Los toros dan y quitan

ANTONIO RUIZ "REVERTE II " (1900 - 1928)

ANTONIO RUIZ "REVERTE II "

Cortesía de don Antonio Román Romero
http://gestauro.blogspot.mx/2014/03/antonio-ruiz-reverte-ii.html

Novillero que fue cogido y muerto por un novillo el 14 de julio de 1928, en la antigua Plaza de Toros de Tetuán y que operó de 1900 a 1936, siendo derruida en 1939 a consecuencia de los destrozos causados por la guerra civil.

Al respecto de este lidiador, don Juan José Zaldívar Ortega,  refiere que fue un << banderillero y matador de novillos, nacido en Alcalá del Río (Sevilla) en el año de 1900, y que falleció en 1928, cuando contaba 28 años de edad. El 14 de julio de 1928, actuando como tal en la Plaza de Toros madrileña de Tetuán de las Victorias, un novillo de la ganadería de Zeballos le infringido una cornada mortal, en una novillada nocturna. El ser paisano de Antonio Reverte fue la causa de la adopción de su apodo. Hacia 1906 empezó a darse a conocer en capeas y tentaderos andaluces, y en las tradicionales corridas de septiembre, de 1907, en la Feria de San Miguel se presentó en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, gustando por su  extraordinaria valentía. Banderilleaba muy bien al quiebro, dejando llegar al toro de manera impresionante. Le repitieron y logró nombradía. Así se presentó en la Plaza de Toros de Madrid el 25 de julio de 1908, con ganado de don Manuel Olea, y Pacomio Peribáñez y “Punteret” como compañeros. Defraudó al público, si bien mostró su habilidad y valor toreando con el capote al brazo y banderilleando al quiebro. No volvió más a Madrid. En Sevilla lo hizo el  23 de mayo de 1909. El cuarto novillo, de don Eduardo I Miura, lo enganchó e infirió una grave cornada que interesó la pleura. Para don José María de Cossío "no volvió, que sepamos, a torear". Lo que debió ocurrir es que aquella lesión le mantuvo varios años alejado de la profesión y cuando volvió fue para morir.

Respecto de su mala ventura, el erudito Juan José de Bonifaz Ybarra refiere en forma sucinta que << se había retirado ya del toreo activo Antonio Ruiz, pero volvió a los ruedos para torear la noche del 14 de julio de 1928 en la plaza de toros de Tetuán de las Victorias, en el arrabal madrileño. Uno de los utreros corridos, de la vacada de Zeballos, le hirió de tanta consideración que dejaría de existir pocas horas más tarde. "


Cortesía de don Antonio Román Romero
http://gestauro.blogspot.mx/2014/03/antonio-ruiz-reverte-ii.html

Refiere el historiógrafo taurino Antonio Román Romero en su blog en Internet "De Hombres, Toros y Caballos", que Antonio Ruiz "Reverte II", muere en la enfermería.- Antes de llegar el diestro a la enfermería se encontraban en ella el doctor Fernández Almiñaque y sus compañeros. Antonio Ruiz conservaba el conocimiento. En el trayecto se lamentaba de su mala suerte, diciendo: —Me la ha dado. ¡Qué mala suerte! Ahora sí que va de verdad. ¿Qué será de mis hermanitos? Llegó sonriente. Contrastaba su tranquilidad con la preocupación de que daban muestras los doctores. Rápidamente se le quitó la taleguilla; más bien, para abreviar, fue rota. Por momentos decayó el ánimo del herido, y mientras unos reconocían la lesión, otros aplicaban cafeína y otros estimulantes. No se logró reanimar al paciente. Se provocó la respiración artificial, con resultado negativo. Puestas las gomas para contener la hemorragia, los doctores reconocieron la lesión. Era tremenda; había seccionado todo el paquete vascular y partido la femoral por varios sitios. No había forma de ligar ni contenerla hemorragia. Como la pulsación se hiciera cada vez más débil, se dio aviso a un sacerdote, quien, en artículo mortis administró la Extremaunción al infortunado Antonio Ruiz.

Con voz débil como un quejido, Antonio Ruiz pronunció varias palabras. Sus labios pretendían esbozar una sonrisa, que resultaba, en definitiva, una horrible mueca de terror. Se lamentó de no pertenecer al Montepío de Toreros, calificándolo de tonterías que se cometen, y expresaba la pena que le producía morir dejando solas a sus dos hermanitas. Y, pensando en ellas, Antonio Ruiz, modelo de buenos hermanos y de hombres honrados, exhaló el último suspiro. Pegado a la puerta de la enfermería, lleno de angustia, se hallaba Ángel Ruiz, hermano del muerto, que había ido a la plaza en calidad de mozo de estoques. Nadie se atrevía a darle la fatal noticia, y el pobre muchacho, con los ojos llorosos, las manos cruzadas, elevaba su mirada al cielo. De sus labios salían estas palabras a modo de plegaria; — ¡Dios mío, no me arrebates a mi segundo padre! De fuerza fue comunicar a Ángel la fatal noticia. Al recibirla prorrumpió en amargo llanto, y a viva fuerza entró en la enfermería, y abrazado al cadáver, cubriéndole de besos, cayó víctima de un síncope. Los facultativos auxiliaron al desdichado joven, y antes de que recobrara el conocimiento le trasladaron a otra habitación, en la que permaneció varias horas abatidísimo.

Antonio Ruiz era un muchacho que contaba veintiocho años de edad. Su padre fue propietario de una mantequería establecida en la plaza Mayor. Al morir, la familia fue a menos y el establecimiento traspasado. Esto aconteció cuando Antonio cumplía con sus deberes militares. La afición a los toros costó a Antonio Ruiz más de una reprensión por parte de sus parientes. Tanto el padre como la madre se oponían a que fuese torero. Pero esa afición que ahora le ha costado la vida pudo más que los buenos consejos, y Antonio se lanzó por los pueblos, tomando parte en numerosas capeas. La primera corrida que toreó fue en Sotillo de la Grada, y la segunda, en Piedralaves. Compañeros de correrías eran, entre otros, el que fue apoderado de toreros Francisco Fiñana (Madriles) y el infortunado Pedrín, que hace poco -más de un mes cayó víctima de una cornada en Collado Villalba. Por cierto que Antonio Ruiz, al saber el fin de su compañero, y conocedor de la situación en que quedaban su viuda y sus hijos, fue quien recorrió cafés y peñas donde se reúnen toreros y aficionados recaudando las cantidades necesarias para aliviar de momento con unas monedas su situación angustiosa. Y tanto celo puso en ello, que muy pronto se verificaron encuestas que dieron como resultado la suma de varios centenares de pesetas. Hacía poco más de un mes que Antonio Ruiz perdió a su madre, y a los quince días a una hermana. Bajo el amparo de Antonio quedaban dos pequeñuelas, una de siete años y otra de diez. Constituido en padre, se desvivía, por ellas y aconsejaba al mayor, al que facilitó trabajo de albañil. Antonio Ruiz era empleado de la Unión General de Ganaderos, donde prestaba sus servicios en calidad de cobrador. Ganaba un sueldo de 150 pesetas mensuales, con cuya cantidad tenía que subvenir a los gastos de su pobre hogar.

En el parte facultativo suscrito por el Dr. Fernández Almiñaque se decía que el pitón había desgarrado por completo todo el paquete vascular. La muerte sobrevino a consecuencia de una anemia aguda. Fuente: http://gestauro.blogspot.mx/2014/03/antonio-ruiz-reverte-ii.html