Los toros dan y quitan

AGUSTÍN MARROQUÍN (XXXX - 1811)

Solo para efectos ilustrativos

Fusilamiento de d. Miguel Hidalgo y Costilla en el patio interior del excolegio de Jesuitas en Chihuahua Chih. Méjico Cortesía del Sitio Web: OMNIA.COM.MX

Fungió como torero en el bajío guanajuatense mejicano en los años previos a la independencia de México y a quien conoció el libertador d. Miguel Hidalgo y Costilla en su faceta como aficionado y criador de toros de lidia. Agustín Marroquín fue liberado de la cárcel, donde se hallaba recluido por la comisión de diversos delitos,  por las tropas  de Hidalgo al llegar a Guadalajara, Jalisco, Méjico. Ahí d. Miguel Hidalgo le nombró como uno de sus capitanes de confianza y escolta personal. En esta misma ciudad, se autorizó (en represalia por las atrocidades españolas)  la degollación de unos 200 españoles que  se tenían presos, y los cuales fueron sacados fuera de la ciudad en diversas partidas de 20 á 30. Tales actos venían á rebajar  mucho el mérito del caudillo, pues pareciera que de esta manera se proponía imitar al sanguinario brigadier de caballería, d. Félix María Calleja del Rey,  o  propiciar el intercambio de prisioneros de guerra. El Torero Marroquín fue el instrumento de estos horrores, pues además dirigió los fusilamientos de españoles (hombres, mujeres, ancianos, niños) realizados todas las noches durante 15 días en esa ciudad. El capitán Agustín Marroquín, caudillo de la insurgencia, fue  aprehendido en Acatita de Baján (Municipio de Castaños, en el norteño Edo de Coahuila, Méjico), junto con el Cura Miguel Hidalgo y otros capitanes insurgentes que fueron masacrados poco tiempo después, siendo fusilado y degollado después de muerto, y su cabeza colgada en plaza pública como escarmiento, el 10 de mayo de 1811 en la ciudad de Chihuahua.

El historiador Luis Castillo Ledón, en su biografía de don Miguel Hidalgo y Costilla, registra que Agustín Marroquín arribó a la Nueva España en 1803, sirviendo en casa del virrey Iturrigaray, y que tras ser despedido se hizo tahúr y bandolero, que toreaba por el Bajío y que acusado de robo pasó cinco años en la cárcel de Guadalajara hasta que su antiguo conocido y proveedor de toros, el cura-ganadero de Jaripeo, don Migue Hidalgo, lo libera a finales de noviembre de 1810, permitiendo además que tomara venganza de sus aprehensores, por lo que el resentido diestro mató a estoque o degolló y apuntilló a docenas de españoles y criollos en la barranca de Oblatos. Ocho meses después, el torero Marroquín también sería fusilado en Chihuahua, junto con los jefes insurgentes Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, cuyas cabezas estuvieron 11 largos años enjauladas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, pudriéndose a la intemperie para escarmiento de los que soñaban con una patria independiente y menos injusta.
Fuente:
Leonardo Páez/ Periódico La Jornada/Lunes 27 de septiembre de 2010, p. a46
http://www.jornada.unam.mx/2010/09/27/index.php?section=deportes&article=a46n1dep

Refiere el escritor e historiador mexicano Héctor Budar Martínez, en su obra "Final sin Gloria (Doscientos años de historia)" al detallar la biografía de Agustín Marroquín, que, teníamos conocimiento de que varios de nuestros héroes libertarios fueron arrojados jinetes que se daban a la práctica de montar y torear toros cerriles, por mera diversión. Así mismo sabíamos de la gran afición a las corridas de toros del llamado Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla y que su pasión por la fiesta brava lo llevó a criar toros bravos en tres haciendas de su propiedad, enclavadas en el municipio de Irimbo, en el hoy estado de Michoacán, que fueron: Jaripeo, Santa Rosa y San Nicolás, pero no imaginábamos que en su ejército independentista, militaban dos toreros que vivían de ese oficio. Uno fue conocido como el "Torero Luna" por así apellidarse, teniendo como jefe inmediato al capitán Juan Aldama, quien le tenía especial aprecio por cumplir con disciplina y valentía las más riesgosas acciones. Este torero insurgente murió en combate por el rumbo de Acámbaro, en la actualidad perteneciente al estado de Guanajuato. El otro fue Agustín Marroquín, torero español que llegó a la Nueva España en 1803, como miembro de la servidumbre del Virrey Don José Iturrigaray y a quien está dedicado este relato. El diestro peninsular a unos cuantos días de haber llegado a suelo Azteca, toreó en la plaza del "Volador" en las fiestas de posesión del Virrey a quien servía.
En el transcurso del festejo, su carácter altanero lo involucró en agra disputa por la compraventa de las carnes de los toros muertos en la corrida, que eran de su propiedad como pago por su actuación, según la costumbre establecida. Resulta que Don Gabriel Yermo, uno de los comerciantes más ricos de todo el reino, con su bien ganada fama de avaro y usurero, se había adjudicado la exclusividad de comprar la carne, por las que pagaba la mitad de su precio habitual, a lo que Agustín Marroquín no estuvo de acuerdo protestando el abuso ante el Virrey, autorizándole este la libertad de vender el producto que le correspondía a quien quisiera. Esta licencia no fue del agrado del abusivo comerciante quien era temido influyente en las altas esferas de la corte, convirtiéndolo así en el más acérrimo enemigo del Virrey y durante más de cinco años estuvo conspirando en su contra, tomando cumplida venganza, cuando en vista de la invasión napoleónica en el reino español, Iturrigaray propuso independizar la Nueva España, escuchando las sugerencias de los licenciados Primo de Verdad y Azcárate. Don Gabriel enterado de este propósito, armó a todos los españoles que se sentían traicionados y aprendió al Virrey la noche del 15 de septiembre de 1808, lo depuso, lo encarceló y lo envió preso a España, corriendo igual suerte las autoridades que compartían con él su proyecto. Así una discrepancia comercial de Agustín Marroquín, de insignificante valor, le costó el desprestigio y el virreinato a su amo. Quisimos contar con esta anécdota para ir construyendo la personalidad de este torero, que meses después del incidente de su primera corrida, abandonó el servicio al que vino encomendado y se dio a torerar por el Bajío con el apoyo del cura Hidalgo que le vendía a crédito el ganado en los festejos que él mismo organizaba, cumpliendo con Marroquín se fue haciendo de renombre por esta región, como un torero valiente, dominador y eficaz con la espada, lo que ayudó a que el trato comercial, Torero-Empresario y el Cura-Ganadero, se fuera convirtiendo en sólida amistad, en la que compartían cierta afinidad ideológica. Sin embargo este hispano aventurero, no fue lo que hoy se conoce como un verdadero profesional de los ruedos y su círculo de amigos más íntimos no era precisamente la gente decente, sino la sórdida compañía de bandoleros, tahúres y malvivientes. Esto último puso al descubierto la verdadera personalidad de este sombrío sujeto que en su indigna faceta, cometía hurtos y toda clase de delitos amparado en la impunidad. En esta carrera criminal cometió un importante robo en la Capital de la Nueva España, hecho que fue muy difundido, por lo que nuestro personaje en compañía de sus compinches se dieron a la huida por los rumbos que este conocía. Así después de varias semanas de andar a "Salto de mata" llegaron a la población de Lagos de Moreno preguntando por Don Antonio San Román, informados que dicho señor vivía en la hacienda de La Cofradía, propiedad de un hermano suyo a poca distancia de Lagos. Al dar con él, Marroquín le pidió que los hospedara en la hacienda, cosa que no fue posible por la negativa de su hermano, pero si fue convencido para que los acompañara a ciudad de Guadalajara, ya que Don Antonio conocía la ruta de la hoy capital de Jalisco, a donde llegaron después de tres jornadas a caballo, alojándolos en la casa de sus amigos los esposos Marentes, Don Francisco y Doña María, quienes recibieron a Don Antonio y sus acompañantes de muy buena voluntad, cortesía que pocos días después pagaran con la prisión, ya que cierta noche los facinerosos fueron descubiertos y aprendidos por orden del alcalde de la ciudad, Don Tomás Ignacio Villaseñor y conducidos al presidio incluyendo a Don Francisco y a Doña María, que fue internada en el claustro de las recogidas, una especie de cárcel para mujeres y convento. Los hombres fueron encarcelados sin darles a conocer la pena que tenían que cumplir en el encierro, teniendo que soportar el delincuente torero 200 azotes a su llegada y él y sus amigos las tareas más infames del presidio. Pasaron cinco años en los que el resentimiento se acrecentó, antes que su amigo el cura Hidalgo diera el grito de independencia en Dolores en el mes de septiembre de 1810 y cuando Don Miguel Hidalgo entró triunfante a Guadalajara en el mes de noviembre del mismo año, se enteró de la situación de Agustín Marroquín, ordenándole a Don José Antonio Torres, ponerlo en libertad y en junta de oficiales, lo declaró solemnemente libre de toda culpa y lo nombró capitán de su ejército insurgente exigiéndole juramento de fidelidad. Su primera encomienda fue llevar a cabo la matanza de españoles aprehendidos en la hoy Perla Tapatía y lo hizo con tal crueldad, que ha pasado a formar parte de la historia como una negra mancha en la lucha independentista. Más de 800 españoles fueron degollados personalmente por este sanguinario torero que fue acumulando odio en una sola noche para cobrar su deuda con las autoridades que lo apresaron y sus familias. Son varios los escritores que se han ocupado de la triste celebridad de Agustín Marroquín, entre ellos, el licenciado Juan A. Mateos, Hernández y Dávalos, Lucas Alamán, y aunque el escritor francés F. G. Ferry narra esta historia novelizada, no exagera con la crudeza como lo relata, pues se dio a la tarea de investigar.
Quienes se han ocupado del tema coinciden en que después de la batalla del puente de Calderón fue ascendido a Coronel y con ese grado militar fue aprehendido con el cura Hidalgo y sus correligionarios en las Norias de Baján. En el juicio que se le siguió en la ciudad de Chihuahua, fueron condenados a muerte los insurgentes y el 10 de mayo de 1811 fue fusilado por la espalda Agustín Marroquín como afrenta por lo hecho contra sus connacionales. En este ajusticiamiento también fue ejecutado el mariscal Don Ignacio Camargo. Así en un triste final sin gloria terminó la carrera de este sombrío torero que no supo dignificar la profesión.

JUAN LUIS DE AMISAS RODRÍGUEZ (1776 - 1811)

Solo para efectos ilustrativos
“Muerte del picador” (1793)
D.Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828

Picador que fue cogido por un toro el 28 de julio de 1811 y que falleció a resultas de ello el 13 de diciembre del mismo año. (Fuente: Accidentes Oculares en la Tauromaquia de 1801 a 1941,  de los Doctores Puertas y Celis –Aparece como Juan Luis de Misas Rodríguez).

El docto cronista Juan José Zaldivar Ortega, en su libro "Víctimas del Toreo"-Apartado de Picadores, páginas 56 y 57, Cuando se habla o escribe de un picador llamado Juan, víctima del toreo en el año 1811, sin duda se refieren a Juan Luis de Amisas Rodríguez, muerto en la Plaza de Toros de Madrid el 13 de diciembre de dicho año, a causa de la caída que sufrió el 28 de julio anterior. Después de él no hay otro picador llamado Juan que fuese víctima de los toros, hasta Juan Mateos Castaño, en 1844. Nacido Juan Luis de Amisas Rodríguez en Sevilla el (07-02-1776), falleció en 1811, a los 35 años de edad. Fue hijo del famoso picador Juan de Amisas, que no será el que aparece en el cartel de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla del año 1800, sino su hijo (*)- y Luis Corchado alternaron en tanda en la corrida del (28-07- 1811), séptima de la temporada madrileña, sufrió Amisas una caída, producida por el toro, de nombre Escardillo, de la ganadería de don Bernabé Águila, cuyas consecuencias comunicaba el corregidor al ministro del Interior con estas palabras: «El picador Juan Amisas ha recibido fuerte golpe en la cabeza y está de mucho cuidado.» A consecuencia de ese accidente murió el (13-12-1811). Ya en 1810 tomó parte Amisas en las corridas organizadas por José Bonaparte, sufriendo en una de ellas una herida con fuerte conmoción cerebral, de la decena que sufrió. En unión de Corchado picó a las órdenes de Aroca y Juan Núñez (Sentimientos). En 1811 toreó en la cuadrilla de Francisco Herrera Rodríguez (Curro Guillén). Hasta pasada la mitad del siglo XVIII, se había tenido como primer cartel taurino el indicado por el marqués de Tablantes, en su volumen Anales de la plaza de toros de Sevilla, ya citado, anunciando dos corridas en el bello coso de la Real Maestranza de Caballería de la citada ciudad para los días (04 y 06-05-1761), en cuyos festejos alternaron los diestros picadores Juan de Amisas (padre), Lorenzo Ramos y Sebastián Vicente, que actuaron en las cuadrillas de los espadas Juan y Miguel Palomo. Dicho cartel fue editado en la «imprenta bajo la imagen de Nuestra Señora del Pópulo, en la calle Génova.» Se dieron muerte en ambos festejos a 42 toros de las vacadas de don Pedro de Céspedes, don Benito de Ulloa, marqués de Rianzuela, don Andrés de Ibarburu, don Baltasar de la Torre, marqués de Gelos, marqués de Valle-Hermoso y de la Trinidad, de Carmona. Sin embargo, no es el más antiguo cartel de toros que se conoce hasta hoy, ya que en un admirable libro, editado por la Diputación Provincial de Madrid, redactado por el presbítero don Baltasar Cuartero Huertae intitulado Relaciones históricas de la primera Plaza de Toros circular construida en Madrid, se anota la licencia real otorgada a la Archicofradía de la Sacramental de San Isidro por Felipe V, en 1737, para celebrar tres corridas de toros en un coso de madera que al efecto levantaron en el paraje denominado Casa Puerta, contiguo al Soto Luzón -hoy Glorieta de Pardo Bazán-, como aparecía en los carteles. Y con buen resultado económico se facilitare la reparación del puente que conducía a la ermita del patrono San Isidro en la otra orilla del Manzanares. (*) En un manuscrito del Archivo municipal de Madrid aparece su nombre admitido para actuar en novilladas. Según Sánchez de Neira, el período de suspensión de las corridas lo dedicó a desbravar caballos.

Por su parte el erudito taurino, don Juan José de Bonifaz Ybarra refiere que << También pertenecía a una ilustre dinastía torera Juan Luis de Amisas Rodríguez, que figuró en destacadas cuadrillas de espadas. Picando en Madrid el 22 de julio de 1811, fue violentamente descabalgado por un toro del hierro de Bernabé de Águila y, a resultas de las heridas que se produjo, dejaría de existir en un hospital de la Villa y Corte el siguiente 13 de diciembre. "

En el libro "Dramas de el Toreo" (Relación de las cogidas de muerte que han tenido lugar desde el principio de estas fiestas hasta nuestros días, coleccionadas y redactadas por "El Niño de Dios", Tomás Orts, 1888), páginas 9-10, consignan: AMISAS JUAN.- Picador de la cuadrilla de "Sentimientos", murió desnucado en la plaza de Madrid el año 1811.
Fuente:
http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/resultados_ocr.cmd?id=2170&tipo=elem&posicion=18&tipoResultados=BIB&forma=ficha

IGNACIO JOSÉ DE ALLENDE Y UNZAGA (1769 - 1811)

El general (y torero aficionado) Ignacio María Allende y Unzaga, héroe de nuestra independencia, nació el 21 de enero de 1769, en San Miguel el Grande (Hoy San Miguel de Allende), Guanajuato, México. Muy joven abrazó la carrera de las armas, destacando en la campaña de Texas en 1801 contra el aventurero norteamericano Nolland, donde obtuvo sus primeros ascensos. A partir de 1806 simpatizó con el movimiento independentista, uniéndose a los partidarios de Valladolid. De acuerdo con Miguel Hidalgo y Costilla, fijó la fecha de inicio de la guerra insurgente para el 1/o. de octubre de 1810. Al ser descubierto el movimiento, se trasladó a Dolores y ya iniciada la lucha, Allende fue nombrado teniente general el 22 de septiembre, dedicándose a organizar su heterogéneo ejército, que pasaba ya de 40,000 hombres. Destacó desde entonces como su notable líder, procurando en todo momento evitar excesos por parte de su tropa, exacerbada por la resistencia de los españoles. Gracias a su talento militar, obtuvo una resonante victoria en Monte de las Cruces, donde derroto al realista Torcuato Trujillo. Hubo de retroceder hacia Guanajuato por iniciativa de Hidalgo, quien no quiso atacar la ciudad de México, siendo derrotado por el General Félix María Calleja en la población de Aculco. En la batalla de Puente de Calderón, a las afueras de Guadalajara, actual estado de Jalisco, una vez más dio muestras de su capacidad, al rechazar en tres ocasiones a los realistas, pero por un desafortunado inicidente la victoria se inclinó a favor del ejército virreinal mandado por Calleja. Al dimitir Hidalgo fue investido con el mando de tropas insurgentes, que marcharon entonces hacia Saltillo, siendo traicionados por Ignacio Elizondo en Acatilta de Baján, donde murió su hijo en la refriega. Se le condujo a Chihuahua, donde el día 6 de mayo se formó proceso en su contra, siendo sentenciado a muerte y pasado por las armas en unión de Hidalgo, Aldama, Jiménez y Santamaría, el 26 de junio de 1811. Ahí los cuatro caudillos fueron decapitados y sus cabezas hervidas en aceite y colocadas en jaulas que estuvieron pendidas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas de la ciudad de Guanajuato, Gto., hasta el 28 de marzo de 1821, fecha en que fueron retiradas por órdenes de don Anastasio Bustamante,  quien les mandó dar sepultura en el panteón de San Sebastián. El resto de su cuerpo en un principio fue enterrado en la Iglesia de San Francisco en Chihuahua; actualmente los restos completos de este glorioso caudillo insurgente reposan merecidamente en la cripta de la hermosa “Columna de la Independencia”, en Ciudad de México, Distrito Federal.

Fuente: Con información de la Secretaría de la Defensa Nacional de México

/ http://www.sedena.gob.mx/index.php?id_art=77)

 

Benito Adal Arteaga, historiógrafo sanmiguelense, en su testimonio menciona que << un día en que “El Milite” toreó en suerte, matando a un toro que era de bandera y bravura que al vérsele embestir a los de a caballo,así como a los de capote,las banderillas,al cual Allende tardó en matar,no se  esperaron los gritos de: “¡Este bien que te conoce!” “¡Esta noche cenan juntos!”, “¡Le han asustado las patillas, teniente!” “¡No le matas ni con un cañón!” “¡Arriba el torito vivales!”, lo cual molestó a Allende, ya que también hubo apuesta entre el público sobre el fin que tendría el toro, logrando matar de un estoconazo, con lo cual el público le dio una gran ovación jamás escuchada en la Nueva España. >> (Fuente: Crónica de Don Rafael Flores Ramos) 

Refiere el historiógrafo taurino, don Luis Ruiz Quiroz, en las efemérides que le publica la página de Internet "Campo Bravo- México" de la ANCTL (Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia) que un 9 de octubre de 1800, se celebra espectáculo taurino en San Luis Potosí en que hace el despeje a caballo Ignacio Allende y asisten al palco de honor don Miguel Hidalgo y Costilla y Félix María Calleja.

MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA (1753 - 1811)

El Padre de la Patria de México, don Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla, nació el 8 de mayo de 1753 en el rancho de San Vicente, lugar perteneciente a  la hacienda de San Diego Corralejo, Jurisdicción de Pénjamo, de la Intendencia de Guanajuato permaneciendo ahí hasta los 12 años. Fue hijo de Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga Mandarte y Villaseñor. Estudió en el Colegio de San Nicolás Obispo, en Valladolid (hoy Morelia), donde recibió el grado de Bachiller en letras. En el mismo año se graduó como bachiller en artes en la Real y Pontificia Universidad de México; en 1773 obtuvo el bachillerato en teología, en la misma casa de estudios. Fue ordenado sacerdote en 1778. Impartió cátedra en el Colegio de San Nicolás, donde fue tesorero, vicerrector, secretario y rector, colabora como cura de las ciudades de Colima y San Felipe "Torresmochas". Hablaba francés, italiano, tarasco, otomí y náhuatl. En 1788 estaba encargado de la sacristía de Santa Clara del Cobre. En 1800 dejó el curato de San Felipe para atender su hacienda en Jaripeo, dedicada a la crianza de toros de lidia. Cuando falleció su hermano José Joaquín, quien fungía como cura de Dolores, pasó a ocupar su lugar en octubre de 1802, donde alfabetizó artesanos y campesinos. Hidalgo conoció al Capitán Ignacio Allende en San Miguel el Grande en diciembre de 1808. Por ese tiempo frecuentaba también al Teniente Mariano Abasolo, al corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez y a la esposa de éste, Josefa Ortiz. Todos ellos formaron parte de una conspiración que, iniciada en 1809, se extendió a diversas ciudades del Bajío, a San Luis Potosí y aún a la ciudad de México, donde se formaron núcleos independentistas. Los preparativos fueron denunciados y la noche del 15 de septiembre, junto con su hermano Mariano, Aldama, Allende, José Santos Villa, los serenos Vicente Lobo, José Cecilio Arteaga y ocho hombres más, Hidalgo liberó y armó a los presos locales para después aprehender a los españoles. En la madrugada del 16 de septiembre convocó a luchar por la independencia a los fieles que se habían congregado en la parroquia. Reunió un grupo de 300 hombres y salió a Dolores. Al pasar por Atotonilco tomó una imagen de la Virgen de Guadalupe que convirtió en estandarte de sus fuerzas. El mismo día 16 llegó a San Miguel el Grande, donde se les unió el Regimiento de la Reina. Siguió por Chamacuero y llegó a Celaya el 21 de ese mes. En ese lugar, el 22 Hidalgo fue nombrado Capitán General mientras que a Allende se le designó Teniente General. Para esa fecha el Ejército Insurgente contaba con 50,000 hombres que el 28 de octubre ocuparon Guanajuato y vencieron la última resistencia de los realistas al tomar la Alhóndiga de Granaditas. Hidalgo estableció allí una casa de moneda y una fundición de cañones. El 24 de septiembre fue excomulgado por el obispo michoacano Manuel Abad Queipo. El 17 de octubre, en la ciudad de Valladolid, hizo publicar el decreto de abolición de la esclavitud. En Charo se le unió Morelos, a quien encargo organizar la insurrección en el sur del país. El 22 de octubre, en Zinapécuaro, fue nombrado Generalísimo y al día siguiente nombró secretario particular a Ignacio López Rayón. Llegó a Toluca el 28 y dos días después, en su avance hacia la capital del país, derrotó a los realistas en el Monte de las Cruces. Se detuvo en Cuajimalpa y se negó a atacar la ciudad de México, pese a la opinión de quienes tenían experiencia militar. Emprendió la retirada y el 7 de noviembre su ejército fue derrotado en Aculco por las fuerzas coloniales al mando del Brigadier español Félix María Calleja.  En Guadalajara, Hidalgo formó el primer gobierno independiente con López Rayón como Ministro de Estado. Nombró representante en Estados Unidos a Pascasio Ortiz de Letona y ordenó la publicación de “El Despertador Americano”. En la hacienda de Pabellón fue alcanzado por Allende y algunos jefes que, por su responsabilidad en la derrota ante los realistas, lo despojaron del mando militar. Todo se mantuvo en secreto hasta mediados de marzo cuando, en Saltillo, Hidalgo renunció públicamente a la jefatura del Ejército Insurgente. El 21 de enero de 1811, fueron capturados en Acatita de Baján, Coahuila, tras una traición de Ignacio Elizondo, un antiguo realista  y en ese entonces militante en las fuerzas revolucionarias, pero que no era más que un espía del gobierno virreinal. Allende, Aldama y Jiménez fueron encontrados culpables por el delito de alta traición, y se les condenó a muerte en mayo del mismo año. Abasolo aportó datos adicionales sobre la insurgencia que permitieron llevar a cabo redadas donde se obtuvo material para contrarrestar el movimiento. Su colaboración, sumada a los esfuerzos de su mujer, logró conmutar su condena a la de prisión perpetua en Cádiz, España, donde murió en 1816. Mientras, en Chihuahua, Allende, Aldama y Jiménez fueron pasados por las armas por la espalda en la plazuela de la ciudad el 26 de junio, más tarde sus cuerpos fueron decapitados y sus cabezas enjauladas. Hidalgo fue enterado de esta noticia la misma noche de la ejecución. Pocos días más tarde, el obispo de Durango procedió a degradar al ex párroco de Dolores de su condición sacerdotal, para quedar disponible para su ejecución. El día de su fusilamiento pidió que no le vendaran los ojos ni le dispararan por la espalda (como era la usanza al fusilar a los traidores). Pidió que le dispararan a su mano derecha, que puso sobre el corazón. Hubo necesidad de dos descargas de fusilería y el tiro de gracia para acabar con su vida, tras lo cual un comandante tarahumara, de apellido Salcedo, le cortó la cabeza de un solo tajo con un machete, para recibir una bonificación de veinte pesos. Miguel Hidalgo murió el 30 de julio de 1811 fusilado por las fuerzas realistas.

Miguel Hidalgo y Costilla fue fusilado al amanecer, sentado en un banco, con la mano en el corazón, los ojos vendados y un crucifijo en el patio del antiguo Colegio de los Jesuitas en Chihuahua, entonces habilitado como cuartel y cárcel y que en la actualidad es el Palacio de Gobierno de Chihuahua. A pesar de haber recibido dos descargas del pelotón, no murió; por lo que el teniente al mando ordenó a dos de los soldados disparar a quemarropa sobre el corazón del padre Hidalgo, acabando así con su existencia. Su cadáver fue posteriormente decapitado y su cuerpo enterrado en la capilla de San Antonio del templo de San Francisco de Asís en la misma ciudad de Chihuahua; su cabeza fue enviada a Guanajuato y colocada en la Alhóndiga de Granaditas, junto a las de Allende, Aldama y Jiménez. En 1821 fue exhumado su cuerpo de Chihuahua y junto con su cabeza se le enterró en el Altar de los Reyes, de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Finalmente, desde 1925 reposa en el Ángel de la Independencia, en la capital. En 1868 fue erigido en su honor el Estado de Hidalgo.

Para mayor abundamiento de su andadura en el mundo de la tauromaquia, hay que señalar que don Miguel Hidalgo y Costilla, fue aficionado a los toros, amigo de toreros, y tuvo las haciendas ganaderas de Jaripeo, Santa Rosa y la reconocida San Nicolás de Peralta, estando las tres ubicadas en la región de Irimbo, criando toros de lidia en esta última hacienda, desde donde antes del conflicto bélico insurgente, se vendieron reses para diversos festejos.

 

http://www.sedena.gob.mx/index.php?id_art=132

http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Hidalgo_y_Costilla

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