SALVADOR GARCÍA MATEO (1896 - 1940)
Salvador García Mateo, fue un matador de novillos, nacido en Borox (Toledo) el 14 de junio de 1896, y que falleció el 22 de junio de 1940, a los 44 años de edad, cuando intervenía en las faenas de apartado de una corrida de toros de don Domingo Ortega y el caballo en que montaba fue derribado por uno de los toros, con tan mala fortuna que el antiguo torero recibió un golpe en la cabeza, del que murió el día 22 siguiente en el Sanatorio de Santa Alicia, de Madrid. Después de haber actuado en funciones de pueblo y en algunas plazas de mediana importancia, se presentó en Madrid el 4 de noviembre de 1917, en novillada de 6 matadores organizada por “La Lidia”. Salvador demostró no malas disposiciones, aunque la categoría de la plaza pareció cohibirle. En 1918 subió un poco su cartel. El 17 de marzo de 1918 actuó en Barcelona, alternando con “Amuedo” y Francisco Ruiz Lezcano en la muerte de novillos de don José Bueno; el toledano despachó a sus cornúpetos de forma poco lucida. En la temporada de 1919 se sostuvo, trabajando de vez en cuando en ruedos de alguna importancia. En el año 1920 la nombradía de Salvador García subió grandemente, despachando en total 29 novilladas, algunas de ellas con buen éxito. El 29 de julio de 1920, en novillada nocturna, mató dos novillos de Terrones, alternando con “Mayito”. Esta vez interesó el de Borox, concediéndosele la oreja del primer bicho y siendo ovacionado en la liga del segundo. En 1921 se apagó de tal forma que fueron contadas las corridas en que tomó parte y éstas con poca aceptación. Esta vez, el hundimiento de García fue definitivo, y en parecidas circunstancias a las de 1921 toreó en novilladas pueblerinas modestas durante varios años, sin que la fama que en ellas adquiriese fuera suficiente para que empresarios de circos importantes se acordasen de él. Reapareció nuevamente en el campo taurino, apadrinando a un joven paisano suyo que quería ser torero, hacia el año 1930. Sufrió Salvador García las vejaciones y los tratos despectivos que ordinariamente se dan a los artistas desconocidos y que no interesan. Pero García insistía una y otra vez, con uno y otro empresario de plazas modestas, para ver cumplido su empeño. Y consiguió al fin que torease en ellas Domingo López Ortega. No es del caso resaltar las muchas o pocas vicisitudes -más bien pocas- de éste para triunfar de un modo definitivo; pero sí lo es hacer notar cómo se cumplieron sus felices augurios que hizo Salvador de su recomendado o apadrinado. Ortega, al llegar, indudablemente por sus méritos, a la categoría de figura destacadísima entre los matadores de su época, nunca olvidó a quien le alentó, le enseñó cuanta sabia, que no era poco, e influyó o intrigó para su presentación en varias o muchas plazas, colocando en primer lugar, como ya se vio en el trabajo dedicado a Domingo López Ortega, protegiéndole después en varias formas, en la temporada del año 1933 le incorporó a su cuadrilla y en ella estaba cuando don José María Cossío comenzaba a escribir la quinta edición de su monumental obra “Los Toros”. Y en aquél empleo, en el que Salvador García, al lado de su apadrinado Domingo López Ortega, debió de disfrutar de verdad de la Fiesta Brava, a la vez que cumplía muy bien como peón de lidia y nada mal como banderillero. (Fuente: Crónica de don Juan José Zaldívar Ortega)
El erudito taurino, Juan José de Bonifaz Ybarra, refiere de esta víctima de la fiesta, que << al ayudar en las faenas de apartado de una corrida de toros del torero y ganadero Domingo Ortega, el 17 de junio de 1940, en una finca de la provincia de Toledo, es derribado del caballo Salvador García Mateo, que venía figurando en la cuadrilla del maestro de Borox. Se produce graves lesiones en la cabeza que dan como resultado su muerte, registrada el siguiente día 22 de junio de 1940 en el madrileño sanatorio de Santa Alicia. "