Los toros dan y quitan

LA MUERTE DEL INDUSTRIAL LIZARRATURRI EN 1904

LA MUERTE DEL INDUSTRIAL LIZARRATURRI  EN 1904

Lucha entre el tigre “Cesar” y el toro “Hurón”
Plaza de toros de San Sebastián el 24 de julio de 1904
Obsérvese a las fieras fuera de la jaula antes de sobrevenir la tragedia
http://www.aryse.org/san-sebastian-capital-lucha-entre-un-tigre-un-toro-en-la-plaza-de-toros/

En el libro "Tauromaquia Añeja" (Historias), del afamado historiógrafo taurino don Fernando García Bravo, refiere en una de ellas, "Las últimas luchas de fieras" (que se celebraron en la Plaza de Toros de San Sebastián en 1904, y en la de Madrid en 1917).- "Que siempre que en las plazas de toros se han anunciado alguna lucha entre leones, panteras, osos, tigres o elefantes, teniendo por enemigo el toro, se han manifestado las protestas de los buenos aficionados, de revisteros taurinos y de periodistas en general, pero a pesar de las desaprobaciones inspiradas en un sentimiento de cultura, éstas no dejaron de celebrarse en nuestro país hasta el año 1917".

En la que pudiera considerarse la más trágica contienda de fieras acaecida en las plazas de toros de España, en su regio escrito don Fernando García Bravo cita una que transcribo de su página 201: "Se dispuso para el día 24 de julio de 1904 en la plaza de toros de San Sebastián; el programa lo componían tres novillos de López Plata y uno de Carreros, correspondiendo matar los tres primeros al valiente novillero Tomás Alarcón «Mazzantinito» y el último al sobresaliente Muñagorri. Una vez verificada la lidia de estas reses se celebraría la lucha de un tigre y un toro; después de algunos inconvenientes, fue elegido el que atendía por Hurón, de la ganadería de López Plata. Desde que se anunció la referida lucha no se hablaba de otra cosa. La ciudad de San Sebastián se vio invadida por una verdadera multitud integrada por gentes de la más variada condición, procedentes de las poblaciones vecinas de Bilbao, Vitoria, Pamplona y de los pueblos vecinos que media entre Pasajes, Fuenterrabía e Irún. La expectación fue enorme. Las localidades se agotaron rápidamente, no obstante haber sido elevado el precio en la taquilla. Para dar mayor atractivo, se exhibieron los dos enemigos, y la mayoría de la población desfiló por la plaza de toros y se cruzaron apuestas inclinándose, por lo general, a favor del toro.

Una vez acabada la corrida de lidia ordinaria, se instaló en el centro del ruedo una jaula que, según los informes de los ingenieros que la reconocieron, señores Sarasola y Carrasco, reunía todas las condiciones de seguridad que requería; sin embargo, advirtieron la necesidad de que en las puertas dejaran adheridas los jaulones de los dos contendientes, pues podía suceder que los barrotes cedieran en uno de los envites; lo cierto es que el cajón del toro fue retirado, y que por ese sitio se rompió la jaula. Primero soltaron al tigre, y luego penetró el toro por la puerta contraria a la que salió aquél; la lucha fue muy sosa y aburrida, pues si bien el toro arremetía a su contrario, éste se acobardó y no quería pelea; el toro dio bastantes revolcones, en uno de los cuales se torcieron varios hierros, que fueron arreglados a martillazos por los empleados de la plaza. El presidente, al ver al tigre que no quería lucha, y tal vez al enterarse de la poquísima seguridad que ofrecía la jaula, con acierto dio orden de que terminara la lucha; pero el público no se conformaba; quería que el espectáculo continuara, protestando ruidosamente.

En vista de esto, y sin saber nadie qué hacer, se hostigó brutalmente a los dos luchadores, pinchando con hierros al tigre y quemando infinidad de cohetes para que continuara la pelea; al fin embistió furiosamente el toro contra su contrario y, chocando contra la puerta donde se retiró el jaulón, cedió y quedaron en el ruedo las dos fieras, produciéndose un pánico horrible. La gente se atropellaba y pisoteaba para ganar las puertas, y hubo infinidad de heridos y contusos de los porrazos que se propinaron; a todo esto el tigre no se movía porque debía tener una herida de muerte producida por el toro; pero sin saber de quién salió la orden, los miqueletes de la provincia, demostrando no saber ni el arma que manejaban, empezaron a tiros con el tigre, haciendo fuego hasta lo menos 50 disparos, y esto fue lo que trajo peores consecuencias, pues las balas, unas de rebote y otras perdidas, fueron a dar en muchos espectadores, que quedaron gravemente heridos, siendo curadas en la enfermería de la plaza y en las Casas de Socorro. El tiroteo duró algunos minutos, pues muchos paisanos sacaron sus revólveres y los dispararon en todas direcciones.

El tigre murió del primer tiro que el oficial de la compañía le descargó. Con diversa gravedad fueron atendidas 15 personas por impacto de bala y a consecuencia de caídas y atropellos infinidad de lesionados. El que desde el primer momento ofreció más gravedad fue el industrial Juan Pedro Lizarraturry, que tenía una herida de bala en el bajo vientre y falleció en el hospital, donde fue trasladado, y M. Jean Puerre, con grave herida en el hipocondrio, que le llevaron en periodo agónico. El toro que luchó se llamaba Hurón y era de la vacada de López Plata y el tigre que había sido trasladado desde las selvas africanas -según el anuncio- (sabido es que los tigres solo se dan en Asia), tenía el nombre de César."
Fuente:
http://www.realfederaciontaurina.com/PUBLICACIONES%20REVISTAS%20y%20PREMIOS/Tauromaquia%20A+%C2%A6eja.pdf


http://www.aryse.org/san-sebastian-capital-lucha-entre-un-tigre-un-toro-en-la-plaza-de-toros/

Por su parte cita el diario "El Correo de Guipúzcoa" del 26 de julio de 1904: «El triste suceso acaecido anteayer por la tarde en la nueva plaza de toros ha dejado en muchas familias amargos recuerdos, en algunos hogares dolores inextinguibles. Alegres, satisfechos, sonrientes marchaban todos a la plaza, deseosos de gozar con el espectáculo tanto tiempo atrás anunciado con la salvaje lucha del tigre 'César' con el toro 'Hurón', de la ganadería de Carreros».

« ¡Pobres hermanos nuestros, que fueron a solazarse un rato y se encontraron con un balazo!». «Fuimos de fiesta y volvimos de entierro». Imprudencia. «La sangre ha corrido en la plaza de toros, vertida por las balas Maüsser de la fuerza pública, que con gravísima e injustificada imprudencia rompió, no sabemos por orden de quién, un fuego graneado contra el tigre que yacía agonizante en el ruedo a la puerta misma de la jaula».

«Hemos visto el informe facultativo dado por los ingenieros Carrasco y Sartasola cuando fueron previamente llamados a reconocer las condiciones de resistencia de la jaula en que debían luchar el toro y el tigre. En dicho informe, se señalaba como punto débil y sin condiciones de seguridad la puerta que, cediendo el domingo al empuje del toro, permitió que las fieras pudieran salir de la jaula». «En primer término es culpable la autoridad, que después del precitado informe (...) no ordenó a los mismos ingenieros o a otras personas peritas que volvieran a reconocer la jaula y vieran si se había, o no, cumplido la reforma señalada como necesaria».

«El gobernador celebró una conferencia con el jefe de miqueletes y probablemente se ocuparían de averiguar las causas que obligaron a la fuerza de aquel cuerpo a hacer fuego sobre la fiera».

«Nadie ignora la extraordinaria velocidad y el terrible alcance de los fusiles Maüsser. Es difícil, dificilísimo, casi imposible, que pueda anularse el movimiento de sus proyectiles en una distancia tan exigua como el ruedo de una plaza de toros, sobre todo si el tiro no se dirige normalmente, sino en ángulo agudo (...). Hallándose atestados de gente los tendidos y gradas de frente a los tiradores, por fuerza habían de ocurrir desgracias merced al efecto rebote de las balas, aun suponiendo exacta la puntería, que tampoco lo fue, tal vez por el aturdimiento y la precipitación con que se hicieron los disparos».
Fuente:
http://www.diariovasco.com/v/20100724/san-sebastian/fuimos-fiesta-volvimos-entierro-20100724.html

Otros heridos reportados en la Plaza del Chofre según los periódicos de la época fueron: “D. Julio Urquijo, diputado por Tolosa, fue herido en una muñeca; D.Carlos Larranda, en la rodilla; Mr. Jean Pierre, encargado de la fábrica de bujías del Sr. Lizarraturry, recibió un balazo en el costado y se desplomó, arrojando mucha sangre. El marqués de Pidal fue herido en el rostro, retirándose inmediatamente de la delantera de grada que ocupaba; D. Felix Casi también recibió un balazo.” Fuente:
http://www.aryse.org/san-sebastian-capital-lucha-entre-un-tigre-un-toro-en-la-plaza-de-toros/
Otras fuentes:
http://ireneu.blogspot.mx/2013/08/un-tigre-un-toro-y-el-infinito.html