El joven basauritarra José Antonio Vaquero Ferrero, de 30 años, natural de Palazuelo de Sayago, falleció durante un accidentado encierro celebrado el 25 de agosto de 2007 en Fermoselle, Zamora, próximo a los Arribes del Duero y la frontera de Portugal. El momento de mayor peligro del encierro se vivió cuando los astados habían llegado ya a la plaza de toros y uno de ellos, rompió una de las talanqueras del coso taurino (la madera de la estructura no se encontraba en buenas condiciones, al tener carcoma en muchos puntos, y la instalación no era la más adecuada). A continuación, otro de los astados, un toro rojo, aprovechó el hueco de la madera rota para acceder al callejón y cornear a varios espectadores que presenciaban el encierro, entre ellas a José Antonio (que no era seguidor, ni recortador de toros, sino que había ido al festejo a despedirse de sus amigos, porque salía de viaje a Bilbao), y que recibió una terrible cornada en el pecho. Relata d. Santiago Marcos de la Peña, conocido en Fermoselle como "El Chagui" (y que resultó magullado al intentar salvar en acto heroico al difunto José Antonio) "que el toro, que le había clavado el cuerno al joven basauritarra, le subía y le pegaba con la parte superior de la talanquera y lo bajaba, y allí lo corneaba. Perdió el sentido enseguida", sin embargo, y a pesar de haber estado tendido en el suelo por largo tiempo, por el caos reinante, refieren testigos, que por su fortaleza, alcanzó a salir con vida de la enfermería de la plaza, muriendo en el traslado por tener seccionada la aorta. "Tenía ya poca vida, porque había perdido mucha sangre, era impresionante el boquete que presentaba". Debido al trágico suceso, por la tarde se guardó un minuto de silencio en la novillada, en la que los matadores Juan Diego, Carlos Javier Doyagüe y Santiago Hernández lidiaron los toros de la ganadería salmantina de don José Luis Valrubio, y se decretó también un día de luto oficial por tan lamentable deceso, esperando su servidor, que los organizadores de tales festejos, jubilen ya los ruinosos maderos de las talanqueras para la temporada siguiente, porque a ellos, y a las autoridades que no revisan y se hacen de la vista gorda, debemos la muerte de José Antonio, un inocente.