JORGE DÍAZ (1847 - 1930)
Me comenta don Rafael Gómez Lozano, un acreditado historiador taurino mexicano, que en la revista "El Clarín" (Almanaque para 1931), Página 19, "Curiosidades de la Temporada"/ Fallecimientos de 1930, anotan que, "el 2 de noviembre de 1930, en un accidente de campo en el término de Peralta (Navarra) fallece el ganadero don Jorge Díaz".
Dicho fallecimiento también lo reseña el Semanario Taurino "La Fiesta Brava" (Barcelona), Número 209, 14 de noviembre de 1930, Página 7, donde citan: El ganadero Jorge Díaz ha muerto.- En Peralta, víctima de un sensible accidente, murió el sábado pasado el en un tiempo famosísimo ganadero de reses bravas don Jorge Díaz, que tenía ahora ochenta y tres años de edad. Salió, a dar un paseo por el campo y al llegar al lugar denominado "Atalaya", y debido a la ceguera casi absoluta que padecía, dio un paso en falso y se despeñó por un precipicio de cuarenta metros, de altura, quedando muerto en el acto. El camarada "CH " se ocupa del finado y le dedica una brillante crónica en su tribuna del "Diario de Navarra". Del excelente cronista son los siguientes párrafos: "Junto con el nombre de don Jorge Díaz, va ligado el fin profesional de figura tan destacada como "Guerrita". De don Jorge Díaz fue el último toro que mató "Guerrita" en la plaza de toros de Zaragoza hace 31 años. Con don Jorge Díaz se firmaron los últimos contratos en los que una corrida de seis toros, costaba 12.000 reales -¡lo que cuesta hoy un toro!- y una manta de Tarrasa que había que entregar al conocedor que los conducía por cañadas y veredas durante muchos días de caminata, desde Soto Gil, de Funes, hasta la plaza en que habían de ser lidiados. Con don Jorge Díaz desaparece la época romántica en que el ganadero era Un señor, cuando las corridas de toros eran fiestas de majeza y valentía y no habían caído sobre ellas en figuras de toreros, ganaderos y empresarios las mil "pegas" que la han mixtificado llenándola de lacras de propagandas encubiertas y mercantilismos claros. Un convencimiento honrado de ganadero escrupuloso le llevó a don Jorge Díaz a deshacerse de su ganadería; lo mismo hubiera sido lo contrario, porque al ver después, lo que veía don Jorge Díaz en sus andanzas por las plazas de España, le habría impulsado a hacer lo mismo por no aguantar las imposiciones de los toreros. ¡Era un carácter! Con Frascuelo y Lagartijo, con Guerrita y Mazzantini, hasta con Bombita y Machaquito transigía... Después de esos, "Joselito -decía- es el "único torero que se puede tratar". Los demás, de entonces acá, no le interesaban absolutamente nada. Toreros que se avergonzaban de la profesión en que se encumbraron con gloria, y dinero, desposeyéndose de cuanto les caracterizaba, suprimiéndose hasta la coleta, los despreciaba con toda la energía de sus entusiasmos sectarios por los toros. Pero aun con todo, medio ciego como estaba en estos últimos tiempos, aún iba a ver las corridas y aún repetía la vieja cantinela con que comentaba una tarde aburrida de toros: " ¡aún estamos por ver lo peor!" Así repetía una y mil veces convencido de que los toros es de lo que ni aburre ni envejece, por malos que sean los toreros y por antigua que sea la fiesta".