MANUEL REYES (XXXX - 1929)
Novillero que fue cogido por un novillo el 17 de agosto de 1929 y fue muerto al día siguiente.
Manuel Reyes, novillero sevillano: Se abrió paso en su profesión a raíz de su presentación en la Plaza de Toros de Burgos de Osma (Soria), en calidad de sobresaliente, en una novillada, el día 17 de agosto de 1929. El primer novillo sobrero, del Conde la Puebla de Valverde, le cogió, causándole tan graves heridas que falleció al día siguiente 18. (Fuente: Crónica de don Juan José Zaldívar Ortega.)
El erudito, Juan José de Bonifaz Ybarra, refiere de esta víctima de la fiesta, que << en la villa soriana de Burgo de Osma se celebraban las fiestas patronales de San Roque. Una de las corridas programadas, una novillada en que actuaban mano a mano Antonio Labrador (Pinturas) y José Royo (Lagartito II), con el sevillano Manuel Reyes de sobresaliente de espada, tenía fijada la fecha del 17 de agosto de 1929. Un astado de la divisa del conde de la Puebla de Valverde, lidiado en último lugar, hirió de extrema gravedad a Reyes, provocando su deceso el siguiente día en la mencionada localidad episcopal. "
En el "Resumen Pitonudo de 1929" de Carlos Vela (Jerezano) y José Rivera (Parrando) citan en el apartado de "Las víctimas de los Toros", páginas 317-320, que Manuel de los Reyes.- Esta otra víctima del toreo era un modesto novillero sevillano, pariente de "Gitanillo de Triana" y de "Cagancho", e influido, quizá, por el triunfo, gloria y dinero que alcanzaron éstos en la profesión, se lanzó a ella en busca de tan preciados dones, sin condiciones, tal vez, y sin contar con las espinas con que se halla cubierto este camino, en el que la mayoría de las veces se encuentran, en vez de lo que con tanto afán se persigue, desilusiones, sangre y hasta la muerte. Este muchacho probó sus aptitudes por algunas plazas pueblerinas, y sin duda persuadido de que no era un equivocado, decidió venir a Madrid para darse a conocer a los aficionados de la primera plaza de España, fuese como fuese, a cuyo fin aprovechó la ocasión en que la afición madrileña se reunía en la plaza de Toledo el día 1 de abril del año pasado, para ver lidiar a Félix Rodríguez, "Cagancho", "Gitanillo de Triana" y Barrera reses de Guadalest. Efectivamente, allá se fue; y hallándose en el ruedo ambos parientes suyos, se lanzó a la plaza con una muletilla, y a los pocos instantes era cogido por el toro y herido de alguna importancia. El muchacho causó buena impresión en los espectadores, y este hecho le valió la protección de algunos aficionados de Madrid y de Toledo, los cuales, una vez curado, le proporcionaron su debut como novillero en una corrida con picadores en Madrid, en la plaza de Vista Alegre, en la tarde del día 22 del mismo mes de abril, en unión de Justino Mayor, "Saleri III", y Cecilio Barral, con reses de D. Ramón Blázquez, en cuya corrida quedó aceptablemente. El 25 de julio volvió a torear en Toledo, con Saavedra y Sánchez Barajas, ganado de la Viuda de Ortega, repitiéndole, por su buen comportamiento y franco éxito, el día 15 de agosto, alternando con Isidro Sánchez, "Finezas", en la lidia de reses de Salas. El día 16 de septiembre fue la última novillada que toreó en este año, la que se celebró en Yepes (Toledo). En el presente año de 1929 sólo llevaba toreadas dos novilladas, lo que tenía al pobre muchacho desesperado y desesperanzado al mismo tiempo, al ver que no le salían las cosas como él quería. La primera novillada la toreó el 30 de junio en Toledo, con Raimundo Serrano y reses de Lalanda, y la segunda, el 15 de Agosto, en Aranda de Duero, con "Pinturas" y reses de Díaz, La corrida en que halló la muerte era la tercera, y fue, como saben los lectores, el día 18 del mencionado mes de agosto, tres días después de la anterior, causa ésta que produjo gran contento a Reyes, al ver que parecía haber sufrido un cambio favorable su mala estrella, puesto que iba a torear como los grandes: dos corridas en una semana. ¡Pobrecillo! ¿Cómo iba a figurarse que ésa precisamente, que le llenaba de alegría y esperanza, sería la última? En dicha corrida figuraba como sobresaliente. Era la segunda de la feria de San Roque en Burgo de Osma (Soria), en la que figuraban para matar cuatro novillos del Conde de la Puebla de Valverde, "Pinturas" y Lagartito II". A causa de haberse muerto el día anterior un becerro que tenían que lidiar unos Charlots, la empresa, para satisfacer al público, hizo presente que compraría un novillo para que a la tarde siguiente lo lidiase el sobresaliente. El novillo que compró el empresario pertenecía al ganadero Sr. Pimentel; pesaría unas 16 arrobas y llegó a la plaza el mismo día de la corrida, a las cuatro de la tarde; esperando su llegada Manuel de los Reyes, que al verlo quedó satisfecho de su bonita lámina.
El novillo salió manso, pero sin ningún defecto peligroso. El muchacho le toreó y banderilleó muy valiente, siendo aplaudidísimo; pero a la hora de matar, al iniciar la faena con un pase de rodillas junto a las tablas, el bicho le alcanzó por una ingle, volteándole aparatosamente, ocasionándole una enorme cornada con rotura de la femoral y penetrante en la región abdominal. Conducido a la enfermería, le practicó la primera cura el médico de la localidad D. José María Villanueva, el que procedió a practicarle una delicada operación. Presentaba enormes destrozos en el muslo derecho. El asta había penetrado por la ingle y llegó hasta la cavidad abdominal. La femoral aparecía partida y otras venas importantes, deshechas. Rápidamente ligaron la femoral, por la que manaba la sangre a borbotones. La herida era tremenda. Los facultativos trabajaron con todo entusiasmo, y después de laboriosa intervención consiguieron contener la hemorragia. Cuando lograron esto, abrieron la herida y llevaron a cabo una operación de vida o muerte. Los intestinos aparecían perforados por dos o tres sitios, y aunque se temía un funesto desenlace, hicieron cuanto les fue posible por salvar la vida del infortunado torero. Después de las nueve de la noche salieron de la enfermería los médicos. En los alrededores de la plaza se habían congregado centenares de personas, que al advertir la presencia de los doctores se les acercaron inquiriendo noticias. Manuel de los Reyes pasó la noche quejándose de agudos dolores. La temperatura era muy elevada, y cuando fue reconocido a las once de la mañana por los doctores, diagnosticaron que el diestro no saldría de la tarde. Por desgracia, estos pesimismos se confirmaron. Momentos después de las doce, el infortunado torero entró en el período agónico y falleció a la una y quince de la tarde. Rodeábanle cuando sobrevino el fatal desenlace "Lagartito II" y su cuadrilla, que permaneció en la enfermería toda la noche. La noticia del fallecimiento, al conocerse en la ciudad, produjo enorme impresión. ¡Pobre muchacho! ¡Descanse en paz!
Fuente:
Don Rafael Gómez Lozano