Los toros dan y quitan

EL AZAROSO VIAJE DE BERNARDO GAVIÑO A CHIHUAHUA EN 1844

EL AZAROSO VIAJE DE BERNARDO GAVIÑO A CHIHUAHUA  EN 1844

LITOGRAFÍA ANTIGÜA DE LA PLAZA DE TOROS DE CHIHUAHUA, CHIH., MÉXICO
http://miradademujerespinosa.blogspot.mx/2012/12/litografias-antiguas-de-la-cd-de.html

Narra el prestigioso historiógrafo taurino mexicano, don David Lomelí, apuntalado en una añosa crónica del "Tío Puntilla" que: sabido es que Bernardo Gaviño, diestro gaditano que vino a nuestro país en 1831 para quedarse en él, aparte de sus actuaciones en los improvisados ruedos de la época fue protagonista de otros hechos notables, como el que tuvo lugar en el año de 1844 en tierras norteñas camino de Durango a Chihuahua, donde había sido contratado para torear varias corridas, al tener que luchar con un grupo numeroso de indios comanches, al frente de su cuadrilla y otros viajeros que iban en el mismo convoy que fue asaltado, resultando muertos todos los viajeros. Sólo Gaviño y dos de su cuadrilla (heridos), el banderillero Fernando Hernández y el varilarguero Vicente Cruz, que fue notable picador, sobrevivieron. Llegados a su destino (la ciudad de Chihuahua, en el estado de Chihuahua), y una vez curados de sus heridas, Bernardo completó provisionalmente su cuadrilla con algunos toreros que se le presentaron y se dispuso a dar comienzo a la temporada. En la sexta corrida se lidiaron astados de la hacienda del Terrón. “Primer toro, grande alzada, achampurrado, fogoso, bien cornado, fue picado, tomó seis varas, dio muerte a tres jamelgos, recibió tres pares de banderillas y le dio fin Bernardo con un mete y saca después de dos pases de muleta. “Segundo toro, del mismo color que el anterior, matrero y buscador, tomó cuatro varas, tres pares de banderillas y una flor en la frente que después se la quitó el loco que se la había puesto; le dio muerte con dos estocadas, una alta y otra baja a volapié Fernando Hernández. Tercer toro, ceniciento ahumado, soberbio bicho, cargado, revoltoso y barrendero; tomó seis varas, pero se llevó igual número de bucéfalos por lo que se paralizo la escena. La fiera se enseñoreaba con sus víctimas, el público gritaba frenéticamente: ¡picadores!, ¡picadores!, y no se presentaban porque ya no había caballos (…). El intrépido Vicente Cruz, refiere la crónica, sale montando un rocinante pedido a un particular, se enfrenta al bicho y lo hace tomar dos varas, “pero la tercera fue la embestida tan feroz que levantó a la cabalgadura y el ginete, y los echó fuera de la barrera, quedando otra vez paralizada la lidia”. Bernardo le clavó tres pares de banderillas, de frente, “siguió el lance o suerte de la muerte por el mismo gladiador que la ejecutó de manera sorprendente, pues no hizo más que un pase de muleta, estocó en la trasnuca a la fiera, cayó a sus pies con la cabeza levantada a donde inmediatamente le puso Bernardo la planta de su pie derecho y saludó al público”…. Y sigue la crónica sobre el cuarto de la tarde, que cerró plaza, al que finiquitó Gaviño con “un limpio mete y saca”. “Fue tal la emoción que provocaba el toreo de Bernardo que un anciano entusiasta, paisano del maestro, vino desde Paso del Norte (ahora Ciudad Juárez) a verle torear, cayó de muerte repentina.
Fuente:
Editorial "De Antaño y Hogaño" por David Lomelí/Publicado el 9 de octubre de 2013 en el diario "El Sol de San Luis" (San Luis Potosí, SLP, México) / Crónica del "Tío Puntilla", contenida en el libro "Lecturas Taurinas del Siglo XIX"/ Editorial Bibliófilos Taurinos de México.