JULIO GARCÍA CORDÓN (1956 - 2009)
Julio García Cordón de 53 años de edad, natural de la localidad palentina de Dueñas, falleció el 15 de agosto de 2009, cerca de las 9:47 horas de la mañana, durante la capea posterior al primer encierro de las Fiestas de Nuestra Señora y San Roque, en Peñafiel (Valladolid), tras recibir una cornada en el abdomen y otra en la pierna izquierda de un novillo de la ganadería de los Hermanos Sánchez Herrero. Detallan quienes vivieron de cerca la tragedia, que tras el encierro, se soltó en el coso de Peñafiel un primer astado que, tras amagar un salto de la barrera en tres ocasiones, logró pasar por encima de las tablas. En ese momento se introdujo en el portal por el que se accede al palco Consistorial y corneó de extrema gravedad a don Julio en la zona abdominal y en la pierna izquierda cuando soportaba la brutal paliza del astado, mientras que los mozos inmediatos, intentaban sin fortuna distraer al astado. Rápidamente mozos, espectadores, entre los que se encontraban algunos vecinos de la víctima, y personal del Ayuntamiento, trasladaron al herido hasta la enfermería de la plaza, donde el personal médico le intervino de urgencia antes de evacuarle en ambulancia hasta el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, trayecto en el que falleció. La misa solemne en honor a San Roque, celebrada el domingo 16 de agosto de 2009 en la iglesia peñafielense de San Miguel, estuvo dedicada al descanso eterno del fallecido. El Alcalde de Dueñas, Miguel Ángel Blanco, manifestó que don Julio era un vecino muy querido y con muy buenas relaciones en la localidad. Era una persona muy aficionada a los encierros, que siempre acudía a los festejos de las provincias palentina y vallisoletana, pero no solía correr en ellos. El fallecido estaba casado y tenía tres hijos menores de 30 años. Miles de personas despidieron en Dueñas los restos mortales de don Julio García Cordón. Vecinos de la localidad eldanense, y amigos de la víctima, llenaron la iglesia de Santa María La Asunción y arroparon a la familia con su consuelo, evidenciando así, que era un hombre querido y apreciado por todos los vecinos de la localidad palentina.