían, sobre todo la señora, tenían la costumbre de avisarla si se quedaba la casa sola o si en ella quedaba el señorito. Doña Margarita y la portera subieron nuevamente al piso ocupado por los señores de Ferrand y oprimieron el timbre repetidas veces, sin obtener, como antes, contestación alguna. Observaron por debajo de la puerta y vieron con extrañeza que había varias cartas y periódicos, introducidos, seguramente, por el cartero, que no habían sido retirados per los inquilinos. Alarmadas, decidieron dar cuenta del caso a la Comisaría del distrito de Buenavista, la que, a su vez, lo comunicó al Juzgado de guardia. Constituido el juez en la calle de Don Ramón de la Cruz, se buscó un cerrajero que franqueó la puerta del piso. Al penetrar en él las autoridades judiciales, y pasado un pequeño recibimiento, tropezaron en el pasillo con el cuerpo de un hombre tendido en el suelo, sobre un charco de sangre, y, al parecer, cadáver. Por la portera se supo que aquél era el inquilino del piso, D. Diógenes Ferrand. Continuó el juez su reconocimiento por las habitaciones, y al llegar a una pequeña que hay frente a la cocina y destinada a alcoba y gabinete, vio tendido en el suelo, entre dos camas cameras, el cuerpo de una mujer horriblemente acuchillado. Su cadáver pertenecía a la esposa del Sr. Ferrand, doña María Teresa de la Paz. Diligencias judiciales Ante aquel cuadro, el juez comenzó a instruir las diligencias pertinentes y que consideró de urgencia, ordenando que un médico de la Casa de Socorro se personara en el lugar del suceso y procediera a reconocer los cadáveres y reseñar las lesiones que determinaron la muerte. Continuó el juez su inspección ocular, observando que toda la casa, que está lujosamente amoblada, permanecía en perfecto orden. Sobre la mesilla de noche encontróse un revólver de pequeñas dimensiones con una cápsula disparada y cuatro picadas por haber fallado. Se hizo cargo también de cuatro cartas que había sobre la mesa de despacho, formando un pequeño paquete: una dirigida al juez; otra, según referencias, con un testamento ológrafo dando instrucciones; otra nombrando Consejo de familia para las hijas del matrimonio, niñas de siete y doce años, que se hallan en la actualidad, la pequeña, en el Colegio de los Sagrados Corazones, en Madrid, y la mayor en un colegio de París. La actuación del Juzgado en la casa duró más de tres horas, y al dar aquélla por terminada, el juez dispuso que se precintasen todas las habitaciones y que se pusiera en la puerta una pareja de guardias de seguridad, después de cumplimentada su orden de trasladar los cadáveres al Depósito Judicial. Horrible ensañamiento El médico de la Casa de Socorro expidió las correspondientes certificaciones, que fueron enviadas al Juzgado. Por ellas se sabe el ensañamiento que Diógenes Ferrand empleó para dar muerte a su esposa. Presentaba el cadáver de ésta tremendas heridas en ambos lados del pecho, con desgarros considerables; otras heridas profundas y extensas en el vientre, con salida de vísceras, y los brazos y las piernas presentaban numerosas heridas inciso cortantes de gran tamaño. Materialmente estaba, cosida a puñaladas. Cuando se cometió la agresión se hallaba vestida con una bata, negra. El marido presentaba una herida por arma de fuego en la región parietal derecha, de poca profundidad, y una puñalada enorme, hasta e1 mango, en la parte superior izquierda del pecho. El arma quedó clavada en la herida. A las once de la noche ambos cadáveres fueron llevados en el furgón Judicial al Depósito, donde los forenses del distrito a quien corresponda instruir el sumario les practicarán la autopsia.
Antecedentes.-
Se supone que el suceso debió ocurrir por la mañana. Aunque la reserva que sobre este suceso se ha guardado en los centros oficiales ha sido absoluta, por la información practicada por nosotros hemos podido lograr recoger antecedentes que permiten suponer las causas que han originado este sangriento drama familiar. Según referencias de varios vecinos y de personas que conocían al matrimonio Ferrand, entre ellos existía la mayor armonía, pues hasta en los detalles más pequeños se observaba el cariño que ambos se tenían. Una cosa tan sólo parecía nublar la felicidad de D. Diógenes Ferrand, y era su delicado estado, de salud. Aunque su enfermedad no sabemos que estuviese diagnosticada, parece que aquél se hallaba tuberculoso. Sin duda, viendo agotarse por momentos su vida, pensó en realizar el hecho consumado. Comprueba esto lo manifestado por una vecina, la cual dice que hace unos días, hallándose durmiendo doña María Teresa, su esposo se aproximó a la cama y quedó breves momentos contemplándola. En aquel instante despertó aquélla, y al ver a su marido que la miraba con tanta fijeza se sobresaltó. Entonces el Sr. Ferrand le dijo: -No te asustes; estaba contemplando lo guapa que eres. Y, al parecer, un poco contrariado se retiró de la habitación. La idea obsesionante del crimen siguió sin duda germinando en su cerebro hasta ayer, en que, según se sospecha, pues los cadáveres al ser recogidos ya despedían hedor, llevó a cabo su fatal determinación. La hora en que debió de cometerse el crimen se calcula que sería entre las once y doce de la mañana, ya que a la primera de dichas horas fue vista por última vez doña María Teresa por una criada que se hallaba limpiando en una ventana de enfrente.
Otros detalles.-
Entro los objetos que encontró el Juzgado en la casa figura una tarjeta postal escrita por la hija del matrimonio, que se halla en el convento de los Sagrados Corazones. En ella, la niña dice a sus padres que mañana, jueves, espera vayan a buscarla para salir de paseo con ellos. La forma en que está redactada la postal emocionó a cuantos la leyeron, pues demuestra los grandes deseos de la niña de ver a sus padres. El arma con que Diógenes Ferrand mató a su esposa y se suicidó es un cuchillo de monte, mejicano, de grandes dimensiones y afilada hoja. El juez citó para que comparecieran en su despacho a diversas personas que conocían a la familia Ferrand.
Declaración de los testigos.-
Esta madrugada ha continuado el desfile de testigos ante el Juzgado. Primeramente ha comparecido el escultor Sr. Coullaut Várela, que era gran amigo del parricida. Dice que, además de la enfermedad que padecía, puede que haya influido en Diógenes para cometer los hechos el que ahora pierde la corresponsalía de sus periódicos de Méjico, y que como todos sus negocios estaban en la citada nación y ahora hay frecuentes disturbios, sus asuntos marchaban con peor cariz. El Sr. Coullaut también veía la posibilidad de que como el parricida en su juventud padeció una enfermedad específica, le haya reaparecido ahora produciéndole un rapto de locura. De otra manera no se explica el parricidio, pues era de un temperamento pacífico. Después ha declarado la portera del domicilio de la víctima diciendo que el matrimonio se llevaba excelentemente, que nunca había dado escándalos y que no había observado nunca nada anormal. Diógenes Ferrand era hermano del inspector de Sanidad de Sevilla, Diógenes Ferrand era conocido entre los periodistas hispanoamericanos residentes en Madrid. Nacido en España marchó hace tiempo a Méjico, donde ejerció el periodismo de información. Entre otros periódicos estuvo en "El Universal". Hace siete u ocho años vino a España con el encargo de hacer información de toros y deportes. Tenía aficiones a la literatura dramática y estrenó hace dos o tres temporadas en Eslava, con la compañía. Meliá-Cibrián, un cuadro de costumbres andaluzas titulado "La leyenda de Almenillas", en colaboración con el periodista sevillano señor Jiménez Oliver.
http://www.apintoresyescultores.es/wp-content/uploads/2013/09/El-Sol-17-abril-1929.pdf