RAFAEL MELO "MELITO" (1864 - 1904)
Banderillero, nacido en León de los Aldama, Estado de Guanajuato (México) en 1864. Hacia 1884 toreó a las órdenes del espada Muñoz León. En 1885 alternó las banderillas con el estoque, haciendo esto último en corridas de poca importancia. Más tarde figuró en las cuadrillas de Ponciano Díaz, José Basauri, “Ecijano”, “Cheché” y después en la del “Reverte Mexicano”. Su labor era muy bien aceptada, pues aunque carecía de recursos, era muy valiente. El cronista Ángel Villatoro refiere que el toro “Zaragatero”, cárdeno, bragado y con mucho poder, que fue lidiado el 30 de noviembre de 1904 en la plaza de toros de Guadalajara en Méjico, pertenecía a la dehesa de Arroyo Hondo, pero debía referirse a la de San Mateo, de los hermanos don Antonio y don Julián Llaguno González. Sea como fuere, el toro demostró gran codicia y ligereza, tomando seis puyazos, dejando cuatro jamelgos para el arrastre. Al salir de un par, “Melito”, fue perseguido, dándole alcance “Zaragatero” al saltar el olivo. Lo prendió y lo llevó al ruedo, adonde lo arrojó con gran violencia. Ya sobre la arena, le dio una terrible cornada en el cuello que le seccionó la yugular, produciéndole una muerte casi instantánea. Tendría bastante con esto “Zaragatero” para inscribir su nombre en los anales de la Fiesta, pero no acabaron ahí las desdichas que ocasionó, pues éstas continuaron incluso después de muerto. La cabeza de este toro fue disecada, y durante algún tiempo adornó las paredes de uno de los billares propiedad de don Francisco Martínez, gran aficionado al espectáculo taurino. Ocurrió que una de las alcayatas se venció por el peso, cayendo la cabeza de “Zaragatero” sobre uno de los pacíficos clientes que presenciaba una partida de carambolas. Fue la caída con tan mala fortuna, que un pitón llegó a clavársele con mucha fuerza en la sien del parroquiano, que falleció allí mismo. Por el año 1884 toreó ya a las órdenes del espada Muñoz León. En 1885 alternó las banderillas con el estoque, haciendo esto último en corridas de poca importancia. Más tarde figuró en las cuadrillas de Ponciano Díaz, José Basauri, “Ecijano”, “Cheché” y después en la de “el Reverte Mexicano”. Su labor era muy bien aceptada por los mexicanos, pues, aunque carecía de recursos, era muy valiente. (Crónica de don Juan José Zaldívar Ortega)
Del valiente rehiletero azteca, don Juan José de Bonifaz Ybarra, el erudito taurino, refiere que << había figurado en buenas cuadrillas, comenzando en la del mítico Ponciano Díaz, el mexicano, de León de los Aldamas, Rafael Melo (Melito), e incluso había intentado, sin éxito, utilizar el estoque en modestas funciones. En el coliseo de la Guadalajara azteca fue herido en el cuello, el 30 de noviembre de 1904, por un cornúpeta de la ganadería de Arroyo Hondo, que le rompió la yugular, por lo que momentos después dejaría de existir. "
Cita don José Antonio Román Romero en su visitado Blog en Internet: "De Hombres, Toros y Caballos", que El domingo 30 de noviembre de 1904, en la plaza de Guadalajara (México), el primer toro de Arroyo Hondo, cogió al banderillero mexicano Rafael Melo, "Melito", infiriéndole una cornada en el cuello, que le dividió la yugular, causándole la muerte instantáneamente. El finado, hermano del picador Aurelio Melo, era natural de León (Guanajuato), donde comenzó su carrera taurina el año de 1884 en la cuadrilla de Muñoz de León, de la que llegó a ser jefe, actuando como tal durante los años del 85 al 87. Estuvo después como banderillero en las cuadrillas de Ponciano Díaz y Pepe Basauri durante algunos años, hasta la formación de la "Cuadrilla. Mexicana" organizada por Juan Jiménez "el Ecijano", quedando a la muerte de éste bajo las órdenes del espada cubano José Marrero, "Cheché de la Habana". Disuelta esta cuadrilla, de la que también formaban parte como banderilleros Juanito Zamora, Fajerito, el Gallo y Carlos Laus, toreó bastante por cuenta de las empresas, en las plazas del interior de la República. Por último formó parte de una de tantas cuadrillas como ha tenido el Reyerta Mexicano. Era un banderillero que cumplía, notándosele más facilidades, como a los toreros antiguos del país, para banderillear los toros que se le arrancaban, que a los que tenía que anclarles hasta la cara.