Los toros dan y quitan

DIEGO DE TOLEDO (1573 - 1593)

DIEGO DE TOLEDO

Solo para efectos ilustrativos

Antonio Álvarez de Toledo y de Beaumont, n.1568-m.1639, 6º conde de Lerín y condestable de Navarra (1588), 5º duque de Alba de Tormes y 3er duque de Huéscar, G.E. (1585). Era medio hermano del fallecido en el ruedo,  don Diego de Toledo

Don Diego de Toledo, nació en 1573 y murió el 20 de mayo de 1593, fue hijo de ganancia (bastardo) de don Diego Álvarez de Toledo, Quinto Conde de Lerín, y de una desconocida que probablemente sería de noble alcurnia, murió en Alba,  desgraciadamente de un encuentro de un toro en las bodas del duque, su medio hermano Antonio Álvarez de Toledo, Quinto Duque de Alba. La primera referencia histórica de un percance en un ojo se originó a la suerte tan atroz como la sufrida por el hermano de un duque de Alba, don Diego de Toledo. Quiso éste salir a rejonear unos toros en las fiestas que hubo en ocasión de la boda de su hermano. Le avisaron ya de que no lo hiciese. El desenlace de su empeño también se lo debemos al cronista Zapata: "Trajeron aquella mañana por las calles un toro ensogado, que se entró por la casa de Alba y en el aposento de don Diego, topeteó cien veces con la cama de don Diego, hizo pedazo los colchones, sácale del cuerpo lana, y sale en los cuernos con las dos almohadas. Otro día va a oír a misa don Diego, híncase de rodilla ante el altar, húndesele la tierra y húndese él con ella, que se vieron en trabajo de sacarle. Otro día, traen un muy buen caballo del duque de Alba, su hermano, puesto ante él comienza el caballo a temblar, y cáesele muerto delante, y por esto le suplicaron mucho todos que no saliese a torear. No fue posible, y le acaeció otro caso, que los sacristanes que habían de repicar por su honra y regocijo, al entrar él en la plaza, comienzan a doblar a muerto, como si le llevaran a enterrar, en fin, que en ese ambiente comienzo don Diego a enfrentarse al primer toro. Con un garrochón, paró a un toro el hierro en la frente, que no acertó a descogotarle; dio un rebufo el toro en alto, se vuelve el garrochón, y escurre por su misma mano y dale con el cuento en un ojo, y pásasele, y la cabeza y sesos, y sálele envuelto en ellos por la otra parte, y al caer muerto se le quebraron dos costillas sobre su misma espada. ¡Quién creyera que con sus mismas armas se había de matar por sus manos, y que su ojo mismo diera puerta y paso a tanto daño!