Los toros dan y quitan

FÉLIX ANTONIO MEJÍA "EL MONO MEJÍA" (1987 - 2015)

FÉLIX ANTONIO MEJÍA

Video homenaje con las mejores faenas del afamado mantero "El Mono Mejía"
https://www.youtube.com/watch?v=3cD_pqFM0TE

El martes 12 de mayo de 2015 informaba con tristeza el periódico colombiano "El Tiempo" sobre el triste adiós a uno de los mejores manteros que existió en las corralejas de la costa norte de Colombia.- Mientras el martes en la corraleja de Cereté los toros perseguían a la gente, a ritmo de porros y aguardiente, en Ciénaga de Oro, se preparaba un funeral. Con 50 mil pesos, reunidos entre los amigos, y un ataúd regalado por un ganadero, Magaly Méndez encabezaba el cortejo fúnebre de su hijo Félix Ignacio Mejía - otros medios lo nombran Félix Antonio Mejía-, un famoso mantero, que a los 28 años se había convertido en la segunda víctima fatal de las fiestas de corraleja en aquella población de Córdoba. "El Mono Mejía", como lo conocían todos, gozaba de fama en la región por su agilidad con el capote a la hora enfrentar el toro. Pero la suerte no lo acompañó el pasado sábado (9) en Cereté. A las 5 de la tarde un hermoso ejemplar de raza cebú, -al parecer propiedad del ganadero Calvo Annicharico-, le incrustó el cuerno derecho en la ingle, destrozándole una arteria femoral. Quedó sin una gota de sangre antes de llegar al hospital. Media hora antes había corrido la misma suerte Dagoberto Omar Gómez, un vendedor de licor al que le gustaba desafiar los toros. Gómez fue empitonado cuatro veces y murió en plena arena. Una de las cornadas le atravesó el corazón. Esa tarde de toros y trago comenzó la tragedia para las familias de estos hombres. La familia de Gómez tuvo que pedir plata para trasladar el cadáver a Magangué (Bolívar), donde residían; mientras que la de "El Mono Mejía" tuvo que recurrir a un cajón regalado para velarlo en Ciénaga de Oro. "Me dieron apenas el cajón para enterrarlo. Los 50 mil pesos me los recogieron los manteros y capoteros, sus compañeros", contó su madre entre sollozos. Su entierro fue el martes (12), sin vuelta al ruedo, como lo hacen con los grandes toreros que entregan su vida en la arena. Su familia lo llevó en silencio al cementerio de su pueblo, acompañado por pocos amigos. Así fue la despedida de "El Mono Mejía", un campesino recolector de algodón y cortador de maíz, que llevaba siete años en el mundillo de las corralejas. Con lo que ganaba en las jornadas de corraleja sostenía a su padre, quien dejó las faenas del campo acosado por una enfermedad y a sus cuatro hermanos. También tenía bajo su responsabilidad una mujer y tres hijos, de 5, 3 y 1 año, que residen en Sincelejo. "El Mono Mejía" decía que su sueño era conseguir el dinero para construirle una casa digna a su familia. Sólo alcanzó a levantar un rancho de palma, con una habitación de paredes de madera, lata y plástico. Ya dejó de alegrarlos y ahora nadie responde, nadie se preocupa por quién era este hombre, qué va a pasar con su familia. ¿Dónde están los empresarios y los ganaderos? , se preguntaba su tía Juana Polo. Igual indignación le produce a la familia lo que le pasó a "El Mono Mejía" el día su muerte. Sus colegas le contaron que mientras agonizaba le robaron los 400 mil pesos que había recogido del público. La plata se la robaron ahí mismo, en la corraleja, y en el velorio no teníamos ni para un tinto. No le dejaron ni la camisa, ni los zapatos, agrega su tía.

La muerte de los dos hombres en las corralejas abrió de nuevo en Córdoba el debate sobre la continuación de esta tradición. Sus detractores la califican de una práctica salvaje. Esto es medieval, imagínese que los aficionados miden el éxito de una torada por la cantidad de muertos. Si no hay muertos, la corraleja es mala. Esa es su premisa, señala Julián Corena Fuentes, cordobés pero adverso a los toros. Sin embargo, para el investigador social Víctor Negrete Barrera es una manifestación cultural de muchos años que debe mantenerse. Las corralejas no hay que abolirlas, sino reglamentarlas. No es posible que se permita la entrada de borrachos. Con esto no se evitarían del todo las muertes, pero sí se disminuirían, sostiene. A otros como Celso Garrido les sirve de supervivencia, porque con sus ventas de licor y fritanga tiene para mantener a su familia. La organización de una temporada de corralejas en un municipio puede mover entre 300 y 400 millones de pesos.

Elevemos nuestras oraciones por el eterno descanso del valeroso mantero "El Mono Mejía". Sin cuento, un experimentado capotero que cobraba hasta $600,000 pesos por una semana de trabajo. Cuentan que esa tarde trágica, el 'Mono' se resbaló y cayó. El error le causó la muerte. Esta es la suerte negra que puede correr cualquier lidiador que se enfrenta a los toros, más a estos bichos ya luchados o resabiados, que viajan por toda la hermana República de Colombia en sus ancestrales fiestas en corraleja. Ojalá y pronto los Organizadores de fiestas en Corralejas devuelvan a los lidiadores, algo de lo mucho que han ganado con su sangre y sus vidas y se les exija, por parte de las autoridades colombianas, el que compren una póliza de gastos médicos mayores para atender médicamente a quienes resulten heridos, y póliza de incapacidad para quienes queden lisiados, y de vida, para los muertos, y así no queden en el desamparo, los deudos directos del fallecido.