Los toros dan y quitan

SEBASTIÁN MIGUEZ VAQUERO (XXXX - 1838)

Solo para efectos ilustrativos
Acuarela de nombre “Picador” (1860-70)
 Mariano Fortuny Marsal
Museo Nacional del Louvre

Picador de toros que fue cogido el 29 de octubre de 1838 y que murió al siguiente día a resultas de las heridas. (Fuente: Accidentes Oculares en la Tauromaquia I de 1801 a 1941 de los Doctores Puertas y Celis)

Refiere el erudito taurino, don Juan José de Bonifaz Ybarra, en su obra “Víctimas de la Fiesta”, que << El que fuera picador y conocedor de la ganadería del duque de Veragua, Sebastián Míguez Vaquero, fue herido de gravedad, siendo de la plaza de toros de Madrid, la de la Puerta de Alcalá, por un toro de la divisa de Manuel  Gaviria, cuando realizaba las faenas de apartado. El luctuoso suceso ocurrió el 29 de octubre de 1838 y el fallecimiento se produjo el día siguiente. "   

En la obra de don J. Sánchez de Neira, "El Toreo: Gran Diccionario Tauromáquico", cita, que " MIGUEZ (Sebastián).- Ha sido uno de los picadores de toros más notables que hubo en el primer tercio del presente siglo (XIX). Hombre de campo, corpulento, bravo y duro, gran jinete y muy conocedor del ganado, mereció por estas circunstancias que el rey Fernando VII le confiase el cargo de mayoral en jefe de la parte de ganadería de que quedó dueño cuando murió D. Vicente Vázquez, de Sevilla, en febrero de 1830. Había tomado en Madrid la alternativa, que le dieron Luis Corchado y Antonio Herrera en la tarde del 10 de abril de 1815, y continuando siempre su trabajo con aceptación, después de servir de mayoral en la ganadería de Veragua, vino a serlo por espacio de cuatro años a las órdenes de la Junta de Hospitales de Madrid, cuando ésta despidió a Alfonso Hinojosa. En el año de 1843, si no recordamos mal, había encerrada en el corral chico de la plaza vieja una corrida de toros de Gaviria, y al hacerse por la mañana el apartado, pasaron todos menos uno al corral grande. Míguez exitó con una castigadera a pasar al otro corral a tan receloso bicho, y éste, revolviéndose rápidamente, alcanzó al desventurado mayoral, le derribó, recogió y tiró por alto, pasándose entónces donde estaban los bueyes, sin duda asustado por los gritos de los que presenciamos la catástrofe. Tenía una horrible cornada en la nalga derecha, además del gran golpe que recibió al ser volteado; y aunque descerrajándose el botiquín le curo un cirujano que estaba presente, el infeliz murió a las cuarenta y ocho horas en su casa, junto a las carnicerías, con gran sentimiento de los verdaderos aficionados. "

El historiógrafo taurino Juan José Zaldivar Ortega, en su libro "Víctimas del Toreo"-Apartado de Picadores, páginas 66 y 67, refiere que: Sebastián Míguez, picador de toros nacido hacia el año 1785, en Utrera (Sevilla), y falleció por asta de toros el (29-10-1838), cuando contaba 53 años de edad. Ese mismo año, al adquirir el rey Fernando VII la vacada del ganadero andaluz don Vicente José Vázquez, trayéndosela a Aranjuez (Madrid), puso a Sebastián de conocedor de la ganadería. Pasó después ésta, como sabemos, a ser adquirida por los duques de Osuna XI y Veragua XIII, estando Míguez al servicios de dichos duques hasta 1834, en que fue nombrado mayoral de la Plaza de Toros de Madrid por la Junta de los Reales Hospitales, cargo que ocupaba en la temporada de 1838, hasta que, concretamente, el citado día 29, estando haciendo el apartado de una corrida de Gaviria, quedó solo en la corraleta más pequeña de la plaza un toro, y al castigarle Míguez con una castigadera para que saliera, se revolvió el astado, alcanzándole y produciéndole las heridas que nos explica el siguiente parte facultativo: «Los profesores de Medicina y Cirugía que abajo firmamos, certificamos: Que hallándonos en la plaza de toros para ver el apartado de los que habían de lidiar en ese día, fuimos llamados a la enfermería de la misma plaza para currar a Sebastián Míguez, mayoral de la empresa, el cual acababa de ser cogido en los corrales por uno de los toros de don Manuel Gaviria al tiempo de estarlos apartando, y habiéndole reconocido, hallamos que tenía una herida dislacerante en la parte inferior del glúteo, que tiene sobre cuatro pulgadas de longitud y sobre dos de profundidad; y atendiendo a la edad del sujeto la consideramos de gravedad, sin embargo de haberle curado y aplicado todos los socorros que el arte ofrece.-Madrid, (29-10- 1838).-José Mendoza Mayolo.» Sebastián Míguez falleció a la ocho y media de la noche del día (30-10-1838), pero no a consecuencia de la cornada, sino de un vómito de sangre causado por el golpe que le propinó el toro al arrojarle de las astas al suelo. Después de haber sido vaquero u hombre de campo. Fue un piquero con las características de un personaje del medio agropecuario, corpulento y fuerte, conocedor como poco de los toros, especialmente de los astados andaluces, que eran entonces de los que más se lidiaban. Cobró gran celebridad por las varas, de gran espectacularidad y eficacia, que colocaba a los toros, considerándosele por público y matadores como uno de los mejores varilargueros de entonces. Se presentó en la plaza madrileña el (10-04-1815), probablemente el Domingo de Resurrección, alternando en tanda con Luis Corbacho, y fue picador desde 1815 a 1838, haciéndolo durante veintitrés años. En 1830 aparece su nombre en carteles de la plaza de Madrid, por lo que esa temporada debió trabajar poco en plazas de Andalucía. Ese mismo año, al adquirir el rey Fernando VII la vacada del ganadero andaluz don Vicente José Vázquez, trayéndosela a Aranjuez (Madrid), puso a Sebastián de conocedor de la ganadería.

RAFAEL PÉREZ DE GUZMÁN " RAFAEL PÉREZ " (1803 - 1838)

Torero aristócrata, nacido en Córdoba el 16 de noviembre de 1803, hijo de los condes de Villamanrique del Tajo y matador de toros, con alternativa que le dio Montes en Aranjuez --en presencia de Roque Miranda-- el 29 de mayo de 1831. Oficial del regimiento de caballería del Príncipe, de guarnición en Sevilla, allí cobró afición a los toros, allí le vieron torear --y emitieron fallo favorable-- el Sombrerero y Juan León y no hubo poder que le hiciera desistir de hacerse torero profesional. Contratado para torear en Madrid durante la temporada de 1838, salió de Sevilla en dirección a la Corte con la debida antelación, a fin de inaugurar aquélla el día 23 de abril, y al pasar la diligencia en que viajaba por la provincia de Toledo, fue sorprendida por una cuadrilla de bandoleros. A la defensa de la escolta militar que custodiaba el vehículo, se unió la de algunos viajeros, entre ellos don Rafael, el cual persiguió y mató a uno de los facinerosos, pero no sin que acto seguido diera muerte otro de ellos al valiente caballero de Córdoba.

(Fuente: Página Web de Abel Murillo Adame/ http://www.historiadeltorero.com)

 

Por su parte el erudito Juan José Zaldívar Ortega refiere de este personaje de la fiesta, en su obra Toros Notables (Entrega No 69 del 20 de agosto de 2007/Toros con la letra C/ Caminito), que: El 23 de octubre de 1837, en la corrida celebrada en Madrid, el caballero y matador a pie, don Rafael Pérez de Guzmán, alternando nada menos que con Juan León, Manuel Lucas Blanco, Francisco Montes (Paquiro), Roque Miranda y Pedro Sánchez, obtuvo un triunfo resonante, en la lidia y muerte de Caminito, de la antigua ganadería española de Cabrera, que fue el último que mató en su vida, siendo contratado para la temporada de 1838 con Francisco Montes y Roque Miranda, como tercer espada. Hay que señalar un hecho interesante. Don Rafael tenía que torear ese año de 1838, el 23 de abril, pero no se presentó. En la nómina del haber de los lidiadores hizo constar la empresa: «Rafael Pérez de Guzmán, escriturado de tercera, y que no llegó a tiempo, se le abona, sin embargo, su haber, con arreglo a lo convenido con sus compañeros, que le suplieron.»  Su haber sumaba mil reales, que la empresa, noticiosa de que don Rafael había muerto asesinado en el campo, entregó para socorro de su viuda. Fue victimado por una de las muchas partidas de bandoleros -tipo Francisco González Blanco (El Algarrobo),  que se dedicaba a rezar a los santos antes de cometer sus múltiples atracos-, que infestaban los llanos de la Mancha, cuando él iba hacia Madrid el 14 de abril del año últimamente citado. El día señalado tenía que torear en Madrid, pero no se presentó. En la nómina del haber de los lidiadores hizo constar la empresa: Su muerte dio lugar a numerosas y curiosas versiones, la mayoría erróneas, y Recortes desmiente los falsos comentarios de algunos de sus biógrafos del modo siguiente: «En aquella época, con pretexto del carlismo y aprovechando las circunstancias de que las fuerzas del ejército se hallaban, en su mayoría en el Norte de España, salieron algunas partidas de bandoleros, que asaltaban los correos, desvalijando a los viajeros y dando muerte al que se resistía al despojo. Para evitar en lo posible estas tropelías, solía acompañar a los transportes un piquete de militares, destinado a este servicio. Una de las muchas partidas que infestaban los llanos de la Mancha, asaltó el (14-04-1838) el coche-correo, en el que iba don Rafael Pérez de Guzmán; las fuerzas se dispusieron a rechazar a los bandidos, y algunos viajeros empuñaron también las armas, trabándose un combate en el que resultó muerto don Rafael, continuando los demás la marcha, dejando abandonado el cadáver, que fue después recogido. Las fuerzas, piquetes o retenes militares que solían acompañar a las diligencias y siempre a los coches-correo, en el que iba don Rafael, se dispusieron a rechazar a los bandidos, y algunos viajeros empuñaron también las armas, trabándose un combate en el que resultó muerto don Rafael, continuando los demás la marcha, dejando abandonado el cadáver, que fue después recogido (Véase el libro: Leyendas, Anécdotas y Supersticiones Taurinas, de este autor).

Noticiosos los vecinos del pueblo de La Guardia de la sangrienta refriega, salieron en masa y temerosos a reconocer el campo, hallando el cuerpo del  noble y torero, que fue conducido al pueblo, donde, según costumbre de aquella época, se le hizo el funeral y dio sepultura, extendiéndose en el Archivo de la Parroquia la partida siguiente: «El diez y seis de abril de mil ochocientos treinta y ocho se celebró en esta Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción misa de cuerpo presente, y su vigilia solemne, por el ánima de un hombre que fue muerto el día catorce del mismo y hallado en el sitio llamado Carrocaña de este término, en la batida que tuvieron las tropas que acompañaban un convoy, cuyo cadáver fue sepultado en el campo santo de la misma, ayer quince, como a las cinco de la tarde, según oficio que me pasaron Victoriano Tamarón, Alcalde del primer voto, y don Manuel Salgado, de segundo, constitucionales, habiendo ejecutado su funeral con el rito de primera clase, concurrencia del Clero, asistencia de todo el Ilustrísimo Ayuntamiento y de los particulares, luciendo en él los  cirios de todas las hermandades éstas en esta Parroquial, conduciéndole desde ellas con la misma forma al denominado camposanto.»