Los toros dan y quitan

ALGUNAS DESGRACIAS TAURINAS ENTERADAS EN MÉXICO EN EL SIGLO XVII

ALGUNAS DESGRACIAS TAURINAS ENTERADAS EN MÉXICO EN EL SIGLO XVII

En la calle de Meleros, esquina con flamencos (Corregidora y Pino Suárez) casi en el sitio en donde está hoy la Suprema Corte, se encontraba, desde la época prehispánica y aún durante los siglos XVI y XVII, la Plaza del Volador. Ahí se llevaba a cabo el ritual solar de los voladores, que hoy conocemos como "los voladores de Papantla", pues en esa zona de Veracruz se sigue practicando (también en Cuetzalan, Puebla). La plaza se conservó durante la época virreinal y se seguía haciendo el ritual, que para los indígenas era una forma de adorar a sus dioses y, para los españoles y mestizos, como para los turistas de ahora, era un espectáculo. En esa misma plaza también se hacían corridas de toros, peleas de gallos y hasta había autos de fe de la Inquisición (que normalmente eran en la Alameda). En el siglo XVIII, el mercado que se colocaba en la Plaza Mayor necesitaba más espacio y entonces se construyó un mercado en donde había sido la plaza del Volador. Se le conocía como Mercado del Volador y se ubicaba frente a la Acequia Real, adonde llegaban las mercancías. A un costado estaba la Universidad y del otro lado el Baratillo.
Cortesía de
https://recorridocentro.wordpress.com/2014/06/07/plaza-del-volador/

Refieren en la obra "Historia de la Cirugía Taurina en México" (De los siglos virreinales a nuestros días) Página 32, del Dr. Raúl Aragón López y Maestro José Francisco Coello Ugalde, México, 2018, que, "Entre otro de los escasos registros que provienen del siglo XVII, se encuentra el que se sucedió el 7 de diciembre de 1683. Se trata de una corrida de toros en la Plaza el Volador donde hubo desgracias de muerte. También, el 25 de enero de 1689, pero en la Plazuela de la Santísima fue muerto uno de los indios toreros. De igual forma, dos importantes autores, Gregorio Martín de Guijo(38) y Antonio de Robles (39) dejaron en sus "Diarios de Sucesos Notables", abundante información sobre festejos celebrados entre los años 1648 y 1703, de los que se pueden conocer ciertas notas alusivas al tema del que se ocupa la presente obra. Veamos.

-"Fue el virrey y virreina a los toros; hubo dos muertes, un indio de una estocada y otro (se presume que era una mujer) que mató un toro" (25 de enero de 1689), y

-"Hubo toros a las once; mató un toro a un negro" (24 de noviembre de 1700), donde con toda seguridad, el suceso ocurrió en la plaza El Volador, Ciudad de México.

Estas noticias, apenas dos en un período tan largo -55años-, dan escasa idea de la que pudo ser una constante en las numerosas celebraciones allí anotadas. Probablemente y dada la síntesis que aplicaron uno y otro autor, sea difícil encontrar más evidencias en tiempos en los que no solo participaban, como protagonistas principales diversos miembros de la nobleza novohispana, sino que, estos se auxiliaban por pajes y lacayos. Lo mismo indígenas que gente de color, lo que significa un posible denominador común que marcaba notoriamente las escalas sociales en el espectáculo. Sin embargo, unos y otros, daban forma al reparto en el que, con toda seguridad, se pudieron dar escenas multitudinarias, propicias para que los toros ocasionaran estragos.

(38) Gregorio Martín de Guijo: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México. Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V (Colección de escritores mexicanos, 64-65).
(39) Antonio de Robles: DIARIO DE SUCESOS NOTABLES (1665-1703). Edición y prólogo de Antonio Castro Leal. México, Editorial Porrúa, S.A., 1946. 3 V. (Colección de escritores mexicanos, 30-