Los toros dan y quitan

FRANCISCO POZO (XXXX - 1882)

FRANCISCO POZO

Solo para efectos ilustrativos
Puerto de El Callao, Perú 

Rehiletero mexicano que en la Plaza de Toros del Puerto de El Callao, Perú, el 14 de abril de 1882, fue cogido gravemente por un toro de la ganadería de la "Rinconada de Mala",  propiedad de Jesús de Asín. El subalterno mexicano falleció dos días después, el 16 de abril de 1882. (Fuente: Crónica de don Dikey Fernández Vásquez).

En el libro “Bernardo Gaviño y Rueda: Español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX”, del renombrado historiógrafo taurino Dr. José Francisco Coello Ugalde, cita que a la prohibición de las corridas de toros en la capital mexicana, la última actuación de Bernardo Gaviño antes de ser prohibidas las corridas de toros en el D.F. (medida que abarca de 1867 a 1886) queda registrada para los anales, en la PLAZA DEL PASEO NUEVO, D.F. 22 de diciembre de 1867. “A las cuatro y media. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cinco toros de Atenco. Habrá enseguida una mojiganga que lidiará otro torete, después del tercer toro de la lid. Toro embolado de costumbre.” (La Iberia Nº 233, del dom. 22 de diciembre de 1867). Quizás Puebla o Toluca se convirtieron en refugio temporal de Bernardo, quien vio en Sudamérica el siguiente paso a la continuidad en sus actuaciones. En 1869 ya lo encontramos en Lima, Callao y Arequipa, en el hermano país del Perú. Pero a fines de 1870, justo el 28 de diciembre, está llegando de nuevo al puerto del Callao, en el vapor AREQUIPA, la cuadrilla mexicana, compuesta del siguiente personal: Director y primer espada: Bernardo Gaviño (de Puerto Real, Cádiz.-España). Segundo espada: Felipe Chávez (de Morelia, México) Tercer espada: Silverio Cuenca (de México) Banderilleros de a caballo: Francisco Palomino y José Perea (de Puebla, México) Banderilleros de a pie: Narciso Orostia, José de la Cruz Avilés y Francisco Pozo (mexicanos) Cachetero: Agustín Escudero (mexicano). El grupo se estrena en la antigua y hoy desaparecida plaza del Callao, el domingo 1º de enero de 1871 y repite, al menos el dato proporcionado por Emilio A. Calmell L. (en HISTORIA TAURINA DEL PERÚ. 1535-1935. Lima, Perú, Taller Tipográfico de “Perú Taurino” y de “Perla y Oro”, Jirón Ayacucho, 1936. 393 pp., ils.) el 14 del mismo mes, con muy buen éxito, no pudiendo hacerlo en la de Lima, por estar en posesión de ésta el empresario don Manuel Miranda, quien tiene ya organizada la temporada de dicho año; aunque, disuelta posteriormente, la cuadrilla mexicana, trabajan algunos de los diestros que la componen, en la plaza de la capital, en diversas ocasiones. Lo destacable en estos datos es ese grupo de toreros que lo acompañaron a la aventura inca. Ninguno de ellos, salvo Felipe Chávez, es quien aparece registrado casualmente en reseñas o relaciones de toreros que el propio gaditano nos proporciona para conocer quiénes eran sus compañeros durante las largas jornadas que emprendió Bernardo en ruedos mexicanos. Los paisanos de que se hizo acompañar en su viaje al Perú se mantuvieron juntos algún tiempo, hasta que se dispersaron, tomando cada quien su camino. De dicho grupo, dos de ellos decidieron quedarse: Francisco Pozo y José de la Cruz Avilés. De este, sabemos que el 23 de junio de 1871 fue herido gravemente en la plaza del Callao, tardándose en recuperar algún tiempo. De Francisco Pozo (¿hijo, probablemente de Vicente Pozo, a la sazón, empresario de la desaparecida plaza de toros del PASEO NUEVO?). Corría el año de 1882. Fue el 14 de abril en la plaza del Callao cuando fue cogido al banderillear a un toro alazán de la Rinconada de Mala, el que le infiere gravísima herida en la ingle izquierda que le ocasiona la muerte dos días después, a pesar de los solícitos cuidados que se le prodigan. Sus restos reposan en el Cementerio de Baquíjano del expresado puerto. (Fin de la Nota Editorial)


Cementerio de Baquíjano, en el Puerto del Callao, Lima, Perú.
Cortesia de
http://fotografiadelacalle.blogspot.mx/

Historia y devenir de la ganadería "La Rinconada de Mala":


Cuenta don Claudio Sillero con la ayuda del historiador e Ing. Bartolomé Puiggrós, que las dos ganaderías fundacionales del Perú, hacia principios el siglo XX, son El Olivar y La Rinconada de Mala. Ambas formadas con vacas criollas y algunos toros españoles de los que venían a las corridas de Acho. Tanto El Olivar, como La Rinconada de Mala eran haciendas agrícolas cercanas a Lima que tenían ganadería de leche, de carne y de bravo. Toros de media casta de estas ganaderías fueron los que torearon en Acho matadores como Joselito y Belmonte. El ganado de El Olivar es vendido en 1928, por don Manuel Celso Vázquez a don Víctor Montero Kossut que se lo lleva a Chiclayo por tierra, a su hacienda La Viña cuyo nombre toma la ganadería. Con ese nombre debuta en Acho en 1934 en un cartel en el que estaban los novilleros Pepe y Manolo Bienvenida. Lo mismo sucede con La Rinconada de Mala que es vendida por su dueño, don Jesús Alberto de Asín a don Humberto Fernandini, de la hacienda Yéncala, hacia el año 1940. Yéncala trae más adelante sementales españoles de Murube. Esta añosa ganadería de Rinconada de Mala fue fundada en 1834 por don José de Asín y Castañeda, de descendencia navarra, y manejada después por su hijo don Jesús de Asín y Rivero, y posteriormente por el retoño de éste, don Jesús Alberto de Asín hasta 1940 (otros autores citan hasta 1943), fecha en que se la vende al chiclayano ganadero don Humberto Fernandini, propietario de la dehesa de Yéncala (de divisa roja y verde).

En Mala a unos 80 km al sur de Lima, los señores Asín en la llamada Rinconada de Mala, vuelven a rehacer lo que quedo de la guerra con Chile, quienes utilizaron ese valle y el de Lurín a uno 30 km de Lima como sus campamento, cruzaron vacas criollas seleccionadas con sementales españoles muchas veces de toros que venían para lidiarse como ya hemos dicho. La Ganadería de Yéncala, ubicada al igual que La Viña en el Departamento de Lambayeque, se formó en 1943 con vacas de la Rinconada de Mala y San José de La Molina con el semental "Cocinero". Los primeros productos fueron "ásperos" con mucho genio y bravos para el caballo, por estas características, tuvieron que ser mejorados con simiente de Carlos Urquijo. Su propietario fundador, don Humberto Fernandini, la llevó celosamente hasta el año 1969 en que fue repartida a los trabajadores de la hacienda bajo las Leyes de Reforma Agraria que fueron impuestas por el Gobierno de la época. A fines de la década de los 80, don Abraham Guevara Martínez compra todo lo que queda de esta dehesa y la lleva a Cajamarca para formar la nueva ganadería de JESUS.

Historia de la Plaza de toros en El Callao:


El Callao tuvo una y muy especial plaza de toros. Este coso ocupo el lugar en que hoy existen la serie de casitas mandada construir por la Beneficencia Pública del Callao, cerca del desaparecido Hospital Guadalupe; y la parte cercana, del que en algún momento ocupo el Jardín Schiantarelli. Hasta comienzo de los 900, todavía se exhibían los tapiales y muro de dicha plaza de toros, como un recuerdo de lo que fue. En esa plaza se dieron corridas muy notables, por diestros de “gran copete”, y toros de reconocida bravura. La entrada era una bicoca… un real a 2da. Y cinco reales a 1era. ¡¡¡Que tiempos!, ¡¡¡Hoy se paga fuertes sumas, se calienta la mollera hasta ponerse roja, y, paga una “sentada padre” viendo torear carneros y chivatos!!! Como ciertas instituciones públicas como: Municipal y Beneficencia andaban de mala situación de fondos, se valía de erogaciones y medios honestos para hacer frente a su presupuesto. Así la beneficencia Pública del Callao, en el año 1861, mando construir la plaza, para la lidia de ganado en el lugar arriba mencionado. Este coso muy irregularmente trabajaba, ya sea por la falta de diestros, ganado y por quien se hiciera de las finanzas correspondientes, ya que la Beneficencia daba el local por condiciones tales que, le produjese fondos a fin de atender gastos institucionales. Así siguió funcionando hasta 1878 y después volvió al decaimiento, hasta que se convirtió en jardín Schiantarelli y lugar de residencia, que mando construir la Beneficencia para ser habitados por los empleados municipales; por eso se llamo “Barrio Municipal” ó también conocido como “Barrio Garibaldi”. Tal vez, para muchos chalacos, le es raro escuchar sobre el Hospital Guadalupe, el cual existió al final del paseo Garibaldi, el cual fue destruido para dar pase a la conexión de la entonces nueva avenida Dos de Mayo con la avenida Guardia Chalaca. Para mayor información, aquí una breve reseña histórica: “En 1832 los padres descalzos Fray José Ramón Rojas (padre Guatemala) y Fray José Martín Prieto construyen junto a la capilla y anexo a ella un pequeño hospital con seis…camas, al cual bautizarán con el nombre de Guadalupe y que de manera caritativa empezará a atender a los enfermos del Callao, en especial a marineros que arribaban al puerto, sosteniéndose con las limosnas de la feligresía porteña. El 16 de junio de 1850, fue ampliado el hospital, albergando 20 camas, por tal motivo, fue reinaugurado. Por el año 1861 se inauguro el paseo Garibaldi, por tal razón el hospital fue trasladado al final de dicho paseo y vuelto a fundar el 8 de diciembre de 1865; en donde permaneció hasta que fue destruido por los años 60’, para dar pase a la conexión de la recién inaugurada Av. Dos de Mayo, y, conectarla con el ovalo de la Av. Guardia Chalaca. En la cuadra de Paz-Soldán, existió una antigua caballeriza (1897) con el nombre clásico de “El Caballo Negro”. Allí se instalo una pequeña plaza de toros, de propiedad de un señor Montani. Este fue muy aficionado a la suerte de “cuchares” y en 1892, hizo su debut en la plaza de Acho. Nuestra historia de Tauromaquia, ya tiene inscrito como torero a un joven Montani, será descendiente del señor Montani, del “Caballo Negro”?. A mediados de la estación de verano del año 1865, se celebraba la fiesta taurina, en la plaza de toros del Callao, en la que, con la concurrencia de un batallón del ejército, daba mas animo a la fiesta, porque los despejos era muy del agrado del público. Allí se veía la agilidad del soldado para la lucha a la bayoneta, su movimiento por batallón y por compañías; al toque de cornetas unas veces, y otras en ataque con arma blanca, solo se sentía un rumor insignificante, que se llamaba al “compas de la muda”, era unisonó, cada soldado parecía estatua en su firmeza y en sus movimientos rápidos, seguros, eran hombres resorte, sin un solo desacierto. De allí que, cada vez que se anunciaba la corrida de toros con despejos, la concurrencia era enorme, especialmente de la juventud de aquella época, a quien tanto agradaba el ser militar. Esa tarde que se hacia la corrida de toros había, pues, juego de esgrima, música y toro ensillado. La cuadrilla estaba compuesta de los toreros Arredondo, Ortiz, Monteblanco, Juan García, Juan De La rosa Asin, Jorge Asin y Antonio Romero, haciendo de banderillero el célebre “Pichilin”. Dirigía la cuadrilla Arredondo, que recibía al toro muy bien enjalmado; para dar muestra de su serenidad y valentía ante el público, mientras lo capeaba, se ponía a fumar un cigarro; el toro ensillado lleno de banderas de las naciones y con fuegos artificiales en su cuerpo, que lo enfurecía al toro y lo hacia recorrer la plaza alocadamente. ¡Hay del infiel torero que pescara en su carrera, era alma de la otra vida! Los toros que les llamaban “Asines”, los soltaban con los ojos vendados y el matador Juan García, también se vendaba los ojos para mandar al matadero a su toro. De cómo salió esta temeridad, no podría contarles, pues el cronista no nos da cuenta de ello. Además se lanzaban globos de papel y a cierta altura derramaba mixtura sobre la concurrencia de la plaza, como complemento a tan deliciosa tarde.
Fuente:
https://myqueridobarriofrigorifico.wordpress.com/category/callao/