Los toros dan y quitan

PABLO BAOS Y COVARRUBIAS "EL SORDO" (1887 - 1963)

PABLO BAOS Y COVARRUBIAS

Cortesía de
Don José Antonio Román Romero

Refiere el historiador contemporáneo José Antonio Román Romero en su Blog en Internet: "De Hombres, Toros y Caballos", que a Pablo Baos y Covarrubias, el alegre y craso banderillero; se le designó siempre con el sobrenombre de "Sordo" con absoluta propiedad, pues, como diría cualquier personaje de un sainete de Arniches, tiene dañada "la trompa de Ustaquio", y nunca percibió bien los sonidos.

Nació en Villaviciosa de Odón (Madrid) el 6 de abril de 1887, y como cuando solamente contaba seis meses se trasladaron sus padres hasta la capital donde se crió y vivió siempre por madrileño neto puede pasar quien cuenta, con una historia tan intensa como pintoresca. Al ofició de zapatero le dedicaron los autores de sus días, así que estuvo en edad de empezar a ganarse la vida; pero al hacerse mocito empezó a sentir odiosos el tirapié y la lezna, al mismo tiempo que se aficionaba al capote de torear y a tomar parte en todas aquellas capeas a las que podía concurrir. ¡Pa chasco que no lo hiciera! y si podía tomar parte en las faenas camperas de algunas ganaderías próximas a los Madriles, no se quedaba en casa, pues todo lo que fuera hallarse en el ambiente taurino ganaba en absoluto su voluntad., colocado en tal pendiente, y dispuesto a ser torero, vistió por primera vez el traje de luces en Alcalá de Henares, el 29 de junio de 1905, como banderillero de Eduardo Albasanz "Bonifa", en una novillada en la que éste y Antonio García, "Covadonga", estoquearon reses de don Félix Sanz.

En el invierno siguiente marchó a Río de Janeiro, donde tomó parte en algunas funciones, que no cobró, y esta falta de pecunia le puso en trance de aguzar el ingenio de manera tan sutil, que el mismísimo Lázaro de Tormes hubiera envidiado sus recursos, hasta que, para poder regresar a España, hubo de alistarse como peón en un barco. Situado otra vez en Madrid, después de tal aventura, toreó con quien pudo y cuando hubo ocasión de hacerlo, hasta que en el año 1908 obtuvo una plaza de banderillero en la cuadrilla de "Saleri" (Juan Sal), el buen torero madrileño; pero como éste toreaba muy poco, cuando solamente llevaba tres corridas a sus órdenes cambió de matador y pasó a servir a Tomás Alarcón, "Mazzantinito", que también era de Madrid, y toreaba bastante más que "Saleri", porque era más decidido y seguro al matar. Otro espada madrileño fue su tercer jefe, Antonio Boto "Regaterín", a cuya cuadrilla perteneció en 1910; después toreó suelto algunos años, y no le faltaron corridas, debido a que, además de ser un buen banderillero del lado derecho, sabía distinguirse como peón duro y valiente, sin finuras, es cierto, pero eficaz en todas sus actuaciones.

En el año 1914 ingresó en la cuadrilla de Vicente Pastor, con quien estuvo hasta que éste se retiró en 1918; seguidamente se enroló con "Cocherito de Bilbao", y al abandonar éste la profesión, "El Sordo" no tuvo matador fijo hasta que trabajó a las órdenes de Pablo Lalanda, exceptuando los años 1926 y 1927, durante los cuales lo hizo a las de Rafael "El Gallo". Su permanencia en la cuadrilla de Vicente Pastor fue la consolidación de su prestigio, el cual era ya considerable desde la tarde histórica del 10 de julio del año 1910, cuando "Bienvenida" se encerró en la Plaza de Madrid con seis toros de Tréspalacios y no pudo matar más que dos por haberle herido gravemente el tercero. El sobresaliente, "Celita", hubo de estoquear cuatro; en tal ocasión, "El Sordo" banderilleó en unión de "Bienvenida" al toro causante del percance, llamado "Viajero", y acompañado de "Recalcao" el sexto, de nombre "Fanfarrón", y tanto clavando rehiletes como bregando se distinguió tan notablemente, que fue objeto de grandes y frecuentes ovaciones. Once viajes realizó a América, y como nunca pasó inadvertido al andar por el ruedo, fue muy conocido de los públicos de México, Perú y Venezuela.

Tres percances graves se registran en su historia taurómaca, a saber: El 27 de agosto de 1912, toreando en Almería a las órdenes de "Relampaguito", le cogió un astado de González Nandín y le produjo una herida en el pecho. El 5 de enero de 1913, en Lima, un toro de Celso Vázquez le infirió una cornada en el muslo derecho, en la que hubieron de darle 27 puntos de sutura. Y el 9 de octubre de 1936, obligado a tomar parte en un festival celebrado en Almadén, sufrió una cornada gravísima que exigió larga curación, percance ocasionado por un novillo de Pablo Romero. Locuaz, vivo, muy despierto y con mucha simpatía personal, los años que ejerció la profesión y lo mucho que corrió dotáronle de grandes conocimientos. A un hombre tan inteligente como él, sus andanzas por el mundo le prestan un arsenal de recursos de todo orden para hacerse notar en todas partes, y "El Sordo" se hizo un filósofo a su manera. Archivo de anécdotas y de sucedidos en los que fue actor, si graciosos en sí, parecen mucho más narrados por él, y a veces dijérase que es un personaje arrancado de una de las novelas picarescas de nuestros clásicos, como Hurtado de Mendoza, Mateo Alemán, Cervantes, Quevedo y Espinel, autores que no se hubieran desdeñado escribiendo de Pablo Baos y Covarrubias. Aunque, en este orden, quizá tenga lugar más adecuado en "Sobremesa y alivio de caminantes", de Juan de Timoneda. Concurrente bastante asiduo a la tertulia que, el famoso empresario don Eduardo Pagés tuvo establecida en cierto café madrileño. Murió el 13 de Febrero de 1963, en un accidente fortuito, al resbalar en la calle en suelo nevado.