JOSÉ ÁNGEL SÁNCHEZ COHUÓ 1965 - 2015
El miércoles 6 de mayo de 2015, el Diario de Yucatán informó desde la villa de Maxcanú, Yucatán, México, que la fiesta taurina que cada año se realiza en el barrio de Zaragoza en honor de la Santa Cruz terminó anteanoche (día 4) en tragedia, cuando el vendedor de “bolis” (congelados con sabor a frutas) José Ángel Sánchez Cohuó, de 50 años, falleció al ser corneado por un toro de 400 kilos, de esos que se conocen en el argot taurino como de "siete suelas", "resabiados", ó "ya toreados", procedente del Rancho Santa María. Los hechos ocurrieron alrededor de las 7 de la noche, cuando iba a dar inicio la corrida, con el primer toro de la tarde. Como es costumbre, antes de sacar al toro al ruedo, los vendedores ambulantes entraron al redondel a ofrecer sus mercaderías, pero al parecer Sánchez Cohuó, vecino de Campeche, estaba distraído con lo suyo y no se percató del toque de salida, de modo que no tuvo tiempo de abandonar el redondel.
De acuerdo con los comentarios de la gente, el vendedor corrió con mucho esfuerzo hacia la reja principal por donde entran los caballos, pero el toro se dirigió directamente con encono hacia Sánchez Cohuó, quien lo último que intentó fue afianzarse de la reja, dejando a un lado sus neveras con bolis, pero en su desesperación no pudo subir a tiempo y el toro lo alcanzó y lo embistió en cuatro ocasiones, clavándole los cuernos en las costillas. Las brutales embestidas dejaron expuestos los intestinos del vendedor -alcanzándole, según el parte médico, a dañar hasta la columna vertebral-. La gente que se encontraba en esos momentos comenzó a gritar, pues no lograban que el toro dejara de masacrar al hombre. “Un torero se acercó con su capa para distraer al toro, pero el animal siguió corneando al pobre señor”, comentó una espectadora.
En un momento en que el toro se fastidió de empitonarlo y se distrajo, la misma gente levantó rápidamente al vendedor y lo sacó del ruedo; sus vísceras fueron puestas dentro de una gorra. Testigos llamaron a la Policía Municipal, cuyos agentes llegaron minutos después con una ambulancia y paramédicos para darle los primeros auxilios. Era demasiado tarde, el vendedor de “bolis” ya había fallecido.
Al sitio también llegaron elementos de la Policía Estatal y de la Fiscalía General del Estado, quienes acordonaron el área para evitar que la gente se acerque a ver el cuerpo del fallecido vendedor, en lo que la Fiscalía y el Servicio Médico Forense realizaban las investigaciones para levantar el cuerpo. Aproximadamente a las 10 de la noche el cuerpo fue levantado del lugar de los hechos y sacado en una patrulla del Ayuntamiento de Maxcanú, para la autopsia de rigor. Ya no hubo corrida.- Corresponsal Mily Maribel Canul Ek (Fin de la nota).
Fuente
http://yucatan.com.mx/yucatan/ciudadanos-y-comunidades-yucatan/un-toro-mata-un-vendedor-de-bolis#sthash.fY0ciLEp.dpuf
Instantes en que se llevaban al fallecido
http://www.coneltoro.com.mx/
Amargamente observamos que en esta plaza de marras, los improvisados organizadores no estaban preparados con enfermería, o al menos con alguna ambulancia médica equipada en el sitio para socorrer a los heridos, ni autoridad que se los exigiera; así que con tan graves cornadas recibidas por don José Ángel, la carencia de auxilio médico inmediato complicó más su precaria expectativa de supervivencia y ahí mismo falleció. Sirva esta trágica erudición también, para que al menos en un futuro se cercioren, antes de soltar a los toros, que efectivamente después de tocar el toque de salida, hayan desalojado el ruedo todos los vendedores que hubieren ingresado, porque si no lo hicieren, no es otra cosa más que un asesinato imprudencial consentido por los organizadores. Quede en la consciencia de estos pendejos la muerte de este inocente que andaba vendiendo ahí, por simple y llana necesidad, y no es justo ni cristiano que sin ver siquiera que ya no estén vendiendo, al simple toque de salida, se les eche la fiera encima para que los destroce por haberse demorado. A Dios gracias quedaron atrás, por monstruosas, las matanzas de cristianos en el coliseo romano. Es imperativo velar por quienes más lo necesitan.