Los toros dan y quitan

GUILLERMO FLORES GUTIÉRREZ (LECHERITO) (1913 - 1989)

GUILLERMO FLORES GUTIÉRREZ      (LECHERITO)

Revista Gráfica Taurina "La Lidia"
No 31, México D.F., 25 de junio de 1943

Refiere el célebre erudito Taurino, don Juan José de Bonifaz Ybarra, en su obra "Víctimas de la Fiesta", sobre este desconocido personaje al que cataloga como novillero, que << Guillermo Flores (Lecherito) resultó cogido y muerto en México el 28 de mayo de 1942 " y es cuanto.

Por su parte el extinto erudito taurino, don Ángel Villatoro, relata en su brillante "Antología Taurina Mexicana", que << GUILLERMO FLORES "LECHARITO" (y no "Lecherito", como lo nombra el maestro Bonifaz). Poco duró en la profesión este infortunado novillero, que a poco de iniciada su carrera, el 28 de mayo de 1942, resultó cogido y muerto en el acto. >> De modo que resulta materia de estudio para las nuevas generaciones de cronistas, el investigar más sobre la vida y verdadero mote de este desventurado personaje de la Fiesta.

Hacia el mes de febrero de 2012, recibí seguramente desde el cielo, de parte del finado, una amable carta que me envía don Carlos José Flores González, hijo del fallecido, donde me allega, amén de su saludo, una copiosa cantidad de recortes de periódicos de la época, que me permiten esbozar una parte del rodaje taurino de esta víctima de la fiesta que llevó por nombre Guillermo Flores Gutiérrez "Lecherito", nacido el 13 de julio de 1913 en Apodaca N.L., México, y también conocido en el Distrito Federal con el mote de "El Resucitado", luego que en los albores de su carrera taurina en esa capital azteca, y a los 29 años de edad, lo corneó en forma despiadada un toro ya lidiado del ganadero Santiago Ovando (anunciado como de la extinta Tepeyahualco) en la suerte de banderillas, y que milagrosamente fue rescatado de las garras de La Muerte, por obra de la Divina Providencia, quien guió hábilmente las manos de los doctores Ibarra, Rojo de la Vega y Herrera para salvarlo.


Una de las cornadas más graves que se han visto en la plaza de "El Toreo" la recibió Guillermo Flores "Lecherito". Cuando ya todos lo daban por muerto, el muchacho abrió los ojos y preguntó a un empresario ahí presente: ¿Ya me gané una corrida en domingo? La cornada que recibió "Lecherito" le abrió una pierna en canal. (Texto obtenido de un cartón publicado en la prensa, del afamado dibujante FREYRE)

La documentación que me envía su hijo, don Carlos José Flores González, contradice en fechas y en hechos, la consignada por los cronistas Villatoro y Bonifaz, quienes por causas desconocidas (quizás por la magnitud del cornalón y el pronóstico fatal que se tenía) lo hacen durmiendo el sueño eterno hacia el 28 de mayo de 1942, a resultas de esta misma cogida sufrida en el Toreo de México D.F., y que le infligió el quinto toro de la tarde, un marrajo ya toreado (como todos los que se lidiaron esa misma tarde), que reculado en tablas lo cazó cuando el torero se disponía a colocarle el tercer par de banderillas (y de la cual sobrevive, a pesar de que por su gravedad - el cornalón le seccionó la femoral- se había confesado en la misma enfermería y ya le habían administrado los Santos Óleos); ya que me advierte, con conocimiento de causa, que su padre falleció el 31 de diciembre de 1989 en Monterrey N.L. por otras complicaciones de su edad y de la cornada recibida, y porque para su desgracia, días antes de su fallecimiento le habían amputado la pierna.

Citan los cronistas que redactaron en su tiempo estas valiosas editoriales, que el valeroso novillero "Lecherito" después de este cornalón del 28 de mayo de 1942 regresó a la plaza "El Toreo" capitalino en la temporada juevetina del mes de octubre del año 1943, donde por ganas no quedó, demostrando coraje y vergüenza torera ante un ganado de solemne mansedumbre de Albarrada y donde alterna con Javier Chávez "El Terremoto" y Anselmo Liceaga; dicho esto, porque en su segunda lidia, estuvo muy bien con el buey que le tocó "en suerte", matándole de media estocada fulminante, cosa que le valió la vuelta al ruedo y las palmas de los aficionados, que salieron ese día repudiando al ganadero de sobras y toros de descarte. Ese día "Lecherito", aún convaleciente del gravísimo percance sufrido el año anterior, brindó un toro a los médicos de la plaza que lo salvaron de la muerte. El ilustre doctor Rojo de la Vega recibió el homenaje del torero.

Vale la pena recordar, que antes de esa pavorosa cogida del 28 de mayo de 1942, Guillermo Flores "Lecherito" había recibido ya el 16 octubre de 1941, una oportunidad del dinámico empresario de la Plaza de "El Toreo", Anarcasis H. Peralta, para participar en una novillada, donde finalmente le tocó lidiar un único astado de Sayavedra de cerca de 600 kilos de peso, con el que estuvo bien con el capote y la franela, incluso alargando un poco la faena al sentirse a gusto con el astado, sin embargo no estuvo acertado con el acero, pues tuvo que pinchar varias veces; empero su garbo y hechuras fueron celebrados por la afición con palmas, y le concedieron una merecida vuelta al ruedo, dejando una excelente impresión, que le valió repetir al año siguiente con el trágico desenlace previamente comentado. Esa primera oportunidad de torear un bicho en "El Toreo", provenía de una buena tarde que había tenido "El Lecherito" en la plaza de toros de Nuevo Laredo, donde hacia enero de 1942, alternando con Leopoldo Ramos "El Ahijado del Matadero", Gregorio García y José González "Fajerito" se enfrentaron a unos dudosos y raquíticos toros que "se anunciaron como de Golondrinas" de los Señores Jiménez, pero que a leguas se les notaba que no procedían de esa acreditada dehesa; empero con pundonor y buenos modos, "El Lecherito" fue el único de los toreros que se sobrepuso a la adversidad que enfrentaron todos por el pésimo ganado, haciéndole una faena completa al de su suerte, cosa que le valió una oreja, y que fuera paseado en hombros por el ruedo, fue el triunfador de la tarde.

El 15 de abril de 1945, los novilleros "Lecherito" y el hidalguense Saúl Guaso se enfrentan en mano a mano, en la plaza de toros de ciudad Juárez Chihuahua, con toros de "La Playa" (otra fuente dice "Golondrinas"), justo cuando un huracán, de fuertes vientos, azotaba la ciudad ese día, y pese al peligro que implicaba el quedar expuestos a los toros, por su pericia y valentía, salieron a flote del compromiso. Los cronistas juarenses definieron al regiomontano Guillermo Flores "Lecherito" como un estoqueador de solera fina, de clasicismo puro, continuador airoso de la escuela rondeña, que con un valor de leyenda, es el clásico estoqueador que practica mejor la suerte suprema. Encuentre Usted en el "Lecherito", una admirable condición troyana para sobreponerse a la muerte en México y para lidiar a un huracán en ciudad Juárez. ¡Que arrestos de guerrero!

Más tarde, al parecer, encamina sus pasos hacia Naco, Sonora, al norte del país, donde el 17 de junio de 1945, en faena de torero grande, alcanza un triunfo clamoroso al desorejar un verdadero toro de respeto, tras lo cual, se presenta en novillada celebrada en Nogales Sonora, el 24 de junio de 1945, en un mano a mano contra el también novillero Arturo Amézquita "El Americano" (conocido también, en el bajío mexicano, con el mote de "El León de Jalisco"), con reses de Cerro Viejo ( otra fuente cita toros de Gallardo), saliendo triunfador, al obtener merecida vuelta al ruedo en el primero y oreja en el segundo, mientras que Amézquita escuchaba aplausos.

"Lecherito" consigue después triunfos en los ruedos del norte del país, y en Monterrey, como el obtenido en la corrida celebrada en la plaza de toros "El Coliseo" en festejo conmemorativo del 130 aniversario de la Independencia de México, donde resultó el mejor librado de todos los alternantes ante astados de "Golondrinas"; y como el obtenido en la corrida de beneficencia en favor de la Policía de Monterrey, donde ganó la "Oreja de Plata", por su valor y por su arte, en noble competencia con los también novilleros Ortega Montes y Pedro Carreola. Con su arte y valentía, "Lecherito" se había ganado un sitio en el corazón de los aficionados.

Tristemente la fiesta de los toros es ingrata incontables veces, con algunos buenos lidiadores que no tuvieron la fortuna de ser administrados o apadrinados por la persona con los contactos y los medios necesarios para convertirlos en figuras, y entonces, su rodaje taurino se ve frenado en oportunidades, y termina su carrera antes de tiempo, no sin antes haber pagado con cuota de sangre, los embates de reses resabiadas, y el sufrir con temple, los desengaños propios de lidiar casi siempre el pésimo ganado que los improvisados empresarios de las plazas chicas adquieren para sus festejos, lo que termina por apagar la llama de la afición, que muchos de ellos tuvieron en un principio. Dios lo tenga a su diestra generosa, paz a sus restos, y que alcance en el cielo el sitial que merece; que en este mundo ha dejado en sus hijos una admirable descendencia de gente de trabajo que le admira, recuerda y respeta, y esa es la mejor obra que un hombre puede dejar sobre la tierra.