CÁNDIDO HERNÁNDEZ (1858 - 1928)
El carpintero de la plaza de toros de Madrid, Cándido Hernández, halló la muerte en dicho coso, el 11 de octubre de 1928, al resultar cogido por un toro de la secular divisa de Manuel García-Aleas, en el transcurso de la postinera corrida de la prensa que aquella tarde se celebraba. (Crónica del erudito, Juan José de Bonifaz Ybarra, de su libro “Víctimas de la Fiesta”)
Vale la pena recordar que en ese tiempo, la bravura de los toros de Aleas despertaba terror en los tendidos, donde era sentencia el decir con respeto: “De Aleas, ni los veas”, porque todos sus toros fulguraban en la lidia. A mayor abundamiento sobre lo sucedido con este valeroso carpintero, me encontré por suerte, en la hemeroteca del Diario ABC de Madrid una nota del 12 de octubre de 1928 donde citan que: << Un carpintero cogido y muerto por un toro: La corrida de la Asociación de la Prensa, celebrada ayer tarde, tuvo una nota trágica. Pocos momentos después de salir al ruedo el cuarto toro, saltó la barrera por la puerta de arrastre. En aquel lugar se encontraba prestando servicio el carpintero Cándido Hernández, que al ver saltar al toro, y en cumplimiento de su obligación, en vez de ponerse en salvo acudió a abrir la puerta que da al ruedo. No tuvo tiempo de hacerlo; el toro se le echó encima y lo arrojó contra el suelo con extraordinaria violencia. El desgraciado carpintero quedó en tierra sin conocimiento. Rápidamente fue trasladado a la enfermería, donde fue asistido por los médicos de servicio, que redactaron el siguiente parte facultativo: “Durante la lidia del cuarto toro ingresó en la enfermería el carpintero Cándido Hernández, con conmoción cerebral y probablemente fractura de la base del cráneo. Pronóstico muy grave.- Doctor Segovia.” Todos los esfuerzos que realizaron los médicos fueron inútiles, y el carpintero Hernández dejó de existir media hora después de ingresar en la enfermería. El infortunado Cándido Hernández era uno de los más antiguos empleados de la plaza de Madrid. Contaba cerca de setenta años de edad. "
El ilustre cronista don G. Corrochano criticó en esta ocasión a la administración de la plaza, por permitir la estadía de gente de la tercera edad en el área del callejón, para reducir este tipo de percances, y donde, para precaverse de ellos, juega un papel importante, la ligereza, y por tanto, la juventud de quienes ahí se encuentren. Lo mismo recomendar que tuvieren un médico de guardia en la enfermería, para recibir al dañado, y no llegaran después o al tropel junto con el herido para su atención, por estar observando la corrida. – Juicios muy sabios de 1928, que perduran vigentes en materia de reducción de defunciones.-