Los toros dan y quitan

LUIS ALBERTO DOMÍNGUEZ CAPDEVIELLE XXXX - 1937

LUIS ALBERTO DOMÍNGUEZ CAPDEVIELLE              XXXX  -  1937

Luis Alberto Domínguez Capdevielle
Cortesía de
Historias y Noticias de Yaracuy
elviarosielianny.blogspot.com

Refiere don William Ojeda García, en una editorial de nombre: "La última tarde del Coleador", publicada en la Red el 23 de abril de 2014, por don Rafael V. Martínez G.- La presencia de la crónica asume tamaño compromiso cuando esta se convierte en barricada contra la erosión del olvido. La forma de matar todo, de darle vida a la nada es, precisamente, olvidar todo. Es como una guillotina cortando la historia. Y eso no tiene cabida cuando en la memoria colectiva permanecen vivos los recuerdos del pasado que marcan su historia, presente y futura. Es el antídoto enfrentado a esa amenaza corrosiva que nos permite la presencia altiva de los valores merecidos que le dan continuidad a la vida del San Felipe de siempre.
Fiestas para honrar al patrón con la fe del pueblo es lealtad espiritual a su guía cristiano que también padeció dolorosas circunstancias Y en esos recuerdos de la pequeña ciudad estará siempre la antigua Calle Piar de San Felipe (hoy séptima avenida, entre Av. La Patria y Av. Caracas) donde se escenificaban aquellas bulliciosas tardes de toros coleados. Esa calle de los toros guardaba retazos de la fisonomía del pueblo donde se levantaban las casas de de don Baldomero Alvarado, América Trujillo, la familia Prado, Dr. Tiburcio Garrido, María Mujica, entre muchas otras frente a las cuales se construyeron carralejas mientras hermosas muchachas llevaban sus cestos de cintas multicolores y flores para premiar a los osados coleadores. Y en esa calle de polvo y piedra junto al pueblo estará la presencia tibia y alegre de Luis Alberto Domínguez Capdevielle con el arrojo de un yaracuyano valiente y decidido. Como están los recuerdos de sus amigos que colearon en esa calle como Juan Avendaño, Carlos y Pedro Pablo Bazán, Pedro, Alfredo y Gustavo Velázquez, Manuel Herrera, Marcial Guevara Luis Rojas, Simón Azuaje, Pedro Maya, Antonio y Bartolomé Salón Lizárraga,” El Chato” Parra, y tantos que le dieron vida al coleo yaracuyano, tan es así que el primero de agosto de 1943 llegaron a fundar en San Felipe la primera Asociación de Coleo de Venezuela. Hablar de las fiestas de mayo, también llega a la memoria la figura de ese gran coleador sanfelipeño que fue Luis Alberto Domínguez de honorable familia nacido en esta tierra donde una de sus mangas de coleo llevó su nombre. Era el pueblo aun reducido al ruralismo donde creció y se formo como hombre. Trinidad Figueira y Tiburcio Garrido fueron sus maestros de quienes, junto a otros talentosos coterráneos, recibieron sus mejores enseñanzas en pan de espiritualidad. Trabajador, estudioso y cordial, se convirtió en uno de los jóvenes más populares y queridos de su época. En las fiestas de mayo en honor al Apóstol San Felipe, fue uno de sus más fervientes seguidores y con emoción animaba la bravía tarde de los toros coleados. Que corta es la vida cuando se quiere tanto. Y Luis Alberto murió en plena juventud amando a su tierra.
¡Y quién lo iba a creer! En un caluroso 22 de Abril de l937 dos balazos truncaron la vida de este gallardo joven yaracuyano. El destino le había reservado una mala jugada aquel día cuando el pueblo se preparaba a festejar sus fiestas patronales a partir del 1º de mayo, día del Apóstol Felipe y aniversario de la instalación del primer Cabildo de San Felipe en 1731 y cumpleaños de su primo Dr. Félix Pifano Capdevielle testigo presencial de su minuto final. Hombre de a caballo, recio coleador, amigo de todo el mundo, enamorado de la vida, ese era Luis Alberto. A la hora de su finiquito existencial, era un joven trigueño, delgado. Nunca más, cuando el plomo lacero su humanidad, volvió abrir los ojos.
Cuando el aciago momento del fatal encuentro llevaba sus puños de montar y espuelas en sus botas. Seguramente su caballo “Gavilán” no se dio cuenta de aquel trance amargo donde su fiel compañero se apago. Dos disparos fueron suficientes para que esta vida útil se truncara. Dos tiros recibió Domínguez en un enfrentamiento y que un gatillo agitado de un corto y feo revolver de su oponente salieron por la boca del cañón negro los dos plomazos que acabaron aquella humanad hecho ocurrido en la zona céntrica de San Felipe cerca de la Botica Las Mercedes el 20 de abril de 1937. El coleador mortalmente herido batallo hasta lo último en defensa de su integridad, fue trasladado a la clínica del Dr. Ramón Cordido Whonsiedler. Donde además estaban presentes los Dres. Félix Pifano Capdevielle su primo, y Manuel Alcalá Medina, su amigo, quienes le prestaron asistencia médica e hicieron todo lo posible por salvarle la vida. En el informe médico se señaló que Domínguez presento una herida penetrante en el abdomen, en la región epigástrica y otra herida en la parte superior extrema del antebrazo derecho. La segunda herida tuvo orificio de entrada y salida y según el carácter que presentan estas heridas fueron producidas por arma de fuego, aproximadamente de nueve milímetros. El peligro de la herida del abdomen es de carácter gravísimo y requiere de intervención quirúrgica de urgencia y por tanto es de pronóstico reservado. El estado patológico antes de ser herido era normal, decía el informe médico. Dos agónicos días después, el 22 de abril los doctores. Ramón Cordido W. y Alcalá Medina rindieron un segundo informe médico legal sobre el estado de salud de Luís Alberto Domínguez Capdevielle del cual se lee: falleció hoy como a las cinco y media de la tarde. Un día después del lamentable deceso, el 23 de abril, los doctores C.S. Tamayo, Hugo D. Erizans Nones y Ramón Cordido Whonsiedler informaron: a nuestro juicio la causa principal de la muerte del lesionado Luís Alberto Domínguez, fue la herida del abdomen que recibió hace tres días, el veinte de este mismo mes. Los hechos aparecen relatados por testigos en el Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal del Estado Yaracuy de los Estados Unidos de Venezuela, de aquel entonces. Había muerto un hijo querido de San Felipe, uno de los mejores coleadores que ha tenido Venezuela en todos los tiempos, honra de Yaracuy, Luis Alberto Domínguez Capdevielle. El recordado periodista Rafael Dudamell García dijo: conocí a Luis Alberto, cuando por muy esforzado que fuera el vuelo de mis piernas, no alcanzaban los estribos de una montura. Los muchachos más grandes, los que venían llenos de sudor y tierra de las bulliciosas calles mencionaban su nombre con grata resonancia y narran emocionados las hazañas del joven coleador en su brioso caballo “Gavilán”.
-Una vez venía el grupo de jinetes por las veredas del barrio. Desde una pulpería cercana alguien enarbolo una botella de aguardiente claro entre sus manos e invitó a un trago y los hombres bajaron de sus bestias. Recuerdo que me ofrecí a tenerle el caballo a Luis Alberto, mientras él y sus compañeros calentaban el cuerpo para la aventura que les esperaba en la Calle Piar, donde los cohetes anunciaban “primero” para los toros coleados. Muchas veces traté de subir al caballo, pero el intento del vuelo se me quebró en las piernas porque el hombre me miraba desde el largo mostrador donde jugueteaba con la copa de licor. De pronto abandonó el grupo, me subió a la elevada silla y llevando a “Gavilán” de diestro me dio un corto paseo por la cuadra cercana. -Y un día, como un puñal, la noticia cortó la sonrisa de las mozas y hundió la tristeza en el rostro de los hombres, mujeres y los niños del pueblo:" hirieron a Luis Alberto". Luego el amargo anuncio de su muerte llenó de lágrimas los ojos de todos-
Decía Dudamell "eso de matar un hombre en el San Felipe de entonces era cosa corriente, pero matar a Luis Alberto era un asunto distinto". Nadie quería aceptar el hecho como cierto, pero los coleadores tuvieron que enlutar los bozales de sus caballos con una cinta negra y la Calle Piar cortó las amarras de sus corralejas para darle paso al entierro oteando al Templo Matriz de uno de los héroes de sus tardes de toros. Sobre los hombros de amigos y admiradores el ataúd llevaba consigo el despojos del joven coleador que muchas veces alegro las tardes bellas de las fiestas patronales de San Felipe en el mes de mayo. El Presidente del Estado Yaracuy, Eudomario Rodríguez lamento el deceso que enlutaba la ciudad y ordeno investigar el hecho a la vez que confundido reconoció en Luis Alberto ser un hijo gallardo merecido para Yaracuy. Aunque en principio se pensaban paralizar el coleo de las fiestas patronales, se llego a la conclusión que el mejor homenaje que se le pudiera rendir a Domínguez era que se celebraran las fiestas animadas con la colea que el mismo contribuyo enriquecer y que alguna vez dijo que de sorprenderlo la muerte seria como coleador. Y así fue. Se le rindió homenaje a su alma en la despedida al hombre que aun esta. Y así se fue tejiendo una leyenda en las bocas de las gentes que hoy lo recuerda como noble caballero y uno de los hijos predilectos del San Felipe de siempre. Su primo Antonio Capdevielle escribió: "tardes de toros coleados, de tiempos que ya han pasado, Luis Alberto y Pedro Pablo disputando mano a mano, la cola de un toro sardo…”
Profundamente consternado por la muerte de Luis Alberto Domínguez, el fino poeta sanfelipeño, Dr. Manuel Rodríguez Cárdenas, le dedicó un hermoso poema.