Los toros dan y quitan

JOSÉ BRUNO AHUJETAS Y QUESADA (1837 - 1872)

JOSÉ BRUNO AHUJETAS Y QUESADA

José Bruno Ahujetas y Quesada
Tomado del libro Víctimas del Toreo de
Don Juan José Zaldivar Ortega

Varilarguero afamado que fue herido de muerte  el 9 de agosto de 1872 en Valdepeñas (La Mancha, España),  por un toro de la vacada de don Valentín Gómez Navarro (otros cronistas lo refieren como de don Valentín Flores), de  nombre “Rubillo o Lechuzo”, muriendo el  día 14 siguiente. Refiere don Joaquín Monfil en la revista Terralia No 55 que: <<La vida de José Bruno Ahujetas y Quesada, que figuró en los carteles taurinos como "Ramón Agujetas", no fue la de un ciudadano cualquiera. Nació el 6 de octubre de 1837 en Almagro (Ciudad Real), en el seno de una muy modesta familia. Desde muy jovencito estuvo trabajando, primero de zagal, ayudando al mayoral y más tarde como delantero, en las diligencias del señor Pastor, que cubrían la ruta entre Aranjuez y Madrid, hasta que se construyó el ferrocarril y fueron suprimidas. Todo lo anterior, aparte de proporcionarle innumerables aventuras, pues así eran entonces los viajes en carricoches, le dio unos grandes cocimientos sobre caballos y su manejo, ya que a veces incluso tenía que montarlos o domarlos. Con este currículo se presentó en la plaza de toros de Madrid, la de la puerta de Alcalá, donde se emplearía como mozo de cuadras durante un tiempo, lo que le sirvió para descubrir un fantástico mundo, el de los toros, en el que encontraría su verdadera vocación.

Comenzó a asistir a las capeas de los pueblos cercanos, donde iniciaría el meritoriaje como aprendiz de peón y banderillero pero, tras estudiar la actuación de los picadores y su dominio de los caballos y de las puyas para esquivar las acometidas de los toros, descubriría sus propias posibilidades y  comenzaría a picar en novilladas locales, llegando a emplearse con algunos que llegarían a ser matadores importantes, como Julián Casas "El Salamanquino", Gonzalo Mora y Vicente García "Villaverde", y  así, mediante sus contactos en la capital, a partir de los años 60 empezó a aparecer en los carteles madrileños, primero como picador de reserva,  y poco a poco como uno de los asiduos del abono, muy del gusto de los aficionados, reclamado y aclamado por los espectadores. Cuenta su leyenda que, al terminar la temporada de 1868 en Madrid, viajó a La Habana acompañando a "Curro Cúchares", aunque al fallecer éste (víctima del vómito negro) en diciembre de ese mismo año, regresó rápidamente a España y  el 22 de julio de 1869 recibiría la alternativa  de manos del afamado sevillano, de la dinastía de hermanos picadores de Alcalá de Guadaira, José Calderón (éste según algunos autores llevaba el seudónimo de "Recortes" y según otros el de "Dientes",  y así lo hace constar Cossío), para picar su primer toro cinqueño como titular en Madrid, ya que los cuatreños eran entonces considerados novillos. A partir de este momento, se emplearía como fijo en la cuadrilla de Salvador Sánchez "Frascuelo", se haría habitual en las corridas madrileñas y su fama comenzaría a crecer, ayudado por varias publicaciones en diarios como "El Tábano" y "Sol y Sombra", que darían a conocer la vida plena de aventuras de este popular y gran varilarguero manchego, a la altura de los mejores y todo lo que había tenido que pasar hasta alcanzar ese lugar de privilegio. Para que su vida llegase a ser auténticamente de leyenda sólo le faltaba un pequeño episodio: convertirse en una víctima trágica de la tauromaquia. Pues esto también sucedería, como veremos a continuación. El domingo 14 de julio de 1872 asistió el público de Madrid a la que sería su última actuación en la capital, aunque sólo el destino lo podía saber. Era una corrida extraordinaria, con un cartel anunciando seis toros de Manuel Bañuelos Salcedo, de Colmenar, picados por los hermanos Antonio y Francisco Calderón, Juan Antonio Mondéjar "Juaneca" y "Ramón Agujetas". Los espadas eran Cayetano Sanz, Rafael Molina "Lagartijo" y Salvador Sánchez "Frascuelo". La corrida fue muy buena y todos los actuantes, tanto a pie como a caballo, estuvieron a gran altura, pereciendo once equinos. En el último toro sufrió "Agujetas" una caída del jaco, a consecuencia de la cual se lesionó levemente la mano derecha y tuvo que ingresar en la enfermería. Los días 8 y 9 de agosto de ese año acudió con la cuadrilla de Salvador a torear en las fiestas de Valdepeñas. El día 9, al entrar a picar al tercer toro, negro zaino de capa (según unos autores Lechuzo, de Valentín Flores y según otros Rubillo, de Amós Sánchez Flores), fue descabalgado por un derrote del astado, saliendo por los aires y cayendo desgraciadamente sobre la parte delantera de la res, que le enganchó con la punta del pitón por debajo de la tetilla izquierda. En la caída, con su cuerpo resbalando boca abajo, el pitón terminó por engancharse en el cuello, donde produjo tremendos destrozos. El infortunado picador quedó un instante de pie sobre la arena y sus compañeros le llevaron rápidamente a la enfermería y le condujeron a la posada local donde se alojaba. A pesar de todos los cuidados que recibió, eran tan graves las heridas del cuello que el día 14 del mismo mes fallecería, a las ocho y media de la mañana, rodeado de sus muchos amigos y la cuadrilla. Su entierro sería una sentida y multitudinaria manifestación de duelo en todo el orbe taurino. Y así terminó la turbulenta vida de aventuras de uno de los más grandes picadores del siglo XIX, poseedor de grandes conocimientos sobre sus cabalgaduras (llegando a veces a hacer decir a sus seguidores que su cuerpo y su puya eran una prolongación del propio equino) y con una gran técnica para detener a los toros, pararlos y defender su montura. Los muchos triunfos que alcanzó, los afamados diestros que le conocieron y las importantes cuadrillas con las que alternó aumentarían su fama hasta límites impensables. En resumen, una vida de leyenda. "

El erudito taurino, don Juan José de Bonifaz Ybarra, en su libro “Víctimas de la Fiesta”, relata así, de manera sucinta, el trágico fin de este gran picador de toros: << Manchego, de Almagro, fue José Bruno Ahujetas Quesada, que formó en la cuadrilla de Salvador Sánchez (Frascuelo), a cuyas órdenes participó en la corrida celebrada en Valdepeñas (Ciudad Real) el 9 de agosto de 1872. En tal ocasión el cornúpeta “Rubillo”, de la ganadería de Amós Sánchez Flores, le hirió tan certeramente en el cuello que expiraría el inmediato día 14 de agosto de 1872. "