Los toros dan y quitan

ERNEST HEMINGWAY (1899 - 1961)

ERNEST HEMINGWAY

Photo © Bettmann/CORBIS (Ernest Hemingway)

Ernest Miller Hemingway, editorialista y escritor taurino, nace en Oak Park (Illinois USA), el 21 de Julio de 1899. Hijo de un médico de Chicago, quien recibe de su padre una gran afición al campo, a la caza y a la vida al aire libre. Esto, unido a su espíritu aventurero, define su existencia. Comienza como reportero del Kansas City Star y después en el Toronto Star, del que sería corresponsal en Europa. Fue gravemente herido durante la 1a guerra mundial, donde se encontraba como voluntario de la Cruz Roja en el frente italiano. Esta traumática experiencia condicionó su vida, lanzándolo a cometer actos arriesgados o heroicos como exorcismo contra el miedo, y su obra, en la que el valor, a pesar de su inutilidad, es presentado como la única justificación de la existencia del ser humano. En España (1922) asiste a las fiestas de San Fermín en Pamplona, donde las corridas de toros le impresionan de tal manera que su pasión taurina es una constante de toda su vida. Fue corresponsal en España durante la guerra civil (1937-1938), su apoyo y simpatía por la causa republicana le lleva a colaborar en el rodaje de la película “Tierra de España”. Escribe entonces su única obra de teatro “La Quinta Columna”. En la 2da  guerra mundial toma parte en la invasión de Normandía y entra en París con su unidad de partisanos, participa como corresponsal, en la guerra chino-japonesa en 1941, y vive los primeros momentos de la revolución castrista en Cuba. En París entró en contacto con Gertrudis Stein, Ezra Pound, Scott Fitzgerald y otros componentes de la llamada “generación perdida”. Su espíritu libre y su concepción del mundo y de la existencia, basados en la idea de que el hombre debe hacer frente a su destino e incluso ser dueño de él. (“El hombre no está hecho para la derrota –escribía-; un hombre puede ser destruido pero no derrotado”), le llevan a ser consecuente, incluso en el último acto de su vida: aquejado de una dolencia mortal, Ernest Hemingway se suicida con una escopeta de caza el 2 de julio de 1961, en Ketchum, Idaho. La eficacia y expresividad de su estilo sencillo y directo, lleno de imágenes precisas y descripciones de variados ambientes, le hicieron alcanzar gran éxito. Fue galardonado con el premio Pulitzer por su novela El viejo y el mar (1953), y en 1954 le fue concedido el premio Nobel de Literatura. Dio a conocer al mundo entero la ciudad de Pamplona y los sanfermines, cuyos toros “corre” por las calles de la capital navarra. Entre los títulos más relevantes de sus novelas se cuentan: Tres historias y diez poemas (1923), En nuestro tiempo (1924), Los torrentes de primavera, También sale el sol (1926), Hombres sin mujeres, Fiesta brava (1927), Asesinos (llevada a la pantalla con el nombre de Forajidos), Adiós a las armas (1929), novela en cierta medida autobiográfica en la que desarrolla uno de los temas recurrentes: la necesidad de los amantes de tener una “paz separada” del mundo, Muerte en la tarde (1932), ensayo sobre las corridas de toros, Las verdes colinas de África (1935) , Las nieves del Kilimanjaro (1936), Tener y no tener (1937), sobre el contrabando de alcoholes, Los primeros cuarenta y nueve cuentos (1938), Por quién doblan las campanas (1940), su obra de mayor éxito comercial.  A través del río y entre los árboles (1950), ambientada en escenarios de la 2da guerra mundial fue muy censurada por la crítica. En 1953, publica uno de sus más bellos relatos, la novela corta El viejo y el mar. Su última obra El verano sangriento (1960), es una novela que tiene por motivo la rivalidad entre dos toreros. Después de su muerte aparecieron París era una fiesta (1963), recuerdos de su juventud, e Islas a la deriva (1970). En nuestro país Hemingway “ve” los toros como un arte. Vive la guerra civil, va y viene una y otra vez. En el pueblecito malagueño de Churriana, escribe largas temporadas. Parecía un apóstol con su barba blanca. En sus días siguiendo todas las ferias importantes y sus corridas de toros, vio Hemingway muchos toros y muchos toreros. Desde “El Niño de la Palma” a su hijo Antonio. Dijo muy claramente que Antonio Ordóñez era el mejor torero que vieron sus ojos. Y en el mundo de los toros, Hemingway era el mejor novelista.  Casi cincuenta años después de su muerte, Hemingway sigue siendo el autor norteamericano más conocido –y más leído- de la primera mitad del siglo XX. Y como dijera el gran escritor norteamericano: “El gran artista va entonces más allá de lo que ha sido hecho o conocido hasta entonces, y hace su propia obra”. (Fuente: Ing. Francisco Arias Solis)

 

El 2 de julio de 1961, en Ketchum (Idaho, USA) se disparó a sí mismo con una escopeta. Dada la ausencia de una nota de suicidio y el ángulo del disparo, es difícil determinar si realmente su muerte fue suicidio o si fue un accidente. Se presume que una posible causa fue la enfermedad de Alzheimer que se le fuera diagnosticada poco antes, así como también su carácter depresivo.

(Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Ernest_Hemingway)

Los progresivos tormentos mentales de Ernest Hemingway llevaron a suponer que, en el colmo de la angustia (real o imaginaria), se suicidó de un tiro en la boca. Decía que en los últimos años se sentía perseguido por agentes del FBI, a quienes veía en cada esquina, en los cafés y en las plazas de toros. Una vez intentó escapar de un avión en pleno vuelo, acosado por los ojos inquisidores de un supuesto (o real) perseguidor y no fue tarea fácil para pasajeros y tripulantes de la nave el disuadirlo de su paranoia. Años después de la muerte del novelista, se comprobó que en efecto el FBI lo seguía sol y a sombra en todas las latitudes, por su participación al lado de los republicanos en la guerra civil española y sus simpatías por la naciente revolución cubana.
Fuente:
Los escritores del manicomio
José Luis Diaz-Granados Prensa Latina
http://kdito.deviantart.com/journal/Los-escritores-del-manicomio-214170754