FERNANDO ANCIRA SÁNCHEZ (1877 - 1921)
Don Fernando Ancira Sánchez murió a resultas de un desventurado accidente mientras presenciaba una corrida de toros el 2 de febrero de 1921, a la edad de 43 años, de los cuales, los últimos trece, que vivió en Monterrey, Nuevo León, México, los dedicó a sus negocios, a la diputación en el Congreso de la Unión (fue su presidente en 1914 en el efímero y turbulento periodo huertista), y a la dirección del Gran Hotel Monterrey (como se le llamó, a este hotel en un principio).
Sus múltiples ocupaciones y las vicisitudes de los tiempos revolucionarios no le permitieron concluir su proyecto a plenitud, ni siquiera salvarlo de la hipoteca que aún gravitaba amenazante sobre el inmueble. Es a raíz de su muerte, que su familia continúa con la administración del edificio y cambia el nombre original por el de Gran Hotel Ancira, como un tributo a su memoria. Su epitafio reza como mudo testigo de su bonhomía, desprendimiento, y don de gentes: "¡En verdad os digo que vale más dar que recibir!". En el mismo lote yacen otros parientes. D. Felipe B. Martínez fue el realizador de esta tumba que se encuentra ubicada en el Panteón del Carmen en Monterrey N.L., México (Zona-Serie 1a, Fracción 10, Sección- Acon 2).
Fuentes:
http://es.scribd.com/doc/66287181/Historia-Del-Hotel-Ancira
Panteones del Carmen y Dolores: Patrimonio cultural de Nuevo León, Juan Manuel Casas García y Víctor Alejandro Cavazos Pérez.
Diccionario Biográfico de Nuevo León, Israel Cavazos, UANL, Monterrey, 1984
http://books.google.com.mx/books?id=sgZrDVt0U-gC&printsec=frontcover&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false
Añosa fotografía del Gran Hotel Monterrey (después Gran Hotel Ancira)
Diseño de los arquitectos franceses Henri Sauvage y Charles Sarazin, con ornamentos de Michele Giacomino, planeado y edificado entre 1909 a 1912. La cimentación
del edificio la realiza personal del ejército mexicano bajo el mando del ingeniero militar Victoriano Huerta.
http://biblioteca.mty.itesm.mx
Hombre de mundo y de gran clase, Fernando Ancira Sánchez, era originario de Santiago del Ojo del Agua, en Saltillo, donde nació el 19 de septiembre (otros biógrafos citan noviembre) de 1877, habiendo sido bautizado el 11 de abril de 1878 en la Iglesia de San Esteban Protomártir, de Saltillo Coahuila. Hijo de Don José Miguel Valeriano Ancira-Ibarra y Doña Genoveva Sánchez Flores, tuvo al parecer dos hermanas, María e Irene; él se educó con los jesuitas en el antiguo Colegio de San Juan (allí estudiaron Francisco I. Madero y algunos de sus hermanos, los también hermanos Alessio Robles, y Carlos Pereyra, entre otras distinguidas personalidades que dejaron honda huella en nuestro país, como el mártir de la industrialización mexicana, D. Eugenio Garza Sada, que estudió también por allá una década después).
Museo de las Aves de México, en la ciudad de Saltillo, Coahuila, en las instalaciones del antiguo Colegio de
San Juan que operó de 1878 a 1914
Don Fernando Ancira en su primera juventud realizó parte de sus estudios en los Estados Unidos de Norteamérica y luego se fue al viejo continente, estableciéndose en París, donde se tituló como Licenciado en Derecho, y para el año de 1904 sirvió como segundo secretario en la Embajada de México en Bruselas, Bélgica.
A su regreso al país en 1906, se avecinda en Monterrey hacia 1908 donde destaca como prominente abogado, y donde adquiere en 1910, mediante traspaso de su amigo y poeta "Ricardo Arenales" (cuyo nombre real era Miguel Ángel Osorio Benítez) el periódico "El Espectador"(hecho que se presume que más bien lo hizo por ayudar al reyista Ricardo Arenales, que andaba metido en graves problemas políticos en esas fechas a causa de sus escritos contra el porfiriato, porque a los pocos meses don Fernando cierra el periódico). Aquí en Monterrey se entera del acontecer cotidiano de una incipiente urbe llena de vigor y conoce a muchos hombres de negocios e intelectuales, ganándose su amistad y confianza con el ejercicio de sus servicios de abogacía, detectando que la ciudad carecía de hoteles con todas las molicies que demandan los empresarios y turistas que la visitan, sobre todo los europeos, acostumbrados a otras comodidades.
Con esta idea en mente, hacia mayo de 1909 compró una propiedad en el corazón de Monterrey, a la vera del viejo camino real (hoy avenida Hidalgo) esquina con la calle del Teatro (hoy Escobedo); propiedad que el albacea Pedro Lambretón había adquirido años atrás de la familia Quirós Gutiérrez, y comienza la planeación de su gran sueño, un hotel de cinco pisos del mismo nivel que el Hotel Ritz de Paris, el cual pudiera ofrecer el mejor servicio, comodidad, lujos, y atención a la gente de negocios que viniera a Monterrey. Cabe mencionar que en agosto de 1909, la ciudad de Monterrey sufre una catastrófica inundación al desbordarse el río Santa Catarina, falleciendo más de 5,000 personas y la destrucción de infinidad de casas y edificios, sin embargo como el hotel se empezó a construir en mayo ya estaban edificados los primeros sótanos y no le afectó.
Fernando Ancira Sánchez inauguró el lujoso hotel de estilo neoclásico el 26 de Julio de 1912, con orquesta y chefs franceses, contando con la presencia del entonces Presidente de la República D. Francisco I. Madero, su esposa Doña Sara Pérez, el gobernador Viviano L. Villarreal, y el alcalde de la ciudad D. Alfredo Pérez. En Estados Unidos de Norteamérica, el Gran Hotel Monterrey ya era conocido como uno de los escasos “One Million Dollar Hotel” (Hotel con costo superior al millón de dólares). Era famoso por su belleza y desbordantes lujos.
Foto del Gran Hotel Monterrey, de don Fernando Ancira en 1912
Cortesía de Carmen Marchegiani
Su dueño, Don Fernando Ancira Sánchez, era uno de los cabecillas del partido reyista que apoyaba al anterior gobernador Bernardo Reyes -insurrecto contra Madero- y muerto en acción bélica cuando intentaban liberarlo de prisión el 9 de febrero de 1913, en México, D.F. En esta tesitura, Ancira, su amigo el poeta maldito Ricardo Arenales (quien al poco se cambiaría el nombre a Porfirio Barba Jacob), y los demás reyistas, se vieron precisados, por el agitado clima político, a mudarse a San Antonio, Texas, USA, para zanjar revanchas y reordenar alianzas e ideas.
Luego, tras el asesinato el 22 de febrero de 1913, de D. Francisco I. Madero y José María Pino Suárez por el usurpador Victoriano Huerta (quien había realizado la cimentación del hotel de don Fernando), tropas carrancistas contrarias a Huerta intentaron el 23 y 24 de octubre de 1913 tomar el palacio de gobierno de Monterrey, pero fueron fieramente resistidos, siendo hasta el mes de abril de 1914 cuando finalmente los revolucionarios toman la ciudad de Monterrey. Para esas fechas el régimen de Victoriano Huerta se encontraba en franco desmoronamiento, lo que provocó el triunfo del movimiento revolucionario constitucionalista. Don Fernando Ancira fue diputado y presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión en 1914 en el efímero y turbulento mandato huertista -que finaliza el 15 de junio de 1914, no sin antes haber disuelto el Congreso y asesinado a varios diputados inconformes con su mandato-. Hay evidencia que en esos meses de barbarie de 1914, tropas revolucionarias se instalaron, obviamente sin pagar, cerca de dos meses en el Gran Hotel Monterrey, quien sufre grande pérdida económica por el atropello de la mesnada.
El 13 de marzo de 1915, estando D. Fernando Ancira en Monterrey, el general Francisco Villa acompañado de los generales Felipe Ángeles y José Rodríguez, llega de improviso a la ciudad con la idea de llevarse a como diera lugar un millón de pesos para su campaña revolucionaria contra Carranza, dinero que posteriormente iría a exigir a los integrantes de la Cámara de Comercio e industriales. Fue entonces cuando se dirigió de la estación de ferrocarril La Unión con sus "Dorados" hacia el Gran Hotel Monterrey, donde cuentan que entró a caballo hasta el patio central del hermoso hotel causando conmoción en quien presenciaba ese acto de poder y dejando el recuerdo en la memoria colectiva. Las caballerizas del hotel se encontraban en la parte trasera del inmueble y una posibilidad es que Villa haya entrado a caballo hasta el patio central por el lado donde bellas damas y renombrados caballeros descendían de sus carruajes; sin embargo, dado el temperamento de Villa, no se puede dudar que la otra opción es que realmente haya irrumpido a caballo por la entrada principal del hotel y dirigido hasta el patio central. Hay testimonios que en la fragosa estancia de sus tropas, destruyeron un hermoso y costoso vitral de cielo traído ex profeso de París, amén de dejar daños terribles en los cuartos del hotel que ocuparon.
El general Villa escogió el hotel de Ancira como centro de operaciones, donde la mayor parte de su calamitosa hueste, conformada por generales y dorados, se hospedó. La realidad es que el lujoso hotel se volvió la casa de la "División del Norte", durante los once días que el máximo líder ‘dorado’ pasó en Monterrey. Se cree que a su compañero de afanes, Emiliano Zapata, le explica ahí, los últimos aconteceres de sus acciones y planes el 18 de marzo de 1915. Asimismo durante su estancia, Villa tuvo una pelea y disparó una bala sobre la extraordinaria barra de madera que en aquél entonces se acababa de construir, dejando un balazo en la famosa cantina que posteriormente obtuvo el nombre de “Bar 1900”, siendo testigos mudos las bellas caras "art nouveau" que vigilan en las alturas de sus paredes. Lo cierto y lo atroz, es que la posterior reparación de los innumerables destrozos causados por las tropas del Centauro del Norte, costaron una fortuna al golpeado negocio.
En 1982, se le concedió merecidamente a este histórico hotel, que vivió en carne propia los estragos de la revolución mexicana, la nombradía de “Monumento Artístico y Patrimonio Cultural de la Nación”.
Fuentes:
http://www.hotel-ancira.com/nosotros/
http://www.playersoflife.com/articulo.php?id=581
Antonio Guerrero Aguilar
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/movil/?n=899296
Eduardo Cázares-Monterrey en la Revolución Mexicana-La Batalla
http://www.diariocultura.mx/2012/08/la-gran-inundacion-de-monterrey-en-agosto-de-1909/
https://familysearch.org/ark:/61903/1:1:NXS5-K7C
Don Fernando Ancira Sánchez, primer dueño de este centenario hotel, requirió una inversión inicial de $500,000 Pesos, zanjados con un financiamiento bancario de $400,000, y el resto con aportación personal y de miembros de su familia. Después de su inesperada muerte, a resulta de un accidente sufrido en una corrida de toros el 2 de febrero de 1921, el edificio fue manejado por su familia, pero a causa del pesado servicio de la deuda, el hotel -que ya había sido intervenido por el banco acreedor muchos años-, pasó a propiedad, mediante compra de la hipoteca en 1929, de D. José Torrallardona Mercader, originario de Montbuy, Cataluña, y llegado a México en 1901, quien durante algún tiempo formó sociedad con Don Ángel Cueva (el mismo gerente que había puesto don Fernando, y quien lo siguió manejando por más de 40 años). Más adelante, a la muerte de don José Torrallardona en 1946, don Arturo, su hijo, continuaría administrando y engrandeciendo el hotel, que ya su padre había recuperado para sí por completo.
Hay indicios, que poco antes de la muerte del empresario Fernando Ancira, acaecida, como se comentó, el 2 de febrero de 1921, cuando Monterrey era una ciudad de apenas 88,479 habitantes, éste habría vendido en marzo de 1920, quizá para aminorar el pasivo del hotel, o para asegurarse del cumplimiento servicio de la hipoteca, o por otras razones desconocidas, dos plantas productoras de ladrillos, con sus consiguientes edificios y maquinaria, a una nueva empresa en formación llamada en aquellos años Ladrilleras Unidas S.A., cuyos propietarios eran Alfonso Madero (hermano de los mártires de la Revolución Mexicana, Francisco y Gustavo), José A. Treviño, Eugenio Zambrano y Elías Villarreal, quienes aportaron un capital de $80,000 Pesos para realizar esta compra. La historia apunta que el ramo de la construcción fue revitalizado a partir de la nueva década. El 8 de junio de 1920, cinco miembros del clan Zambrano, dos de la dinastía de los Madero -Alfonso y Salvador-, y Santiago Belden, entre otros, constituyeron la compañía Cementos Portland Monterrey, S.A. Esta compañía adquirió un terreno mayor a las 16 hectáreas del empresario Vicente Ferrara para el inicio de sus operaciones.
Fuente:
Óscar Flores/Monterrey en la Revolución 1909-1923/ UDEM
http://issuu.com/oflores/docs/mty_en_la_revolucion_completo-1/216
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080087238/1080087238_24.pdf
Al cumplirse el primer centenario de iniciada la construcción del edificio más emblemático de la hotelería nacional, la familia Torrallardona sigue siendo la propietaria del inmueble, aunque concesionada, desde 1986, la administración del mismo, a la cadena Intercontinental, y a partir de 1991, a la cadena Radisson, y ostenta desde entonces el nombre de Radisson Plaza Gran Hotel Ancira.
Fuentes:
Flores Salazar, Armando V., "El primer centenario del Gran Hotel Ancira"/ Ciencia UANL, Vol. XII, Núm. 3, julio-septiembre, 2009, pp. 245-250, Universidad Autónoma de Nuevo León.
http://www.redalyc.org/pdf/402/40211814003.pdf
A pesar de que el necesario lampreado de la modernidad ha venido afrentando, sin desearlo, la elegancia sin rival de sus ancestrales atalajes, se percibe aún, en este hermoso palacio, un halo de magia y de leyenda viva inexpresable. Una joya en nuestra ciudad. El sueño de un gran hombre preservado en el tiempo por otro gran hombre y su familia.
Miguel Ángel Osorio Benítez, alias "Ricardo Arenales"(después "Porfirio Barba Jacob"), el insigne poeta colombiano de los 4 nombres, amigo del licenciado Fernando Ancira Sánchez, dedicó en los diarios "El Imparcial de Texas" (San Antonio Texas, 10 de febrero de 1921) y en el diario "El Porvenir" (Monterrey, N.L., los días 13 y 14 de febrero de 1921) una hermosa elegía titulada: "A la muerte del licenciado Fernando Ancira", que es un largo artículo que contiene muchos datos auto-biográficos del poeta, y donde dedicara al Lic. Ancira, recién sepultado el día 3 de febrero de 1921 en el Panteón del Carmen de Monterrey, estos soberbios versos -que no atino a descifrar, por mi desconocimiento gordal de los antecedentes de su relación afectiva con éste y con otros poetas e intelectuales de su época-:
"Cuando crucé el campo, a las dulces flores les di una orgullosa mirada real; cuando crucé el bosque, oí sonatinas a rosas divinas que sólo presiente el turpial; y a las aves mágicas y al pavo irreal les di una orgullosa mirada real.
Y honrando una noche la paz de la aldea en ella entré, en la aldea; y sin tomar nada de la paz que había a mí me decía: ¡Qué armoniosa idea! Y al hondo paisaje del linde rural le di otra orgullosa mirada real."
También cita ahí, el poeta Arenales, profundo, en su alegórica elegía -que demanda que sus lectores tengan imaginación y hayan leído alguna versión del añoso cuento latinoamericano de "la flor de lilolá", para que puedan entender su sensible deseo-:
"Y todo va en el turbión de la muerte, de la ignorada muerte... Somos briznas llevadas del huracán. Tu esquife azul flotó raudo, a impulso del último viento, hacia el país donde crece la flor de lilolá".
Fuentes:
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/15/TH_15_123_079_0.pdf
Barba Jacob "El Mensajero"/Biografía de Fernando Vallejo.
http://www.cuentosdedoncoco.com/2012/10/la-flor-de-lilola-cuentos-de-flores.html
Tratando de indagar a detalle el fatal accidente a resultas del cual perdió la vida D. Fernando Ancira Sánchez, le escribí al historiador taurino y amigo, D. Xavier González Fisher, quien me recomendó amablemente, entre otras cosas, indagar en la hemeroteca digital del añoso periódico jalisciense "El Informador", y en él precisamente encontré, página 5, del viernes 4 de febrero de 1921, sección "Revista Breve de los Estados- Nuevo León", que: "Durante la corrida de toros que se efectuó el último domingo (30 de enero), el Licenciado Fernando Ancira, conocido capitalista de Monterrey, se rompió totalmente un pié al salvar una barrera, pues él se encontraba en el callejón a donde saltó el toro, habiendo esquivado la presencia del animal pasándose al redondel. Como la fractura que sufrió fue gravísima e infecciosa los médicos le amputaron toda la pierna". Posteriormente, el día 6 de febrero de 1921, este mismo medio informativo jalisciense publicaba en su sección "Revista Breve de los Estados": "Se encuentra fuera de peligro el Lic. Fernando Ancira quien, a causa de una caída, tuvo que sufrir la amputación de una pierna". No fue sino hasta el 9 de febrero cuando publicaron que: "El Señor Licenciado Fernando Ancira, quien sufrió un accidente en la plaza de toros de Monterrey, falleció a consecuencias de la quebradura del pié que le resultó del citado accidente". Lo cierto es que había expirado desde el miércoles 2 de febrero, sepultándolo al siguiente día en el Panteón del Carmen en Monterrey.
Fuente:
http://hemeroteca.informador.com.mx/
Respecto al sitio donde ocurrió la desgracia, fue en la "Plaza de Toros Monterrey" antigua, que estaba ubicada donde hoy es la calle de Porfirio Díaz casi esquina con Ruperto Martínez. Esta plaza de toros había sido construida por el Arquitecto inglés avecindado en Texas, Alfred Giles (1853–1920), con cupo para 7,000 personas con costo de $60,000 Pesos, siendo inaugurada el 16 de febrero de 1908, con una corrida de Malpaso para los diestros españoles Rafael Gómez "El Gallo" y Enrique Vargas "Minuto". La plaza fue demolida en 1929. Ahí por la calle Porfirio Díaz, frente al Hospital de San Vicente, aún puede notarse lo que serían los medios del ruedo, pues las casas fueron construidas tal vez sin saberlo, respetando la forma de la plaza, ahora formando el patio central de una típica y tranquila vecindad. (DGarzaPaiz). Curiosamente, el diseño del Panteón del Carmen (abierto al público en 1901), donde reposan los restos de don Fernado, fue realizado por el arquitecto Alfred Giles.
Fuente:
http://htaurinam.blogspot.mx/2012/11/plaza-de-toros-monterrey-antigua.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Alfred_Giles_(architect)
En relación a los sitios donde eventualmente fuera atendido médicamente don Fernando Ancira, del 30 de enero al 2 de febrero de 1921, acaso sería, por la urgencia, el Hospital de San Vicente (sito en la calle de Ruperto Martínez Poniente No 1200), fundado en 1902, por estar justo enfrente de la Plaza de Toros Monterrey (antigua). De no ser así, entonces debieron llevarlo al Hospital Civil de Monterrey, conocido ya para entonces, a la muerte del Dr. José Eleuterio González (Gonzalitos) en 1888, como Hospital González, ubicado sobre la ahora Avenida Pino Suárez cruz con Juan Ignacio Ramón.
Teatro del Progreso
(Foto de 1930 de Jesús R. Sandoval)
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Como ejemplo del gusto que tenía don Fernando Ancira de alentar el desarrollo de las bellas artes, cabe mencionar que el 19 de diciembre de 1908, se estrenó el Teatro del Progreso en la calle de Zaragoza (dado que se había quemado en marzo de 1908 el Teatro Zaragoza, propiedad de don Patricio Milmo y del cual eran empresarios los hermanos don Adolfo y Antonio Rodríguez). Se hizo a todo costo: $ 80,000 de aquellos pesos. Tenía localidades de lunetas, plateas, palcos y galerías. Decorado con lujo y muy confortable. Lo inauguró la compañía de zarzuela de Prudencia Grifell. Por cierto que la noche de su inauguración se sirvió un banquete de 200 personas, siendo obsequiadas cada una por la empresa de don Fernando Ancira, don Modesto Martínez y los Hnos. Rodríguez, con monedas de oro, de las llamadas "Hidalgos", de $ 10.00, a las que se grabó la fecha de la inauguración del teatro. En este teatro se celebró el Consejo de Guerra de don Pablo González en 1920. Curiosamente se incendió el 2 de septiembre de 1931 y estaba situado en el lugar en el que posteriormente se edifico el Teatro Elizondo, mismo que fue demolido en 1982, porque el predio entró a formar parte de la Gran Plaza de Monterrey.
Fuente:
http://resenahistoricateatromexico2021.net/transcripciones/831_501201.php?texto_palabra=
http://www.diariocultura.mx/2012/08/historia-del-teatro-en-monterrey/
Gran Hotel Ancira
Ocampo No 443 Oriente, Centro, Monterrey, N.L., México