PAULET BARTHÉLEMY (XXXX - 1833)
Don Juan José Zaldívar Ortega, el docto cronista español, cita en su obra: "Más de Bernardo Gaviño Rueda" (Tomo 2, página 17) que en todo el Mediodía francés, impotentes para prohibir las corridas de toros, las autoridades se dedicaron a reglamentarlas para garantizar la seguridad del público en las plazas y en las calles. La reglamentación de las condiciones en que el espectáculo taurino debía ser organizado, lo cual representó un paso importante en la historia de su evolución. Ya en 1812, tras el decreto de Méchin de (03-06-1802), estaban prohibidas las corridas en días laborables; el ruedo debe ser rigurosamente cerrado con barreras y gradas; ninguna corrida podrá comenzar sin inspección de las condiciones de seguridad de los lugares por técnicos competentes; el acceso al ruedo era prohibido durante la corrida a las mujeres, a los niños menores de doce años y a los hombres borrachos; las corridas deberán efectuarse siempre bajo la presidencia de la autoridad. Las cuerdas que retienen a los toros serán igualmente reconocidas para ver su estado de bondad; en caso de resultar un hombre herido, será suspendida la corrida, que no podrá reanudarse antes de que el herido haya recibido los cuidados necesarios; durante la travesía de las calles de la villa, los toros serán ensogados, y, finalmente, si sucede algún incidente por causa de omisión de estas precauciones, la Policía y las autoridades serán solidariamente responsables, las corridas prohibidas durante seis meses en la villa y, en caso de reincidencia, durante un año. Semejantes decretos, sinceramente prudentes, debieron aceptarse por los prefectos, de los Departamentos franceses, puesto que desde entonces las corridas se prodigaron muy notoriamente por todas las ciudades y villas, incluyendo la de Nimes, donde hasta entonces las prohibiciones habían sido respetadas más que en ningún otro sitio. Pero el (01-05-1833) una corrida de ocho toros se vio entristecida por una cornada infringida a un lidiador, Paulet Barthélemy, que murió en la plaza. El prefecto se aprovechó de ello para prohibir las corridas en la Plaza de Toros de Nimes durante cinco años. El (01-05-1838), al terminarse la prohibición, el prefecto no la levantó. Las protestas surgieron y se amplificaron hasta tal punto que las autoridades tuvieron que ceder. Las corridas se reanudaron, pero el (04-08-1839) los organizadores tuvieron la idea de añadir a la corrida de escarapela el «combate a la moda española» de tres toros. Las autoridades rehusaron la aprobación, y los espectadores - prevenidos en el último momento- se entregaron a una violenta manifestación, en el curso de la cual fue destruida una parte del material.
Fuente:
http://www.fiestabrava.es/pdfs/BGR2-1.pdf
Juan José Zaldívar Ortega
Más de Bernardo Gaviño Rueda- Un Matador Septuagenario