MATTEHEW PETER TASSIO (1973 - 1995)
Novel corredor de encierros originario de un suburbio de Chicago en el estado de Illinois en los Estados Unidos de Norteamérica de 22 años, que falleció el 13 de julio de 1995 en los festejos de los “Sanfermines” cogido por un toro de la dehesa de Torrestrella de don Álvaro Domecq Díez, de nombre “Castellano”, a la altura de la Plaza del Ayuntamiento. La cornada fatal tuvo lugar cuando el joven se levantaba de una caída previa empitonándole pavorosamente y cargando con él varios metros, vaciándose en cuestión de minutos y llegando en agonía a un hospital cercano donde le atendieron de inmediato, pero resultando infructuosos sus esfuerzos por salvarle.
Testigos presenciales refieren que el joven tropezó en la cuesta de Santo Domingo y su caída arrastró a otros corredores. Al contrario de lo que hicieron los mozos con más experiencia, el fallecido se incorporó y fue inmediatamente arrollado y corneado por "Castellano", un toro de pelo castaño de la ganadería de Torrestrella de 575 kilos de peso que encabezaba la manada. El herido fue trasladado de inmediato al citado centro hospitalario pero, en la misma mesa de operaciones, sufrió una parada cardiorrespiratoria que no pudo superar y le provocó la muerte. Según se hace constar en el parte médico, Matthew Peter presentaba cornada en el abdomen, rotura completa de la aorta, sección interna renal izquierda y lesión en el hígado. El jefe del servicio de urgencias del hospital de Navarra, Mariano Martínez Vergara, señaló que "en treinta años nunca había visto una cosa tan grave". El joven se encontraba de vacaciones en Europa y el miércoles, es decir, un día antes de la cogida mortal en el encierro, había llegado con un compañero a la capital navarra, procedentes de Barcelona. El otro muchacho le esperaba en la estación de autobuses y, al advertir su tardanza y tener conocimiento de que un joven norteamericano había sido corneado en el encierro, se personó en el hospital, donde identificó el cadáver. Los restos del fallecido fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense de Navarra. Hilarión Martínez, cónsul de Estados Unidos en Bilbao, notificó personalmente, por vía telefónica, el fallecimiento a los padres del joven. El consulado se encargó de los trámites para la repatriación de su cadáver.
El diario "El País" del viernes 14 de julio de 1995 informaba de la pluma de su editorialista Juan Mora que el norteamericano Matthew Peter Tassio, de 22 años, falleció ayer desangrado a los pocos minutos de ser corneado por un toro de la ganadería de Torrestrella en el séptimo encierro de San Fermín. Hacía 15 años que nadie moría en el encierro. El estadounidense, que fue empitonado en el abdomen con rotura de la aorta, hizo en un 13 de julio la víctima número 13, después de que también un día 13 un toro de Guardiola matara a dos mozos. El parte médico certificó la existencia de vida en el muchacho durante 49 minutos, desde que fue ingresado, pero realmente ya estaba muerto cuando llegó al hospital. Los datos personales se obtuvieron del pasaporte ensangrentado que permanecía en el bolsillo del muchacho. Matthew Peter Tassio comenzó a morir 41 segundos después de que, a las ocho de la mañana, se disparara el cohete que daba anuncio al comienzo del encierro de los toros de Torrestrella. El chico esperaba al final de la cuesta de Santo Domingo, cayó entre la multitud, los mozos comenzaron a saltar por encima de él; pudo incorporarse cuando, ante la inminencia del paso de la manada, se despejó el recorrido, pero volvió a tropezar con otro mozo que también trataba de levantarse. Quedaron los dos solos en medio del estrecho pasillo de corredores apelotonados a la entrada de la plaza del Ayuntamiento. Matthew, guardando el equilibrio- con dificultad-, buscó ganar la acera, ofreció su costado derecho al toro y éste le reventó. El toro asesino se llamaba "Castellano", un colorado de 575 kilos, que se adelantó a la manada y arrolló a Matthew. No le quiso coger, sino que se lo encontró en su camino. Giró la cabeza hacia la derecha, donde se levantaba el chico, y la punta de lanza de media tonelada de peso, lanzada a 28 kilómetros por hora, que es la velocidad que a la que los atletas corren los 800 metros a ritmo de récord mundial, penetró sin dificultad por una zona blanda y vital del cuerpo. "Castellano" notó el contacto y quiso apartar aquello que había enganchado. Sacudió la cabeza, enderezó el cuello y lanzó a Matthew 15 metros por delante. Cuando éste cayó, pasó a su lado, le miró, le puso el pitón a escasos centímetros de la cara y continuó la carrera. Matthew moría. Estaba semi- sentado, con las manos apoyadas atrás, intentó levantarse y cayó. La forma como se derrumbó y la terrible hemorragia que sufría vaticinaban el final. El temerario comportamiento de los miembros de la Cruz Roja, que saltaron al recorrido sin fijarse si venían más toros, y la manera tan vertiginosa como fue trasladado al hospital, no hicieron sino confirmar que se trataba de un percance sin precedentes en los últimos sanfermines. La cogida, de ayer es la segunda mortal que protagoniza un toro de Torrestrella en la historia de esta ganadería, que data de 1954, después de que matara a un banderillero en Bilbao. Matthew es el segundo extranjero que muere en un encierro de San Fermín y el primer norteamericano.
"Quizá mi cara fue la última que vio":
Ángel Benítez, de 33 años, técnico de RNE en Pamplona y voluntario de la Cruz Roja desde 1985, gritó a sus compañeros: "¡Es muy grave, tenemos que parar la hemorragia como sea!". Dos horas más tarde no le importó reconocer que dijo lo de "muy grave" por no ser fatalista: "Primero fue ver cómo caía; después, aquella tremenda herida por la que salía sangre a borbotones y, para terminar, ese rostro que se quedaba sin vida por momentos. En mi interior sabía que se moría. Me siento abrumado, porque quizá mi cara fue la última que vio y no le pude ayudar".
La obsesión del puesto de la Cruz Roja que atendió a Matthew era taponar la hemorragia, porque de lo contrario no llegaría con vida ni siquiera a la ambulancia. Ángel Benítez le tomó el pulso en la yugular. "Aún lo tenía", recuerda, "respiró dos veces, comenzó a tener convulsiones y dificultades respiratorias. Estaba claro que la cornada le había destrozado zonas internas y vitales del cuerpo. Su reanimación tenía que ser inmediata, porque tres minutos de parada respiratoria conlleva gravísimas lesiones irreparables y unos pocos minutos más, la muerte".
En la ambulancia continuaron taponándole la herida para detener la hemorragia. "Estaba inconsciente, muy pálido, y cuando a base de compresas y presiones logramos que dejara de sangrar pensé que se salvaba, pero llegando al hospital tuvo una parada respiratoria. Le mantuvimos vivo aplicándole oxígeno", relata José María Rueda, de 22 años, empleado de una gasolinera y en la Cruz Roja desde 1988.
En el hospital nada hubo que hacer. Félix Carmona, director de comunicaciones del Gobierno de Navarra, presenció el ingreso de Matthew. "Llegó con un 10% de sangre, debido a la terrible hemorragia interna que había sufrido. Pasó directamente al quirófano, porque ya estábamos advertidos de la gravedad del percance". Minutos después, los médicos certificaron su muerte. Ángel y José María conocieron la noticia en el centro de la Cruz Roja. Todos los compañeros que habían sido testigos directos de la agonía de Matthew apretaron los dientes para que no se les saltaran las lágrimas.
Fuente:
http://elpais.com/diario/1995/07/14/cultura/805672815_850215.html